Yo tengo mucha paciencia para esperar el cambio del Derecho Canónico. Es más, ya ni lo deseo para mí, pues no me queda mucho tiempo en este mundo. Pero espero que nuestros dirigentes eclesiales vayan cambiando su mentalidad respecto al Derecho Canónico.
Me parece necesario y urgente. Menos leyes, muchas menos. Y además más concordes con el principio fundamental: La misión salvadora de Jesucristo. Me parece que se lo estamos poniendo demasiado difícil a Dios lo de salvarnos, porque ¡se pueden cometer tantos pecados mortales por la violación de muchas leyes humanas de la Iglesia!
Estudié hace muchos años la Teología Moral y el Derecho Canónico. Dentro de la moral católica están metidas, por supuesto, las normas del Derecho. Me acuerdo que contábamos los pecados mortales que podía cometer un sacerdote al celebrar la Santa Misa: diez, aproximadamente. Por ejemplo, uno si dejaba de echar la gota de agua sobre el vino en el ofertorio. En el rezo del breviario, hasta ocho mortales, si, una a una iba decidiendo el clérigo dejar las horas canónicas.
Podía yo ahora ir recorriendo cada una de las cuestiones morales – canónicas. Irían apareciendo decenas, centenares de posibles pecados mortales.
¡Tremendo! Lo chusco es que en la crisis sacerdotal post conciliar, muchos curas abandonaron el rezo del breviario, y otras muchas normas que nos daban nuestros profesores, siguiendo la doctrina de los libros aprobados por la jerarquía. Y ninguno hacía problema de conciencia. Yo, que esto escribo, he procurado ser meticuloso en cumplir aquello que aprendí en mis años de formación.
Ahora, creo, no serán los moralistas y canonistas tan terribles en valorar como pecaminosos muchos de los quebrantos de la ley eclesiástica; no me puesto a estudiarlo. No sé. Pero ¿qué nos dice el Papa sobre esto que aquí apunto, y con el trasfondo que lleva? ¿Qué pasa con quienes han violado tanta normativa a lo largo de los años? ¿Por qué de una vez no dicen las cosas claras al respecto y dejan de obligar tantas cosas en conciencia?
¿Cómo me parece que tendría que ser la normativa canónica? Primero algo más sencillo y elemental. Urge la reforma y dejar el Codex, tal vez, en la décima parte o menos de extensión. Después, decir claradamente que el cristiano ha de cumplir las normas de la Iglesia si quiere ser buen cristiano, pero que solamente se podrá hablar de pecado mortal cuando se viola en materia grave algún mandamiento del Decálogo o de la ley natural.
Y el Derecho de la Iglesia Católica, que sirva para estimularnos, alentarnos, alegrarnos, animarnos a cumplir la ley de Dios y ser generosos, amantes de Dios y del prójimo. ¡Y se acabó! ¡Hay demasiado normativa!
Sé que algunos de estos teólogos o teologuillos que gustan del Derecho Canónico pensarán que soy un ingenuo. Lo siento por ellos. Pero Jesús no fue un leguleyo. Y que lea también despacio a San Pablo. ¡A ver! ¡Animarse a cambiar pronto el Derecho, hermanos canonistas y jerarcas!
José María Lorenzo Amelibia
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