La presidenta de Manos Unidas presenta 'Comparte lo que importa', su 59 Campaña Clara Pardo: "Es la primera vez en seis años que aumenta el número de personas que pasan hambre en el mundo"

(Jesús Bastante).- 'Comparte lo que importa' es el lema de la 59 Campaña contra el Hambre de Manos Unidas, que busca concienciarnos sobre nuestras actitudes para acabar con el hambre en el mundo. "Un tercio de los alimentos que se producen en el mundo terminan en la basura. Es un escándalo", sostiene su presidenta, Clara Pardo.

"Comparte lo que importa" se llama la campaña, que supone el final de un trienio en el que estáis analizando las causas del hambre.

Exacto. Estamos en el último año de este trienio de la campaña de lucha contra el hambre, una vez más, después de 59 años. Lo comenzamos hace dos años, con el lema "Siembra", el año pasado con "Adopta un compromiso para cambiar el mundo", y ahora, "Comparte lo que importa", lo que importa de verdad.

¿Qué es lo que importa?

Nos pasamos el día compartiendo cosas, y eso es estupendo; compartir alegrías, compartir penas. Hoy, con los medios de internet, con los móviles, estamos todo el día compartiendo todo y no compartimos lo que importa de verdad, que es la gente que pasa hambre, la gente que sufre, la gente que tiene pobreza en el mundo...

La VIDA, en mayúsculas.

Eso es; no solo la foto bonita o la luna de esta semana, que era preciosa. Es importante compartir que, con nuestras actitudes, cambiando un poco, podemos mejorar la situación que hay en el mundo. Y yo creo que eso es lo que importa de verdad. Eso es lo que pedimos: que todo el mundo comparta.

¿El cartel de la campaña, lo tienes aquí?

Sí.

Estamos hablando de las nuevas tecnologías, de aquello que nos conecta con el primer mundo, que es el móvil, con una imagen muy bonita de aguas. Este móvil, en el cartel, se transforma en regadera para sembrar, para compartir este agua simbólica que es el que tenemos nosotros, y que puede que llegue a escasear por este cambio climático. La vamos a echar mucho en falta, como no cuidemos nuestra casa.

Yo creo que es una imagen muy simbólica, muy significativa: el móvil, nuestra herramienta, que contiene agua. Y ese agua es capaz de cambiar la vida, de fertilizar un terreno árido y convertirlo en fértil, de permitir que la gente pueda comer, que tenga acceso a los alimentos; que les cambie la vida. Y todo a esto es posible mediante una actitud que podemos utilizar nosotros, aquí, en España, en nuestra vida normal: compartiendo, nuestro móvil se puede convertir en un medio de cambiar el mundo. Nuestro móvil y todo lo que ello implica; nuestros hábitos de consumo, nuestras formas de vida.

Porque no solo se trata de dar puntualmente, que es importante. Es, de hecho, uno de los puntos fuertes de la campaña de Manos Unidas es el domingo 11 de febrero, cuando se concreta la campaña en todas las parroquias y en todos los lugares donde se haga, y donde el dinero recaudado va para los proyectos de Manos Unidas. Pero igual de importante es el día 9, que es el viernes, Día del Ayuno Voluntario, por lo que significa, más allá del ayuno personal.

Esto lo recuerdo desde que era pequeña y me preguntaba qué era esto del día del ayuno voluntario. Es un día que intenta concienciar de lo que le pasa mucha gente en el mundo: hambre todos los día de su vida. Y, por lo menos, ese día ser consciente.

En servicios centrales tenemos un "des-ayuno" voluntario, donde con un donativo, el que quiera cada uno, puede tomar un té, un trocito de plátano y un trocito de pan. Ese es el alimento de muchos niños, muchos días, cuando tienen que ir a un colegio, en el caso de que puedan ir. Pues eso, conciénciate de ello y, por supuesto, también comparte tus recursos. Porque necesitamos recursos para ser capaces de cambiar ese mundo.

Es muy importante concienciarnos. Lo que decíamos el año pasado de asumir un compromiso. No solamente entenderlo, sino pasar a la acción. Hacer algo para intentar cambiar este mundo porque todos juntos podemos conseguirlo.

Cambiar actitudes... Este papa está, casi, obsesionado con que se convence, no por proselitismo o por enseñar una doctrina vacía sino, por el ejemplo y el testimonio.

"Salir adelante"

¿Cómo aportamos ese compromiso? ¿Qué podemos intentar para conseguir ese cambio de actitudes? ¿Es algo filosófico, o mucho más práctico?

Es mucho más práctico. El año pasado insistimos mucho en la pérdida o el desperdicio de alimentos. Yo no era consciente de ello hasta que el año pasado empezamos a insistir tanto; un tercio de los alimentos que se producen en el mundo terminan en la basura. Es un escándalo. A mí me parece que no hay derecho a que esto ocurra en el mundo. Y puede pasar tanto en la parte de producción, porque los tomates que son feos los tiran, o porque se pasan por falta de medios para almacenarlos adecuadamente o porque llegamos aquí y compramos yogures en un a oferta y se nos pasan de fecha... La cantidad de comida que tiramos en los restaurantes, en todas partes.

Tenemos que ser conscientes, porque todo eso provoca pobreza. Y provoca que suba el precio de los alimentos, si compramos demasiado. Y la basura, encima, es muy dañina para el medio ambiente, para esta tierra nuestra, que tenemos que cuidar. Tenemos que meterlo en nuestras vidas, ser conscientes de que nosotros tenemos que cambiar desde el consumo; que sea más responsable. No tenemos que comprar indiscriminadamente.

Tenemos que cambiar esta cultura de hoy de comprar y tirar, porque es barato; hay que comprar lo necesario. Esto no implica que no podamos comprar nada. Implica que seamos conscientes de hay que gente que lo necesita más, y que seamos generosos con aquello que podamos ahorrar. Yo siempre lo digo: el yogur que tiramos, si nos lo hubiéramos ahorrado, lo podríamos haber dado. Y con un euro, se hace mucho. Podemos ayudar mucho.

Se hace muchísimo. Lo demostráis con las cuentas que presentáis cada año. Más de 600 proyectos en ¿cuántos? ¿48 países?

No, no. En casi 60. Depende de los años. En tres continentes: América, Asia y África. Y alrededor de dos millones de beneficiarios cada año. Son unas cifras... Reconozco que soy una enamorada de Manos Unidas. Llevo diez y seis años. Pero es que yo creo que es para estarlo porque, realmente, se sabe que el dinero llega. El 90% de nuestros fondos va a nuestros fines. Somos una ONG muy austera.

Y proyectos que no son fundamentalmente de ayuda de emergencia, sino que son proyectos de medio-largo plazo.

Son, principalmente, de ayuda a largo plazo. También hacemos emergencias en aquellos países que trabajamos, cuando hay una hambruna o cuando hay un terremoto. Pero, mayormente, nuestros fondos van a la ayuda al desarrollo, que es un medio-largo plazo. Lo que significa ayudarles a cambiar su vida: el no darles el pescado, sino enseñarles a pescar.

Y con contrapartes; que no es el hombre blanco que viene a decir al africano, al asiático o al sudamericano lo que tiene que hacer en su tierra, sino que vosotros trabajáis con gente de allí, que vive allí y conoce su realidad.

Nosotros nunca imponemos. Trabajamos escuchándoles y luego les acompañamos. Pero son ellos los que saben cuáles son sus necesidades: dónde hace falta una escuela, un aula más o un pozo.

Tú no llegas desde el norte y, con la prepotencia típica de occidentales, les dices lo que necesitan... No. Es todo lo contrario; es estar allí. Ellos están ahí y nuestras contrapartes son locales o, en mucho casos, misioneros españoles o brasileños, o de donde sea.

Son los mejores conocedores de la realidad.

Bueno, son los más entregados cuando hay una crisis, un ébola, una guerra..., porque son los que están allí y la gente los quiere; sabe que se están dejando la vida. Yo he viajado mucho por la India, donde hay una población católica muy pequeña, y las escuelas de los misioneros católicos están llenas, porque saben que están ahí y que es una enseñanza de calidad. Y que viven por ellos.

Y que no se van.

Claro. Y el tener esas contrapartes allí es una garantía de éxito.

Vosotros, y otras asociaciones de Iglesia como Cáritas y demás, representáis un rostro que, incluso en las sociedades donde la imagen de la Iglesia no es la mejor, (y la española es una de ellas, como muchas de las del viejo continente) aportáis una visión de evangelio muy interesante. ¿Cómo os sentís en esa tesitura de ser Iglesia pero que muchos, desde fuera, no os consideren Iglesia? Que os vean buenos y lo mismo hasta os contraprogramen con frases como: mira qué buenos son los de Manos Unidas y los de Cáritas y luego los curas...

Nosotros no entramos en esos debates. Por supuesto que somos Iglesia, y lo digo con la cabeza muy alta: somos Iglesia y qué suerte tenemos de serlo. De ser una ONG y que la Iglesia católica nos apoya.

Somos una ONG, además, en la que todo el mundo está admitido: para la gente que quiera ser solidaria y colaborar con su tiempo, siendo voluntario o con sus fondos, somos una ONG abierta. Pues como es la Iglesia, que no cierra las puertas a nadie. Y nosotros, exactamente lo mismo. Y, efectivamente, es un marchamo de calidad que nos apoye la Iglesia católica en España. Es bueno.

Tenéis un grupo de socios y de personas comprometidas muy interesante. De hecho, al menos dos tercios de vuestros fondos, o más, no dependen de la financiación pública, que tiene ese devenir con las crisis y lo primero que recorta son los fondos para este tipo de actividades.

Nosotros tenemos mucha suerte por eso. Las cifras de 2017 aún no se han cerrado, pero tomando como referencia el ejercicio anterior un 85% son fondos privados y un 15% fondos públicos. Lo cual también nos ha permitido sortear la crisis, que también nos ha afectado, como a todos pero no tan fuerte, porque las ayudas públicas se redujeron mucho.

Nuestros donantes son increíblemente fieles. Y son capaces de renunciar a ese café, por no renunciar a seguir colaborando. Porque la gente sabe que hay mucha más necesidad que el café último que te tomas. Y, por supuesto, la campaña del segundo domingo de febrero es básica en nuestras cuentas. Pero también los socios; tenemos casi 80.000, y eso te da una estabilidad y unos fondos que nos permiten ser recurrentes en las ayudas que damos.

¿Cómo veis ese hecho de que, cuando vienen mal dadas en la macroeconomía, los primeros que sufren siempre son los que menos tienen? Que lo primero que se recorta es la ayuda al desarrollo y otros proyectos sociales. Esto, alguna vez lo hemos hablado, molesta, y mucho. Yo creo que con razón. Que haya personas de primera y de segunda.

A mí me duele profundamente. Y las personas de primera, por decirlo así, también están sufriendo, porque todo el mundo ha sufrido la crisis en España. Pero la situación que hay fuera de España, en los 60 países en donde colaboramos, no es comparable: aquí nadie se muere de una tuberculosis porque no hay medicinas. En los países donde trabajamos se mueren porque no tienen acceso a los medicamentos; una malaria aquí es una enfermedad grave, pero no es mortal. En África sí lo es, porque no tienen medios para curarla. Y es que se mueren de hambre, pero de verdad. Y eso aquí no ocurre.

Y caemos en ese tipo de cosas cuando nos tocan a nosotros. Desgraciadamente, como el caso de los religiosos (que no fueron solo religiosos, sino otras personas) que fallecieron por el ébola y que "gracias a su sufrimiento" se puso sobre el tapete una realidad.

Efectivamente, el ébola tuvo más transcendencia porque había españoles involucrados; esto es muy triste. Por supuesto, pobres religiosos, que estaban allí y no se fueron. Pero es triste que solo nos hagamos conscientes de ello porque vemos que nos afecta indirectamente.

Hay muchísimas tragedias por el mundo de las que no nos enteramos. En Manos Unidas, sí, porque lo estamos viviendo; nos llegan noticias e intentamos ayudar, pero no interesan en los telediarios. Y además, la gente cambia de canal cuando sale una guerra. Piensa: ¡ay! otra vez los refugiados...

¿Se nos está haciendo callo en el corazón?

Totalmente. Es tristísimo, pero tenemos una cultura de cambio-de-canal-y-olvido... Por eso lo de "Comparte lo que de verdad importa" Y no, comparte el último divorcio de no sé qué famoso...

Comparte que hay 815 millones de personas que están pasando hambre en el mundo y además es terrible, porque es la primera vez, -según el informe de la FAO de 2016- en los últimos cinco o seis años, que ha subido. Íbamos, poco a poco, mejorando esa cifra y el año pasado subió en 40 millones de personas, motivado por el cambio climático y por las guerras. Por las hambrunas que provocan y los desplazamientos: por ejemplo, en Uganda está el mayor campo de refugiados del mundo. Son refugiados que vienen del conflicto Sudán. En Líbano y en Jordania, los campos de refugiados de sirios e iraquíes. Y hace bien poco, y esto por lo menos sí que salió en televisión, la crisis de Bangladesh, con los refugiados rohingya, que están huyendo y que están muriendo.

Y que tuviera que ser el Papa el que pusiera esto en valor... Es un personaje muy interesante y que, además, en este tipo de crisis, con los refugiados y con el cuidado del planeta, está actuando como un revulsivo.

Sí. Lo es. Es un apoyo fantástico. La encíclica "Laudato si" fue un regalo.

Antes, mientras hablabas, estaba pensando que vosotros lleváis 60 años practicando la encíclica "Laudato si", porque esa custodia, ese compromiso de todos con la vida, no solo la de tus semejantes sino la de todo el entorno, con los conflictos y el hambre, que afectan a la tierra y al futuro...

Efectivamente, la "Laudato si" es nueva, pero nosotros llevamos muchos años trabajando en ello. Y estamos inmersos en la campaña de "Si cuidas el planeta, combates la pobreza". Todo afecta. La red "Enlázate por la justicia" es un trabajo fantástico, además de implicar la unión de las distintas organizaciones de la Iglesia, que también es importante; que estamos juntas. A mí, cuando me preguntan:

- Pero, ¿la otra ONG?

Yo digo:

- Es que todos estamos luchando por cambiar el planeta. Por cambiar la vida. Por compartir lo que importa de verdad y que esa cifra de 815 millones desaparezca.

Es un ejemplo del lema de este año cómo las organizaciones de Iglesia también comparten.

Es que esto no es una competición; estamos luchando por la gente. Es lo que importa: la dignidad de las personas.

¿Cómo podemos ayudar a la campaña de Manos Unidas y a sus proyectos, además de "des-ayunando" el viernes, 9 de febrero, y además de participar en la campaña donando lo que podamos el día 11?

Se puede donar económicamente o, como tú dices, con ayuda en la campaña. Pero también te puedes hacer socio, o aportar ayudas puntuales. Y conocernos; es importante esto, entrar en nuestra web. Allí se conoce la realidad del mundo; hay unos documentos que informan de la situación por la que se está pasando. Y, por supuesto, hacerse voluntario: somos una ONG con 5.000 voluntarios en toda España. Estamos en 72 delegaciones en 72 diócesis, con lo cual, todo el mundo que tenga tiempo puede dedicar parte de él a intentar cambiar el mundo, creo que es muy importante.

Es un propósito de vida. Un camino muy importante.

Y además, recibes mucho más de lo que das, eso está clarísimo. Yo llevo diez y seis años haciéndolo y para mí ha sido la gran suerte de poderlo hacer.

Es lo que se llama el egoísmo positivo, algo bastante real. Hay que ayudar, porque te ayudan.

Sales muy contento, desde luego, porque es mucho más bonito dar que recibir. Yo lo tengo muy claro.

Como un corazón, que tiene sus vasos comunicantes. Esa gran familia humana que ojalá construyamos.

Puedes entrar en la Web de Manos Unidas. También hay un teléfono: 900 811 888, para cualquier tipo de información: "Comparte lo que importa" es el título de la campaña este año. Hay un hastag con el mismo nombre: #ComparteLoQueImporta. Que las redes sociales también son importantes para llevar el mensaje.

Clara, gracias por esta cita anual que tenemos y por el trabajo que lleváis haciendo, día a día, por la erradicación de la pobreza y ese mundo más justo, con esas manos abiertas hacia él, abrazándolo.

Esas manos, negra y blanca, que están juntas porque es un mundo común. Es un mundo de todos. Gracias a vosotros, por ayudarnos a compartir.

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