Mons. Ramón Castro: “La persecución nos ha fortalecido y renovado”



Este miércoles 31 de mayo, la diócesis de Cuernavaca encabezada por su Pastor, Mons. Ramón Castro Castro, peregrinó a la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe para cumplir con la cita que todas las diócesis del país tienen para poner a los pies de Santa María de Guadalupe trabajos y quehaceres además de agradecer su maternal intercesión por todos los favores concedidos a lo largo del año.

Guillermo Gazanini Espinoza / 31 de mayo.- En una Basílica de Guadalupe abarrotada de fieles, Mons. Ramón Castro dirigió una homilía particularmente fuerte y profética sobre la situación de su diócesis unida en una sola comunidad de amor en esta peregrinación. Después de exaltar las virtudes de Santa María, quien se encaminó en ayuda de su prima Santa Isabel y al recordar los diversos episodios de la vida de Sagrada Familia la cual vivió momentos difíciles y de dolor, Mons. Castro afirmó que Ella, la Madre de Jesús, acompaña a todo el Pueblo de Dios a través de la historia.

La diócesis de Cuernavaca vivió momentos de gozo especial como los 125 años de su creación el año pasado o la aplicación del Plan diocesano de pastoral y sus líneas directrices bajo la revitalización de la Gran Misión Diocesana Permanente que inició el pasado jueves santo. El Obispo recordó los momentos particulares de gracia como fueron las ordenaciones sacerdotales y la consagración de veinte diáconos permanentes el 13 de mayo pasado: “Hemos vivido nuestra peregrinación en las caminatas por la familia, la vida y, particularmente por la paz. Seguimos peregrinando con nuevos sueños e ilusiones…” afirmó.

El Obispo destacó las cincuenta y dos visitas pastorales donde “el contacto directo con el Pueblo de Dios ha traído cercanía y mayor conocimiento entre Pastor y grey”. Esta peregrinación marca también el aspecto de persecución que la Iglesia y el Obispo han sufrido en los últimos tiempos. “la gracia de haber vivido una persecución que nos ha fortalecido y renovado”. No obstante esta fortaleza, Mons. Castro Castro denunció a los pies de la Guadalupana las heridas del pueblo de Morelos tal y como lo hizo el 6 de mayo durante la tercera caminata por la paz: “Heridas abiertas en el Pueblo… Un pueblo que enfrenta el dolor y la angustia, la impotencia ante el crimen organizado, la violencia, la inseguridad, la impunidad, el desempleo, el terrible cáncer de la corrupción, homicidios, extorsión, abuso de autoridad, secuestros, derecho de piso, tortura, asaltos a domicilios y en las rutas y tantos abusos de autoridad… No podemos olvidar ni dejar de mencionar las fosas clandestinas donde muchos cadáveres son echados como basura sin los debidos protocolos de la ley y, lo peor de todo, es la impunidad. Además, nuestro pueblo morelense no está exento de los ataques que ideologías extrañas ajenas a nuestras convicciones de fe y moral atacan fuertemente a la familia y matrimonio. Esta peregrinación existencial manifiesta a un Pueblo que está herido con sus llagas, su hambre, su sed de justicia, su miedo…” Es un pueblo ofendido y burlado por quienes son responsables de su seguridad. “¡Dichosa tú que has creído, diócesis de Cuernavaca, porque sabes que habrán de llegar días de paz y de justicia donde ya no reinará la impunidad!”

Al momento en que Mons. Castro puso en manos de la Virgen el Plan Diocesano de Pastoral y sus líneas directrices volteó para observar al clero y volviéndose nuevamente al Pueblo congregado mencionó: “Es muy interesante ver al presbiterio y ver a los padres que se están durmiendo… Por eso volteo porque quiero hacer vivo en ellos, que se ponga en práctica las cinco líneas directrices y la Misión Permanente diocesana”. Esa mención hizo que padres se espabilaran y fue cuando Mons. Castro sonrío diciendo: “Ya despertaron”.

La homilía igualmente se concentró en las responsabilidades conjuntas de clérigos, laicos, consagrados y movimientos diocesanos, cada uno en su carisma, para abonar en la consolidación de las estructuras misioneras diocesanas para ponerlas en manos de María. A los movimientos laicales les exhortó a salir del ensimismamiento para interactuar en comunión orgánica y trasversal y exigió a los párrocos la entrega de los Planes parroquiales concretos: “En muchos casos falta un Plan de pastoral parroquial… Que cada parroquia presente su Plan y pusimos una fecha. Hasta ahora el 40 por ciento lo ha hecho… nos falta el 60”.

Animó a la estructuración completa de la catequesis escolarizada y a la celebración de la liturgia viva como experiencia de fe y expresión de los diversos carismas que el Espíritu suscita: “Organizar nuestras comunidades de manera eclesial renunciado al clericalismo…” La realidad, a decir de Mons. Castro, exige de la conversión personal y pastoral, cambio de mentalidad y de estructuras pastorales y de actitudes “comenzado con el Obispo y los pastores”. Enfatizó la necesidad de ser comunidad de salida como lo ha exigido el Papa Francisco, dejando cualquier comodidad para llegar a todas las periferias “que necesitan la luz del Evangelio sin demoras y sin miedo”.

Casi para concluir, el Obispo citó a San Bernardo con el siguiente texto: “Si estás con miedo por tu mala vida pasada, si tienes fuertes remordimientos de conciencia, si quizás temes algún castigo, si comienzas a caer en la tristeza o tal vez en la amarga desesperación, piensa en María. En tus peligros, tristezas y dudas, piensa en María, ama a María, no la apartes nunca de tus labios y tenla presente siempre en tu corazón… Siguiéndola, irás bien en el camino… Si Ella está de tu parte, siempre triunfarás”.

La homilía concluyó con la invocación a la Virgen de Guadalupe para que en esa Iglesia suscite sacerdotes hermanos, pastores con olor a oveja; laicos maduros, trabajadores incansables por consolidar el Reino de Dios y una vida consagrada con actitudes coherentes.

Al término de la celebración, y después del anuncio de las próximas ordenaciones sacerdotales a realizarse el 23 de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, en Catedral de Cuernavaca, Mons. Castro Castro animó a los presentes a hacer lío instruyendo lo que el acróstico significa: Leer la Sagrada Escritura particularmente los Evangelios en ambiente familiar, Invitar a los católicos alejados quienes han dejado de practicar la fe y la Oración con la cita especial, en punto de las 12 hrs, para recitar el Ángelus diario ofreciéndolo por la paz "que tanto necesitamos en nuestros corazones, en nuestras familias y en nuestros pueblos".

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