El desposorio del sacerdote con la Iglesia ¿en qué sentido?

Crítica Constructiva

Asociación de Sacerdotes Casados de España ASCE

Informa ASCE

El desposorio con la Iglesia

Ha habido tiempos de clero abundante en que nos parecía normal por parte de los sacerdotes a tareas distintas de lo estrictamente pastoral, profesor, escritor, incluso trabajador por cuenta ajena. Recuerdo que en mi época de estudiante se me hacía también raro el sacerdote – profesor de matemáticas o lengua. Hoy ya me resulta absurdo, fuera de algunos casos del todo justificables.

Juan Pablo II


El sacerdote y más el obispo han de ir siempre por delante. Promover todo cuanto sea amor, religión, caridad, bondad, virtud. Vivir a tope todo esto, pero nunca dedicar su vida a asuntos que pueden ser propio de seglares.

Esto suponiendo que no se necesite un trabajo civil para poder subsistir. En el ejemplo de sacerdotes casados – y creemos debiera existir esta posibilidad – ellos sí tendrían una profesión para sacar adelante la familia. Pero el sacerdote célibe, el que ha renunciado al matrimonio por “El Reino de Dios”, con dedicación exclusiva, ese tal debiera ser de verdad célibe, del todo apóstol, sin apego ni a familia, ni, menos aún, al dinero, ni a honores, ni a ciencias. Su única misión, el Reino de Dios. Este tipo de celibato de obispos y sacerdotes, es un desposorio exclusivo con la Iglesia.

El obispo ha de ser un líder religioso de primera fila, como lo son en la actualidad los papas: sin otro quehacer que la Reino de Dios; propagarlo, conservarlo, vivirlo. Sin ningún interés por medrar dentro de su categoría. En una especie de desposorio con su diócesis, con la cual habría de estar identificado, sin separarse de ella más que en casos extremos: enfermedad, odio del pueblo hacia su persona, necesidad muy grave en la Iglesia para el sumo pontificado o cargos necesarios en la mal llamada “curia de Roma”, los ayudantes inmediatos del Vicario de Cristo.

Nada de subir de obispo de diócesis pequeña a otra mayor, arzobispo o cardenal. ¡Cuántas cosas humanas en la Iglesia! Es un gran peligro eso de hacer carrera por parte de los que están órbita. Poco a poco se va metiendo en el alma este deseo y ambición, y es preciso desterrarlo de la mente de los obispos y sacerdotes célibes.

No llegamos a entender obispos escritores:
que empleen gran parte de su tiempo a redactar sobre teologías u otros temas. Algo, por supuesto sí habrán de mecanografiar, pero no ser lo que hoy llamamos escritores: son los pastores y guías del Pueblo de Dios.

Un apóstol no es un escritor. En un sacerdote llego a entender su dedicación a escribir en asuntos muy especiales que habría que analizar caso por caso. Tampoco entiendo sacerdotes dedicados a la enseñanza de cosas profanas. Ni siquiera en seminarios, y menos hoy que necesitamos tanto al sacerdote pastor de almas. ¿Y qué decir del cura que pasa su vida pegando sellos en el obispado, escribiendo partidas de defunción, de bautismo, quehaceres de mero oficinista?

Brillaría mucho más la Iglesia con un sacerdocio de célibes, verdaderos entregados a Jesús en cuerpo y alma, y otro no célibe, ayudante en la tarea del Reino de Dios.

Hoy día son pocos los sacerdotes célibes. Los veo más como funcionarios u hombres buenos

José María Lorenzo Amelibia


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