Viejos, pero más felices

 Enfermos y debilidad

Viejos, pero más felices

contentos

Acabo de encontrarme con un antiguo alumno; la verdad, él me ha saludo el primero, porque - ¡cambian tanto! Y enseguida me ha dicho: “Todavía me acuerdo de lo último que usted nos dijo: “La edad más feliz de mi vida, es ahora, cuando he cumplido los cincuenta y ocho”. ¿Sigue todavía con esta impresión, Don José María?” Me ha hecho gracia lo del “Don”, porque hace casi quince años que nadie me llama así. Y le he respondido con toda sinceridad: “Sí, sigo sintiéndome feliz; mucho más que en la juventud, por supuesto”.

 Me he alegrado al enterarme de que a otros muchos les sucede algo parecido. Y que además lo consideran casi lógico, desde el punto de vista de la psicología humana, para aquellos que disfrutamos por la gracia de Dios de la fe.

 La Universidad de Harvard lleva muchos años estudiando la vida de un numeroso grupo de personas graduadas en sus aulas en la década de los cuarenta; hoy todos son ya muy mayores. Y ha llegado a conclusiones muy halagüeñas para quienes hemos llegado a la ancianidad.

 -                       La inteligencia sigue aumentando en la edad adulta, sin que se sepa el tope cuándo llega.

-                       La felicidad tiende a aumentar cuando pasan los sesenta años.

-                       Al estar los hijos fuera del hogar, se ha quitado una fuente de preocupaciones y dramas.

-                       Al envejecer suele reducirse en número de personas con quienes se trata; no tenemos que rozar demasiado con gente que no nos gusta.

-                       El trabajo profesional suele ser fuente de preocupaciones y disgustos; ya ha cesado.

-                       Aunque se haya perdido algo de inteligencia fluida, nuestra visión del mundo cambia y es más serena. Esto aumenta la felicidad.

-                       Nos hacemos más sabios con la edad. Afrontamos mejor los conflictos que ahora tienen una perspectiva más amplia, al comprender mejor las causas.

             A todo esto, añadimos la fuerza que nos da la fe. Aunque sabemos que de viejos nadie pasa, si nos hemos preparado, y nuestra conciencia está en paz, afrontamos el más allá con gozo, porque sabemos que nuestro Dios nos aguarda. Por eso aumenta cada día el número de ancianos que vive con mayor felicidad que en la juventud.

José María Lorenzo Amelibia                                         Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com              Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari  Lorenzo Amelibia                                                                                  Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

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