Hace un par de años leí un artículo, en una revista católica, lleno de piedad y devoción sobre la vida diaria de Benedicto XVI. Tomé unas notas que me llamaron la atención en aquel momento y las transcribo ahora:
- Cuatro mujeres se ocupan de él y de sus dependencias pontificias.
- Tiene un ayudante de cámara y dos secretarios particulares.
- Estas personas llamadas “familiares” asisten todos los días a la Misa que allí celebra el Pontífice.
- Los miércoles concede una audiencia general a todas las personas que lo desean.
- Trabaja de continuo y de una manera suave, correspondiente a su edad avanzada.
- Cena a las 7,30 de la tarde.
- No practica el deporte como su antecesor, pero sí sube las escaleras sin ascensor y pasea.
- Disfruta de las escoltas necesarias para su seguridad personal.
- Sus viajes son menor en número que los de Juan Pablo, y son viajes apostólicos, si bien es recibido según su rango de Jefe de Estado.
- Sus comidas son muy frugales.
- Recibe a los jefes de estado y grandes dignatarios con frecuencia, aparte de las visitas ad limina de los obispos.
Breve comentario: El tema de los viajes pontificios lo he tratado en alguna otra ocasión y no repito mi crítica sobre ellos.
Dentro de todos estos apartados hay algunos que me parecen lógicos porque es el líder principal de la Iglesia Católica. Normal que tenga que viajar, recibir a los obispos, conceder audiencias generales, y trabajar en consonancia con la edad avanzada que tiene.
No me gusta nada, aunque jamás lo criticaré negativamente, que tenga una residencia de verano, como un gran señor, como un rey. Tampoco me gusta que haya nada menos que cuatro señoras para servirle a él solo, dos secretarios y un ayudante de cámara. Tampoco me satisface el visiteo de jefes de estado, en diálogo de poder a poder. Todo esto no me parece evangélico ni propio de un representante de Cristo en la Tierra. Puedo equivocarme, y si ellos lo ven necesario, allá ellos, pero a mí no me gusta. Tampoco sé cómo se podría solucionar. Pero no me va. Necesitamos más sencillez, más consonancia con el Jesús del Evangelio. Lo digo con sumo respeto y gran amor.
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