La pobreza de las riquezas

San Francisco y los primeros hermanos, en el año 1210 se presentaron en Roma, ante el Papa Inocencio III para obtener de la sede romana la aprobación de la Fraternidad naciente y de su modo de vida. Cometido nada fácil debido a que la viida que llevaban de pobreza se asemejaba a la de los grupos de “buenos hombres”, que buscando la verdad del Evangelio, deambulaban por Europa, consiguiendo nuevos adeptos por la coherencia de su vida con la pobreza evangélica. Éste nuevo movimiento estaba generando una inquietud al Papa, y en una Iglesia, que no podía hacer frente con su vida austera, a estos pobres auténticos. La pobreza evangélica, vivida por los representantes de Cristo, habría sido la mejor arma para convencer y atraer a la fe a estos grupos que se veían abandonados de la Iglesia y de los pastores, que eran más señores feudales que pastores del pueblo de Dios.

Bien, el hermano Francisco va a ver al Pa y éste le interroga por los bienes muebles e inmuebles que habían se “asegurar” la vida de la fraternidad. El obispo Guido de Asís ya les había llamado ya la atención sobre ello, y Francisco, por respuesta, le había dicho:

«Si tuviéramos algunas posesiones necesitaríamos armas para defenderlas, y de ahí nacen las disputas y los pleitos, que suelen impedir de múltiples formas el amor a Dios y al prójimo».

Algo similar le ocurrió a la hermana Clara cuando, queriendo que las monjas no vivieran de rentas, sí del trabajo y de las limosnas, fue, en 1228 a ver al Papa Gregorio IX para pedirle el privilegio de vivir en pobreza y sin posesiones. El Papa se resistía queriendo por todos los medios dispensarlas del voto de pobreza, a lo que ella respondió:

“Dispénseme de mis pecados, pero no de servir a Jesucristo en pobreza”.
Y el Papa cedió y confirmó el privilegio de la pobreza.

Va bien recordar estos testimonios significativos de la vida de nuestra Iglesia, así como el encuentro de Domingo de Guzmán, en el sur de Francia con los legados pontificios, a los que les dijo: “No es así como se ha de predicar: con los pies descalzos, salgamos a predicar”.Cuando leo como se prolonga el litigio de los bienes “de la Franja”, el escándalo de la UCAM.... y tantos hechos vergonzosos, me pregunto, si con la hermana Clara y con los hermanos Francisco y Domingo, no nos vendría bien a los cristianos releer el Evangelio y responder ante la crisis de fe, de valores, y de vida. Tal vez ese sea nuestro mejor aval.

“¿Y por qué estar preocupados por la ropa? Mirad cómo crecen los lirios del campo:x no trabajan ni hilan. 29 Sin embargo, os digo que ni aun el rey Salomón, con todo su lujo,y se vestía como uno de ellos. 30 Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¿no os vestirá con mayor razón a vosotros, gente falta de fe? 31 No estéis, pues, preocupados y preguntándoos: ‘¿Qué vamos a comer?’ o ‘¿Qué vamos a beber?’ o ‘¿Con qué nos vamos a vestir?’ 32 Los que no conocen a Dios se preocupan por todas esas cosas, pero vosotros tenéis un Padre celestial que ya sabe que las necesitáis. 33 Por lo tanto, buscad primeramente el reino de los cielos y el hacer lo que es justo delante de Dios,z y todas esas cosas se os darán por añadidura.a 34 No estéis, pues, preocupados por el día de mañana, porque mañana ya habrá tiempo de preocuparse. A cada día le basta con sus propios problemas”. Mt 6,28ss

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