Jornada Pro Orantibus: "Son faros en medio de la tormenta" Roselló, a la Vida Contemplativa: "Sois mi fortaleza, mi apoyo y seguridad"

Religiosas contemplativas
Religiosas contemplativas

"Quiero acercarme a los monasterios de vida contemplativa de nuestra Diócesis, con gratitud, reverencia y fraternidad. En el silencio de los claustros, pero embellecidos con el canto de los salmos, la vida religiosa contemplativa se convierte en almas orantes"

"Necesito a la vida contemplativa y necesito su oración. Forman parte de mi ministerio episcopal. Sin la oración contemplativa mi vida personal y ministerial se debilitaría"

Celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, modelo de comunidad, modelo de oración, una fiesta que nos lleva a pensar y vivir la Jornada Pro Orantibus. En esta fiesta quiero acercarme a los monasterios de vida contemplativa de nuestra Diócesis, con gratitud, reverencia y fraternidad. En el silencio de los claustros, pero embellecidos con el canto de los salmos, la vida religiosa contemplativa se convierte en almas orantes que sostienen, muchas veces a la Iglesia y al mundo, sin que sea vista su presencia y oración.

En varias visitas a los monasterios de vida contemplativa lo he comentado. Mi ministerio episcopal se sostiene gracias a la oración de mucha gente en Navarra, pero de manera especial a los monasterios de vida contemplativa. Siento cercana su oración, escucho, desde lejos los cantos de los salmos. Son mi fortaleza, mi apoyo y seguridad como arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela. Necesito a la vida contemplativa y necesito su oración. Forman parte de mi ministerio episcopal. Sin la oración contemplativa mi vida personal y ministerial se debilitaría. Quizás sea una reflexión egoísta, pero no exenta de realismo. Como lo siento lo digo. Gracias a la vida contemplativa por sostenerme con vuestra oración y contemplación.

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El lema de este año, “Orar con fe, vivir con esperanza”, nos invita a mirar hacia los hombres y mujeres contemplativos, que, desde el silencio de los monasterios y conventos, son testigos vivos de que Dios es el fundamento último de nuestra existencia. La fe orante contemplativa no es evasión ni repliegue, sino raíz profunda que sostiene a toda la Iglesia y al mundo, especialmente en estos tiempos marcados por la incertidumbre y la fragilidad. Tiempos de guerras y divisiones, donde hay vidas humanas inocentes que mueren sin motivo ni razón. Esta realidad necesita una oración de fe profunda, que transmita esperanza todo aquél que se acerca a rezar, cantar y compartir la fe con monjes y monjas contemplativos.

Mucha gente no entiende la vida contemplativa hasta que la conoce. Una vez entran en los monasterios contemplativos, hablan con los monjes y monjas, valoran que, con su vida entregada a la oración, nos enseñan a esperar contra toda esperanza, a confiar cuando las fuerzas faltan, a vivir con los ojos puestos en el Señor incluso cuando todo parece oscuro. Son faros en medio de la tormenta, centinelas de la esperanza, intercesores incansables por la humanidad.

Esta fe que irradia la vida contemplativa, esta esperanza que transmite su oración y sus palabras, contagian a mucha gente perdida, desesperada, que se acerca a estos monasterios. La vida contemplativa es fortaleza de vida, es fe encarnada en cada consagrado, en cada consagrada, y su mirada proyecta una esperanza renovada, que nos trae el Jubileo de la Esperanza que nos ha regalado nuestro querido papa Francisco, antes de la partida al Padre.

Como Diócesis de Pamplona y Tudela, miremos la vida contemplativa con alegría, con ilusión y esperanza, desde nuestra fe

En tiempos de crisis vocacional, también en la vida contemplativa que conlleva decisiones dolorosas, hoy más que nunca están llamados a vivir su consagración con esperanza, sabiendo que están respondiendo a la llamada de Dios, y poniendo sus monasterios contemplativos en manos de Dios, para que Él transforme las vidas contemplativas en ofrenda a Dios y en testimonio de fidelidad y de oración ante el mundo. Como Diócesis de Pamplona y Tudela, miremos la vida contemplativa con alegría, con ilusión y esperanza, desde nuestra fe.

Que la Virgen María, mujer del silencio y de la escucha, interceda por nuestras comunidades contemplativas y por toda la Iglesia, para que nunca falten almas generosas que respondan a la llamada de Dios con una vida entregada a la oración y a la contemplación.

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