Entre la inseguridad y la confianza

Enfermos y Debilidad

  

Entre la inseguridad y la confianza

inseg

Confiar

 Nadie apetece la inseguridad: estar tranquilo en posesión del cargo, oficio o riquezas, parece el no va más. Sin embargo, no observamos en la naturaleza esta paz y tranquilidad paradisíacas: plantas, animales, personas, todos en el fondo estamos inseguros; la fragilidad se apodera de cuanto nos rodea. Y somos educados desde la infancia en la competitividad. Todo fluye, se desvanece; nada existe en la creación permanente.

A pesar de nuestro deseo de garantía en todo, nada aparece con el marchamo de lo definitivo. La vida misma aborrece la seguridad, mas, por verdadera paradoja, la codiciamos como bien permanente. El peligro e incluso la muerte nos rodean. El mismo Jesús en el Evangelio parece presagiarnos una existencia inquieta: “Quien quiera salvar su vida, la perderá” – nos dice.

 Pienso ahora en mi juventud: entonces temía menos el riesgo que en la edad adulta; en aquellos momentos de vitalidad e ilusión, todo era arrojo, decisión, empresa, marcha hacia lo desconocido. Habíamos borrado del diccionario la palabra fracaso. Los mayores nos hablaban de prudencia y de locura cuando nos lanzábamos; pero nuestra respuesta era clara: “Por algo somos jóvenes”.

 En la ancianidad comprendo que he de aceptar todo cuanto la vida trae consigo: el dolor y el placer, los eventos dichosos y la preocupación, alegrías y penas. Pero me adhiero más que nunca a lo seguro, pleno e inmutable. Se me va olvidando aquello del refrán: “Quien no se arriesga, no pasa la mar”. Mas las aguas de mi pensamiento van adquiriendo un cauce definitivo: he de saber conjugar la paz con la inseguridad, el dolor con el gozo, el equilibrio en la cuerda del funambulista.

 Así, creo yo, hemos de vivir: poner nuestra esperanza en el Señor que hizo el Cielo y la Tierra con todas las vicisitudes, con la risueña mañana del sol de primavera y la gota fría de la tempestad otoñal. Dios es la única seguridad plena, la paz perpetua, la alegría sin dolor, el descanso eterno. Pero mientras permanecemos en este mundo, hemos de asumir la naturaleza según nos la ofrece el Creador. Y siempre asentar nuestro apoyo y confianza en Él, que para algo nos ha creado y ha dicho que somos hijos suyos.

José María Lorenzo Amelibia

Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com

             Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/

Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3                                          Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

Volver arriba