Editorial El Semanario de Guadalajara Aborto violento, muy violento

Aborto violento, muy violento
Aborto violento, muy violento

Sin duda que promover el aborto de una forma violenta da a conocer cuáles son sus  argumentos, cuando se sienten atacados por el conocimiento, la razón y la ciencia.

La expresión popular siempre debe existir y se debe salvaguardar; de esto no hay duda. Es un derecho la libertad de expresión, y lo que cada persona o grupo quiera creer, y darlo a conocer a los demás, con carácter de testimonio o hasta de proselitismo. Sin embargo, lo que se tiene que cuidar en las manifestaciones son los derechos de los demás. ¿Hay que expresarse? Por supuesto que sí, pero no de cualquier forma, sobre todo cuando se afectan bienes de terceros, y cuando lo que se está haciendo no quisiéramos que nos lo estuvieran haciendo en nuestras propiedades.

Luego de las marchas de las que fuimos testigos los pasados dos fines de semana, podemos observar cómo se desarrollaron una y otra, cómo fue la participación de los integrantes de cada una, e incluso cómo vino reflejada, en general, en los medios de comunicación. Una, la que atendió el derecho a la vida. La otra, la que proclamó un derecho al aborto.

No nos vamos a pelear por los números, pero resulta increíble para los que fuimos testigos de que, por una parte, la del 21 de septiembre se haya dicho, ‘oficialmente’, que la participación fue de “poco más de 10 mil personas”, cuando la marea de personas iba desde Av. Chapultepec hasta la Minerva. Y así lo quisieron manifestar algunos Medios que estuvieron presentes, y se dieron cuenta, pero no aclararon la insólita cifra oficial.

La de ocho días después fue colocada con el número de ‘cientos’ de manifestantes. No quisieron ahora ser ‘oficiales’ con el número, que no superaba las 450 personas, según el dato institucional.

Pero éste no es el punto, aunque no deja de llamar la atención la disparidad de criterios para enjuiciar y colocar estadísticas. Tampoco nos vamos a meter en arengas del sospechosismo, como para pensar si hay línea ante aberraciones de este tipo. Lo que sí es claro es que no pasan desapercibidas las diferencias a la hora de dar a conocer ambos eventos. Con este criterio, a la Romería asistirán poco más de 20 mil personas, cuando mucho.

Otra diferencia entre los manifestantes en ambas libres expresiones, fue la forma de comportarse. Ante las evidencias no hay más argumentos. Mientras que en la primera se llevaron las cosas en paz, con la participación de familias, incluyendo niños, adolescentes, jóvenes y adultos, con consignas de tolerancia y prudencia ante la vida del ser indefenso que se encuentra en el vientre materno, etc., en la segunda no se permitió la participación de varones, hubo vandalismo, se dañaron tanto bienes públicos (el monumento a Morelos) como bienes particulares (se pintaron paredes de establecimientos), gritos de odio y provocación, ambiente tenso por la posible confrontación con otros grupos, ataque a periodistas (muy poco difundido; no se dio ni se iba a dar esto en la primera marcha, pero cómo les hubiera ido a los primeros por el más leve prejuicio a un reportero). Y pudiéramos engrosar la lista.

Sin duda que promover el aborto de una forma violenta da a conocer cuáles son sus  argumentos, cuando se sienten atacados por el conocimiento, la razón y la ciencia.

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