En el pasado, obispos ya habrían aplicado la pena a torturadores Excomunión para secuestradores y narcos, propone canónigo penitenciario del arzobispado de México

Excomunión para secuestradores y narcos, propone canónigo penitenciario del arzobispado de México
Excomunión para secuestradores y narcos, propone canónigo penitenciario del arzobispado de México

Iglesia debe advertir de las consecuencias de la violencia del juicio del que no podrán escapar y de la condenación eterna; inculcar el valor y la dignidad de la vida humana, que inicia desde la concepción hasta su fin natural; buscar la justicia, la paz y la reconciliación.

La desatada ola de violencia y secuestros que agobia México ha provocado que la respuesta de las autoridades se enfile hacia la progresiva militarización de la seguridad pública. La Guardia Nacional es la opción disfrazada de las fuerzas armadas en tareas que esencialmente no le competen ante el fracaso de la profesionalización de cuerpos policiales y de instancias ministeriales.

En la tarea de pacificación, la Iglesia católica ha propuesto un plan integral para resarcir el tejido social, construir artesanalmente la paz y atender efectivamente a las víctimas a través de centros de escucha especializados.

Sin embargo, otras voces piden que la Iglesia tenga una evangelización efectiva para convertir a delincuentes. En su columna de opinión semanal, el canónigo penitenciario de catedral metropolitana de la arquidiócesis primada de México, Hugo Valdemar Romero, considera que la Iglesia católica de México debe retomar su misión proféticapara revertir el mal con el anuncio de la Palabra advirtiendo de los efectos escatológicos a quienes se empecinan en el mal sin dejar de lado la misión de justicia y paz en la Tierra.

De acuerdo con el canónigo, la Iglesia debe advertir de las consecuencias de la violencia del juicio del que no podrán escapar y de la condenación eterna; inculcar el valor y la dignidad de la vida humana, que inicia desde la concepción hasta su fin natural; buscar la justicia, la paz y la reconciliación. Es momento de que la Iglesia retome su misión profética de denunciar el mal, el aborto que es la más vil de las violencias, los homicidios, los secuestros, las extorsiones, el robo, la corrupción y la inmoralidad.

En este año, los índices de violencia se han disparado en México. La organización Alto al secuestro confirma que ese delito se incrementó 36.5 por ciento en los primeros cinco meses de 2019, respecto al mismo periodo del año anterior, mientras los delitos vinculados con el narcotráfico han echado mano de la violencia. En mayo, las víctimas por homicidios dolosos pasaron de dos mil 800 a 2 mil 979, un aumento de 6 por ciento.

Para el canónigo penitenciario quien es de los pocos sacerdotes responsables de medir las penas espirituales y eclesiales para ser aplicadas conforme al derecho canónico y la disciplina moral de la Iglesia, uno de los recursos a considerar es la excomunión que en estos casos estaría reservada a la autoridad de los obispos diocesanos.

Hugo Valdemar Romero cita el paradigmático caso de la diócesis de Cuernavaca. En 1996, Mons. Luis Reynoso Cervantes, quien sucedió al trágicamente desaparecido Juan Jesús Posadas Ocampo en la sede de esa Iglesia, lanzó un decreto de excomunión contra secuestradores en Morelos haciéndolo efectivo contra los plagiarios del empresario Ortensio Toni Faetti en marzo de 2000.

Mons. Reynoso Cervantes repitió lo que fue también una medida eclesiástica contra torturadores cuando en la semana santa de 1981, su antecesor, Mons. Sergio Méndez Arceo, lanzó un decreto excomulgado a los torturadores al justificar que  “Entre las formas más graves en que se ofende al hermano más pequeño, su vida, su integridad y dignidad, está la tortura, tanto física como síquica, o moral, sobre todo cuando se hace con todos los agravantes, pues la hace la autoridad puesta para proteger y promover todo lo que contribuye a la vida y dignidad de los ciudadanos”.

Incluso en mayo pasado, el vicario general de la diócesis de Cuernavaca habría dicho que la Iglesia no descartaría aplicar la excomunión a los delincuentes que estén asolando al Estado cuando ya no es suficiente sólo el llamado a la conversión.

Hoy la excomunión vuelve a ser propuesta. Para algunos sería una medida anquilosada, típico de una iglesia medieval; sin embargo, capos y delincuentes son fervorosamente creyentes y asocian su labor con una reprobable confianza en los santos a quienes atribuyen poderes protectores. Incluso incentivan las devociones y también han contribuido en lo que, en su momento, fueron las narcolimosnas. El polémico Hugo Valdemar Romero lanza así la pregunta que podría interpelar a más de un obispo que sufre la violencia desmedida en sus territorios: ¿No sería una herramienta eficaz que pueda usar la Iglesia para excluir de la comunión y funerales cristianos a los narcotraficantes, secuestradores, extorsionadores, así como es vigente y clara la excomunión para quienes ayudan y llevan a cabo el aborto?

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