Es bueno dedicar una mañana o una tarde cada mes al retiro espiritual. El tema del retiro de este mes es: Unirnos a Jesucristo que está con nosotros
Retiro del mes de del año 2023
| José María Lorenzo Amelibia
El tema del retiro de este mes es: Unirnos a Jesucristo que está con nosotros
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Advertencia para todos los meses:
Retiro: Es bueno todos los meses practicar una mañana o una tarde de retiro. Ofrezco este retiro del mes de xxx, con el tema “xxx”. Se puede realizar en particular durante una mañana o una tarde. También puede servir a sacerdotes para ofrecerlo a algún grupo de personas. Puede ser muy fructuoso para el alma. --- Íntegro debajo de este anuncio:
Preámbulo. Ante todo hemos de ponernos en la presencia de Dios de una manera consciente y detenida; esta puede ser una manera eficaz:
1.- Con calma decir: Señor, Tú estás aquí. Yo lo creo. Tú me ves... Me contemplas... Penetras mi alma hasta el fondo... Me escuchas... Me amas... Yo soy alguien para Ti. Importo ante tus ojos. 2.- Lo creo, Señor, porque Tú lo dijiste; y ni quieres, ni puedes engañarnos. 3.- Si Tú estás aquí, y lo creo, debo comportarme como lo hago delante de alguien que es muy importante para mí.4.- Voy a practicar un acto de oración, de búsqueda de Ti, de tu voluntad. Sea para tu mayor gloria.
Exposición:
Unirnos a Jesucristo que está con nosotros
Advertencia: El estilo de Ruysbroeck es un tanto estudiado; con divisiones muy artificiosas, demasiado reiterativo, lenguaje en ocasiones críptico. En estos retiros el pensamiento del gran místico lo hemos intentado adaptar al lenguaje de nuestro tiempo El Beato Juan Ruysbroeck solía pasar horas enteras en el bosque que circundaba su monasterio para escuchar la voz de Dios. En alguna ocasión quedaba arrebatado en éxtasis. Vamos a intentar en este retiro adentrarnos en nuestro espíritu como él lo hacía. Nos ponemos muy conscientes en la presencia de Dios. Nota: La numeración de cada párrafo de la izquierda indica el número del capítulo de los respectivos libros
49.- Cristo se quedó para todos en el Santísimo Sacramento.- En aquella Última Cena, cuando había de pasar de este mundo al Padre, tomó el pan en sus santas manos y lo consagró en convirtió en su cuerpo y sangre… Este don y este manjar causan adorno y alegría a nuestra realidad, porque nos da aquí su ser divino, lleno de gloria y gracia: Jesucristo Dios y hombre verdadero, su entera divinidad fruitiva.
50.- Debemos prepararnos para celebrar y comulgar.- Consideramos cómo Nuestro Señor Jesucristo se humilla e inclina a nosotros en nuestra naturaleza corporal y en nuestro corazón, porque nos da todo aquello que recibió de nuestra humanidad. Recordamos que su cuerpo fue atormentado hasta la muerte en la cruz. Atenderemos al recibir este Santísimo Sacramento que es la Persona Divina la que viene a nosotros. Y somos traslados al Padre y al Espíritu Santo. Cristo se digna venir a nosotros y nosotros también le salimos al encuentro. Levantaremos, pues, corazón y afecto. Quisiera yo que todo el hombre se deshiciese con el deseo y casto deleite de este Santísimo Sacramento. Desea ser fijado con clavos en la cruz con Cristo y derramar la sangre de su corazón a honra de Cristo. Imprimir realmente de cualquier manera las llagas de Cristo; cultivaremos así la unidad de nuestro espíritu; pasearemos por el Cielo y la tierra: crecer en Jesucristo. Descansaremos en nuestra herencia que es la Divinidad sempiterna. Y aunque uno no tenga un pleno fervor, que mire la alabanza y honra de Dios y el provecho y salud de su alma. Y podrá así llegarse seguro y con libertad a la Mesa del Señor.
51.- Unidad de la Divina Naturaleza y Trinidad de Personas.- El Padre y el Hijo en unidad del Espíritu Santo poseen su naturaleza sobre toda capacidad de nuestras fuerzas. Y esta unidad es vigorosa y fecunda, porque de ella misma es engendrado el Verbo por el Padre, y por la misma generación el Padre conoce al Hijo y en el Hijo todas las cosas, y también el Hijo conoce al Padre y todas las cosas en el Padre, porque son de una misma y simple naturaleza. De esta vista y complacencia del Padre y del Hijo en la eterna claridad, procede una eterna complacencia, el Espíritu Santo. Por el Espíritu Santo y su eterna sabiduría se inclina Dios a cada una de las criaturas, y les reparte dones y enciende con el amor.
52.- Dios posee y mueve al alma, natural y sobrenaturalmente.- El Cielo es una simple y pura claridad; es una externa habitación y Reino de Dios; persevera siempre firme e inconmutable más que todas las cosas. La esencia del alma es reino espiritual de Dios, lleno de claridad divina; en ella está situada la unidad de nuestro espíritu. La moción de Dios es la primera y principal causa de todas las virtudes. Con los dones del Espíritu Santo nuestra vida se vuelve fecunda y fértil.
53.- Para llegar al ejercicio íntimo del espíritu.- Ante todo, estar bien instruido y adornado con las virtudes morales, dentro de una paz divina, en la unidad del espíritu y con sabiduría sobrenatural. Tiene la persona un amor que guía a lo alto y refiere a Dios todas las cosas. Dios nos pide que nos encaminemos a Él por la caridad y por las virtudes. Total inmersión en la unidad que es la habitación de Dios. Es como un interior tocamiento de Cristo, semejante a la fuente de donde manan los ríos de que hemos hablado. La gracia de Dios mana de las fuentes de estos divinos ríos e inflama al hombre en todas las virtudes. Y nunca ha de faltar. Nadie hace ni obra, sino solo Dios por su libre bondad. Es todo obra divina. Y en este tocamiento hay una claridad incomprensible, la Santísima Trinidad.
54.- De la salida íntima del espíritu en este contacto divino.- Cristo habla interiormente a nuestra alma con este toque: “Sal por los ejercicios, según la razón”. El alma se levanta con la virtud del amor y pide al entendimiento que conozca a Dios en su claridad; y a la voluntad que goce de Dios sin intermedios. Y aquí desfallece. E indica la misma razón: “Ignoro lo que sucede” y parece que todo se oscurece y ciega con claridad. Es el contacto divino. Es preciso entrar en nuestro interior y gozar con fruición, más que entender.
55.- Hambre de Dios.- Existe un hambre que nunca puede saciarse, el hambre de Dios. El espíritu es arrebatado a la fruición de Dios. Y por más que coma y beba este divino majar, nunca se sacia, es hambre perpetua. Mana unos ríos dulces y abundantes de todos los regalos; la razón nada puede dar ni quitar al amor. Y este contacto divino siempre puede crecer y aumentar.
56.- Pelea amorosa entre el espíritu divino y el nuestro.- Dios baja a nosotros por el Espíritu Santo y por eso somos tocados del amor, y nuestro espíritu se entrega e inclina a este amor. Entre Dios y nosotros existe una mutua irradiación constante que podíamos calificarla como “pelea amorosa”. El contacto de Dios es el que conserva en nosotros el deseo amante. Y este flujo y reflujo hace que rebose la fuente de la caridad. Este nuestro espíritu está abrasado del fuego del amor. Y consigue y posee las virtudes en lo más interior de su esencia. Se tiene el amor en sí mismo.
57.- Del grado sumo de la salida espiritual.- El espíritu ansioso y hambriento siempre está apeteciendo comer y beber a Dios. Él mismo de alguna manera se hace amor, porque las fuerzas supremas se aúnan en unidad de espíritu. Hay una introversión perpetua con un íntimo deseo y hambre de gustar a Dios. En la vida contemplativa se obra con luz divina. Empieza aquí en gracia, y en adelante durará en gloria por toda la eternidad. “Salid, viene el esposo”.
58.- El encuentro del esposo.- El Señor interiormente nos enciende, instruye y mueve en esta venida. Ahora resta salir al encuentro. Y es que totalmente se obra para que salgamos al encuentro de Cristo el esposo. El encuentro es la reunión de dos personas que vienen de distintos lugares. Viene Cristo de lo Alto, nosotros de lo bajo. Cristo viene desde lo interior a lo exterior; nosotros desde lo exterior a lo interior. Y así se obra este espiritual encuentro.
59.- El encuentro esencial de Dios.- La unidad de nuestro espíritu en Dios puede considerarse esencial y activamente. Nuestro espíritu recibe sin cesar la impresión de su claridad divina, y es morada de Dios con luz y resplandor. El espíritu, pues, posee a Dios esencialmente, y Dios al espíritu porque vive en él. Esta es la unión esencial de nuestro espíritu con Dios; el alma persevera en Dios, depende de su Majestad y hace su reflexión en Dios como su eterna causa. Y la criatura padeciendo recibe en sí misma la impresión de su eterno ejemplar. Estamos adornados con esta excelencia y nobleza en la unidad esencial de nuestro espíritu.
60.- Encuentro sobrenatural de nuestro espíritu con Dios.- Aquí consideramos nuestro espíritu en sí mismo y activamente. Y lo miramos como semejante a Dios por la gracia, sin la cual es imposible no podemos unirnos a Dios sobrenaturalmente. Dios es quien nos imprime su imagen y semejanza y nos libra del pecado y hace partícipes suyos por la caridad. Nos comunica esta unión por amor y bondad.
61.- Cómo se posee a Dios en unión.-En esta unión gozosa descansaremos sobre nosotros mismos y justamente sobre todas las cosas. En esta unidad somos recibidos por el Espíritu Santo y también por el Padre y el Hijo. Cómo resulta todo esto solamente lo conocerán los hombres interiores. Cualquiera que se aparte del pecado es recibido de Dios en su espíritu. Y todo el tiempo que permanece la semejanza por la caridad y virtudes, goza también de la unión de quietud que nunca puede perderse, a no ser por el pecado mortal.
62.- Efecto de la gracia de Dios que nos es necesaria.- Para llegar a adentrarnos en la esencia de Dios es del todo necesaria la gracia. Dios se nos comunica a Sí mismo sin medio. El que vive sin pecado vive en cierta semejanza y gracia de Dios. El divino Señor viene a nosotros por su gracia y multitud de dones. Siempre Dios da nuevos dones y continuamente nuestro espíritu recibe estos dones conforme Dios lo quiere.
63.- Visita y venida continuas de Cristo a nuestro espíritu.- Tengamos en cuenta la habitación y quietud que Dios causó en nosotros. Quiere también visitarnos con largos y excelentes dones. Y es su voluntad que hagamos nuestra morada en la misma unión, ricos en virtudes y con excelentes dones. Quiere que en todos y cada uno de nuestros actos vivamos sin cesar esta unión y semejanza, porque en cualquier momento nace Dios en nosotros y de esta excelsa generación dimana el Espíritu Santo con todos sus dones. Y así saldremos al encuentro del Señor.
64.- Continuo aprovechamiento de nuestro espíritu y de la intención simple.- Debemos salir al encuentro de nuestro Señor en cada una de nuestras acciones. Cualquier obra buena, si se ofrece con amor al Señor merece mayor semejanza y vida eterna en Dios. Esta misma intención ofrece alabanza y gloria a Dios. Llamamos simple intención a aquella que destierra de sí la hipocresía y doblez; conserva al hombre en la presencia de Dios. Es también una propensión interna del espíritu hacia la vida espiritual. Abraza la esperanza y la caridad y trae la paz al alma. Saldremos así al encuentro de Dios y descansaremos en Él.
Examen práctico.
Pensar en mi relación con la Eucaristía: ¿Cómo preparo la misa y la comunión? ¿Mi relación con Jesucristo en el sagrario? He de convertir en criterio que la moción de Dios siempre precede en mi obrar. ¿He obrado hasta ahora en consecuencia? ¿Procuro al trabajar en la obra de mi santidad hacerlo desde mi entendimiento y desde mi voluntad y siempre desde la más profunda humildad? ¿Cómo fomentar el hambre de Dios tanto en mi persona como en aquellas con quienes tengo contacto? Fomentar en encuentro con Dios desde la Eucaristía y la Penitencia. Insistir mucho en este tema. ¿Cómo fomentar la alerta – percepción para aprovechar todas las venidas de Jesucristo a nuestras almas por las gracias actuales? Fomentar en nuestro interior el gozo y la fuerza del alma para el bien del Reino de Dios.
José María Lorenzo Amelibia
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