Editorial CCM Amazonia, ambición y devastación

Amazonia, ambición y devastación
Amazonia, ambición y devastación

La expoliación ahora llega con los incendios que, a decir de los especialistas, han sido causados por individuos con nombre y apellidos, principalmente los de la clase política que han tolerado el establecimiento de las grandes industrias perjudicando la vida de millones de habitantes de la selva Amazónica.

Tremendas escenas dan la vuelta al mundo. En pocos días, más de 70 mil focos activos de fuego han arrasado con 500 mil hectáreas de la Amazonia perjudicando los territorios de los países que comprende la selva que proporciona cerca del 20 por ciento del oxígeno del planeta. Los ambientalistas afirman que los incendios están comprometiendo el equilibrio ecológico además de demostrar los entretelones de corrupción que ha solapado la deforestación de la selva.

La organización no gubernamental Greenpeace ha hecho un estudio pormenorizado para comprender las consecuencias de la devastación que ahora preocupa. En 2006, el informe Devorando la Amazonia,afirmó que entre agosto de 2003 y agosto de 2004 se habían perdido en un solo año 27.200 km2 – un área del tamaño de Bélgica, de las cuales tres cuartas partes de dicha destrucción fueron ilegales. Se habla de la pérdida diaria de un área de 10 km de longitud por 7,5 km de ancho; más de 3 km2 cada hora. Una zona del tamaño de un estadio de fútbol cada ocho segundos.

Las causas están bien identificadas. No sólo es la corrupción política que solapa que grandes consorcios y negocios internacionales monopolicen la producción de soya para consumo en los Estados Unidos y Europa. De acuerdo con Greenpeace, el 80% de la producción de soja de todo el mundo se dedica a la elaboración de piensos para la industria ganadera… Europa compra la mitad de la soja exportada desde el estado amazónico de Mato Grosso, donde se cultiva el 90% de la soja de la selva tropical. Carne alimentada con soja de la selva tropical encuentra el camino hasta los supermercados y cadenas de comida rápida de toda Europa.

La expoliación ahora llega con los incendios que, a decir de los especialistas, han sido causados por individuos con nombre y apellidos, principalmente los de la clase política que han tolerado el establecimiento de las grandes industrias perjudicando la vida de millones de habitantes de la selva Amazónica.

Sin embargo, las ambiciosas pretensiones y mezquinos negocios de los grandes corporativos agricultores de soya no arrasan la selva exclusivamente. Hay además la explotación de miles de personas usadas como mano de obra barata en las plantaciones como nuevas formas de esclavitud que denigran el trabajo y la dignidad de las personas. Sería la punta del iceberg. Se estima que más de 250 mil personas sobreviven debido a este sistema de nuevas esclavitudes en las que, además, se identifica la explotación de niños usados como carne de cañón para los incendios que preparan las tierras de cultivo.

La historia, por lo tanto, es la misma. Ambición desmedida que, por el control de los capitales, perjudica el futuro global que, a la postre, impactará a millones de personas no sólo en Sudamérica. Es así que los obispos de México alzan la voz en un documento llamado Carta por la Amazonia, dejando que ver que lo que pasa a miles de kilómetros de este país no tendrá efectos aislados: Alzamos nuestra voz y la unimos a la de muchos hermanos y hermanas que sienten en su corazón el dolor y muerte en nuestra “Casa común y altar del compartir humano”… Invitamos a unir esfuerzos en el compromiso. El desastre en la Amazonía nos recuerda que nuestro territorio está en peligro, ya que en nuestra Casa Común todo está interconectado.

Esta crisis destapa mezquindades que llevan a la ruina y rompen con este equilibrio del medio ambiente global. En preparación para el Sínodo de los obispos sobre la Amazonia, el Papa Francisco ha manifestado su preocupación por ver las tierras de los pueblos indígenas expropiadas y sus culturas pisoteadas por una actitud depredadora, por nuevas formas de colonialismo, alimentadas por la cultura del derroche y el consumismo. En esto hay mucha razón. Ambición y codicia son los mejores combustibles para la devastación.

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