Manos Unidas clama por "un compromiso firme con los más desfavorecidos" "El hambre no es fruto del destino, sino la consecuencia inaceptable de este mundo"

(Jesús Bastante).- "El hambre no es ni una fatalidad, ni el fruto del destino; el hambre es la consecuencia inaceptable de un mundo organizado de manera que los intereses económicos prevalecen sobre los de las personas". La presidenta de Manos Unidas, Clara Pardo, lanzó este mediodía un llamamiento al mundo para "un compromiso firme con los más desfavorecidos" durante la presentación de la 58 Campaña contra el Hambre de la ONGD de la Iglesia española.

Y es que, como explica el lema de la campaña, "El mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida". Casi 800 millones de personas pasan hambre en el mundo, uno de cada nueve no tienen qué comer... mientras a diario se tiran a la basura millones de toneladas de comida. "No podemos permitir que se desperdicien alimentos mientras condenamos al hambre a gran parte de la población. La solución es posible. Lo sabemos bien. Pero para que se produzcan los cambios, es necesario actuar", subrayan desde la organización.

"Hay que vencer inercias, romper barreras. Y necesitamos ser más. Más personas sensibilizadas y comprometidas. Aquí y en todo el mundo. Porque el mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida", se escucha en los vídeos promocionales de la ONGD.

"Son datos vergonzantes", constató Clara Pardo, que "nos pide a voces denuncia, acción y cambios en nuestra actitud y en nuestros estilos de vida". Porque "no podemos ni queremos dar la espalda a una terrible realidad", desde Manos Unidas apelan al compromiso "con los que pasan hambre, con los niños que sufren, con las mujeres emprendedoras, con los pequeños agricultores, con las poblaciones indígenas", y también con los refugiados, desplazados, víctimas del odio y de la guerra.

60 años luchado contra el hambre da sus frutos. En 2016, según informó la presidenta de Manos Unidas, los ingresos se aumentaron un 5%, hasta alcanzar los 47,6 millones de euros. Este dinero se traduce en 604 proyectos de desarrollo puestos en marcha en Asia, África y América Latina, que han contribuido a mejorar la vida de más de dos millones de personas "de esas periferias a las que se refiere el Papa Francisco".

"Allí es donde habitan aquellos a los que no queremos ver, que tantas veces llaman a nuestras puertas, cerradas a cal y canto para impedir su entrada. Esos seres humanos que, impulsados por el miedo y la desesperación, han dejado atrás toda una vida para toparse de bruces con muros y puertas", subrayó Clara Pardo. Manos Unidas trabaja con desplazados en Oriente Medio, a las puertas de Europa, pero también en Egipto, Eritrea, Somalia o Sudán del Sur, o con los refugiados interiores de Colombia, Centroáfrica o Haití. "Los refugiados merecen acción e inversión, no indiferencia y crueldad", recalcó la presidenta, quien también aludió al cambio climático como motor de desigualdad.

"Esto es lo que vamos a denunciar hasta la saciedad a lo largo de nuestra campaña", culminó Clara Pardo, quien pidió la ayuda de toda la sociedad "para que cada vez seamos más las personas sensibilizadas y comprometidas, aquí y en todo el mundo. Porque sólo así podremos escribir la palabra FIN en una historia que dura ya demasiados años: la de la guerra contra el hambre".

En nombre de esos pobres entre los pobres, en la presentación de la campaña se escuchó la voz de dos trabajadores por la justicia y la paz. El primero fue el asturiano Eugenio López, sacerdote de San Vicente de Paúl que trabaja desde hace 16 años en el norte de Mozambique. "Desperdiciar la comida es pecado", apuntó el religioso, quien incidió en que "lo más urgente es formar a las personas para que sean protagonistas de su historia".

En segundo lugar, Ruth Chaparro, de Fucai (Fundación Caminos de Identidad) en Colombia, que trabaja con las poblaciones indígenas. "El hambre duele, sí, pero es posible acabar con ella", recalcó. Superar el hambre, en su opinión, "es cuestión de justicia, equidad e inclusión".

"El problema no es la falta de dinero, el problema no es la falta de comida. Lo que necesitamos es gente comprometida, menos individualista, menos acumuladora, menos consumista, menos contaminadora, menos depredadora", culminó.

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