Para dominar enfados y momentos de estrés

Para dominar enfados y momentos de estrés

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Estrés

            Nos gustaría tener siempre cerca una persona amiga para desahogar momentos de cólera, por el mal obrar de compañeros o empleados en el trabajo o por cualquier causa. ¡Y es necesario siempre guardar la compostura!: aparecer amable, con buen semblante, atento y sonriente. Mientras tanto el malestar puede anidar en nosotros; algunas veces con peligro de explosión o de hacer una barbaridad. Hasta los santos han empleado trucos para llegar a serenarse. ¡Sí, el amor de Dios vale mucho!, pero hay momentos en que de repente pueden surgir movimientos instintivos de iracundia.

 Es de todos conocido el método japonés para dar salida a los grandes enfados: colocar un muñeco grande de trapo en una habitación, y quien se encuentre con los nervios alterados acude al cubículo, toma un bate en las manos y maja a palos al monigote. Se siente después relajado, sin haber ofendido a nadie. Pero no a todos vale este ardid.

            La beata Agostina Pietrantoni vivió en la segunda mitad del siglo XIX; realizaba su labor religiosa – sanitaria en el Hospital del Espíritu Santo de Roma. Allí iba a parar gente de todo pelaje, incluso de la cárcel. A veces le daban serios disgustos. Ella en apariencia no se inmutaba. Sacaba, si, fuerza de la oración, pero tenía una costumbre relacionada con su fe. Mordiéndose los dientes aguantaba con sonrisa. Una vez sola, se cerraba en su habitación, tomaba la pluma y escribía a la Virgen María una carta de desahogo; confiaba mucho en la Madre del Cielo, y le decía por escrito todo con fuerza e incluso con cierto ímpetu. Cerraba su pequeña o larga epístola, la colocaba en un sobre, y la depositaba detrás de un cuadro de la Señora. A veces se amontonaba la correspondencia, entonces quemaba todas las misivas. Este método le sirvió de mucho.

 Hay circunstancias en las que nos puede venir bien imitar a esta Beata. Ignorar nuestros movimientos negativos puede ser casi tan perjudicial para la salud como enfurecer; todo es malo. Unas veces usaremos el método del muñeco japonés, otras, nos daremos una vuelta por la calle paseando rápido. Pero no olvidemos a Agostina, la santa de hace poco más de cien años. Para personas finas puede ser mejor truco que el del amigo nipón.

José María Lorenzo Amelibia  

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