Hablar con un sordo es difícil. Tener delicadeza al conversar con él es algo necesario; por respeto y educación. Pero no siempre es fácil.
Nos lo cuenta María Ángeles, una paciente de Barcelona, que sufre el trauma de una sordera casi total. Lo escribe en la revista “El semanal” en un artículo breve que llamó la atención en los medios. Dice así:
“Aprovecho la última hora de la mañana para acudir a Bienestar Social a solicitar mi tarjeta de discapacidad. Como soy sorda pido, por favor, que me hablen despacio para poder leer los labios. Pero ella casi ni me mira. Toma el papel y teclea el ordenador; después hace un comentario que yo no oigo. Se lo digo amablemente, pero se molesta, y sigue hablando muy de prisa y sin mirarme”.
“Yo tengo la barbilla pegada al mostrador para estar atenta a sus labios, pero sigo sin enterarme de lo que me está diciendo. Finalmente me hace un gesto con la mano, como apartándome. Todo mi cuerpo está en tensión y empiezo a sentirme muy mal. Y digo en voz queda: “El que no la oiga por ser sorda es algo que no puedo remediar; y no estaría de más un poco de consideración y educación”. Las palabras me salen de sopetón”.
“Ahora sí, levanta la vista; me dice que me tranquilice; que no es nada. Pero no sabe el sufrimiento que me causa al no saber nunca qué me están diciendo, ni la impotencia, a pesar de hacer un esfuerzo tan enorme, tanto a nivel mental como físico e incluso emocional, para intentar entender las palabras”.
“Y creo que no es tan difícil vocalizar mirándome. Se lo he pedido todas las veces con mi sonrisa que finalmente me ha medio devuelto. Pero el esfuerzo ha sido sólo mío. Y me siento una vez más muy, muy cansada.”
Esta carta merece la pena releerla y guardarla muy bien en nuestra memoria. A lo largo de la vida nos toca, con mayor o menor frecuencia, hablar con sordos. La delicadeza se impone. Ofrecerles siempre nuestra amabilidad extraordinaria y nuestra colaboración, a sus deseos, para dirigirnos a ellos según lo necesiten. Unas veces será levantar algo nuestra voz; otras, vocalizar despacio para que lean en nuestros labios; otras, tomar el lápiz y escribir. Pero siempre delicadeza, disponibilidad. Son personas con una muy profunda vida interior y hemos de amarlas y multiplicar nuestra atención ante su problema que tanto les hace sufrir.
Te recomiendo mi página web http://personales.jet.es/mistica
Más de mil artículos del autor sobre enfermos y debilidad en http://opina2000.com