Aquel cura de Ars era débil.... Sufría

Enfermos y Debilidad. Seamos realistas.

SEAMOS REALISTAS

             Cuando estaba a punto de estragar su vida al Señor el santo Cura de Ars decía frases  de una gran sabiduría como ésta: "Si hubiera conocido los sufrimientos que me esperaban, cuando llegué a esta población, me habría muerto de espanto.  ¡Qué triste es la vida!" Estoy seguro de que muchas otras personas podrían pronunciar palabras semejantes. Todavía no he conocido a nadie en el ocaso de su vida que quisiera comenzar de nuevo la misma andadura; por algo será. Y es que el currículo de cada uno está compuesto por una serie de pruebas y altibajos imprevisibles. Es verdad: el conjunto de nuestra existencia, si consideramos penas y alegrías, resulta ligeramente positivo. Tal vez iniciaríamos una vida nueva con la experiencia de la antigua, pero de ninguna manera repitiendo todos y cada uno de los pasos dados.

El cura de Ars

            Me decía un amigo en una conversación muy sincera: "He tenido la suerte de afrontar las dificultades de  mi vida de una manera digna; pero no quisiera saber qué me depara es futuro. Prefiero confiar en la Providencia".  Abandonarnos confiados en las manos de Dios es lo mejor que podemos hacer cuando se trata de mirar hacia delante. Desde mi propia experiencia puedo afirmar que la cruz y el sacrificio, queramos o no, envuelve toda nuestra existencia. A pesar de todo he conseguido vivir con un relativo optimismo hasta la fecha. Pero cada edad tiene sus propias dificultades, y mayores aún en la adolescencia y juventud. Después, la vida nos va enseñando a saber esperar, a sufrir con paz, a confiar en Dios, aunque no por eso cesan las dificultades. Dicen que en la vejez es casi continuo el dolor. Tal vez tengan razón, pero creo que también es mayor la serenidad con que afrontamos el futuro. Es importante ser optimistas, fijarnos en lo bueno, pero no ser papanatas. Porque en el mundo todo acaba pronto y hemos de exclamar con fe y emoción: "A Ti levanto mis ojos; a Ti que habitas en el Cielo. A Ti levanto mis ojos, porque espero tu misericordia". Optimistas, sí, pero también realistas.

            Cuando rezamos la "Salve" decimos una frase heredada de siglos pretéritos. "A Ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas".  Enseguida queremos olvidar esta afirmación; pero ahí queda. Nunca hemos de borrarla de este bella oración a María. Aspiramos a la felicidad y la encontramos a retazos, a la orilla del camino, en momentos muy sencillos e íntimos, pero no precisamente esperando el gordo de la lotería. Y procuramos superar los traumas recientes, para volver a encontrarnos de nuevo con esa sencilla felicidad. Nuestra fe con una total esperanza en Dios Padre que nos ama, nos ayuda a afrontar esta vida con paz. Desde esta perspectiva agradezco a Dios todo: lo agradable que me recuerda el Cielo; lo desagradable y doloroso que me hace mirar a lo alto de donde nos viene la salvación. Esta vida es paso, como la Pascua de Jesús. Y termina en la Resurrección. Esto también es realismo.

José María Lorenzo Amelibia Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/

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