Editorial CCM. PND 2019-2024, el idilio

El PND 2019-2024 es un catecismo de la doctrina de López Obrador con dogmas que deben aceptarse, asentado en tierra muy movediza que podría poner al país en serios dilemas.

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Pocas consistencias, muchos ideales. El Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 (PND), documento rector de las políticas de cada administración, fue entregado a la Cámara de Diputados para su aprobación. Aunque excedió los términos marcados por la ley para su entrega, por primera vez, lo que era un documento del Ejecutivo exclusivamente, entra en la competencia del Legislativo para su análisis de conformidad con lo establecido en el artículo 26 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

El Plan debe articular solidez, dinamismo, competitividad, permanencia y equidad al crecimiento de la economía para la independencia y la democratización política, social y cultural de la nación en una proyección a veinte años según el texto constitucional y la Ley de Planeación.

El documento del presente gobierno levanta más dudas que certidumbre. De poco más de 64 cuartillas viene a ser una especie de manifiesto sin ofrecer el engranaje de la maquinaria de políticas de gobierno de forma integral para conocer cuáles serán las perspectivas reales de crecimiento y desarrollo.

En la presentación, el resumen de lemas parece más las propuestas de un político aspirando al cargo más que las de un presidente en funciones. Carente de articulación entre acciones específicas y ejes, el Plan vuelve hacia los programas del presente gobierno característicos por el dispendio de recursos sin reglas de operación claras ni financiamiento que los vaya soportando por seis años de administración.

El epílogo es propio de una epopeya homérica: Un territorio verde y reforestado como los nórdicos, crecimiento económico del 6 por ciento anual, el fin del neoliberalismo, trabajo para todos, autosuficiencia alimentaria, agua suficiente para cubrir hasta las necesidades del agro, un país de gente activa y deportista, el fin absoluto de la pobreza entre otras, tendrán por marco la seguridad y bienestar.

Una de las consideraciones del epílogo del Plan determina contundente: “Después de un periodo de 36 años de deterioro sostenido, los salarios habrán logrado en un sexenio una recuperación de cuando menos el 20 por ciento de su poder adquisitivo, el mercado interno se habrá fortalecido y habrá en el país una mejor distribución de la riqueza y del ingreso. El grueso de la población podrá consumir algo más que artículos de primera necesidad, como sucede ahora. Nadie padecerá hambre, la pobreza extrema habrá sido erradicada, no habrá individuos carentes de servicios médicos o de medicinas y los adultos mayores recibirán pensiones justas y podrán vivir sin estrecheces materiales”. Y en final apoteósico dice: “En el último año del presente sexenio, en suma, el país habrá llevado a cabo lo sustancial de su cuarta transformación histórica, tanto en el ámbito económico, social y político, como en el de la ética para la convivencia: se habrá consumado la revolución de las conciencias…”

Para nadie es desconocida la progresiva forma como la economía se ha venido degradando y con ello la elevación de los índices de la pobreza, no se ha reducido la violencia y los conflictos sociales se multiplican en el país. Cualquiera puede ver que, independientemente del dispendio de recursos en programas asistenciales, la economía podría quedar prendida de alfileres si no se genera la confianza necesaria para la inversión. Un país no avanza ni se desarrolla por opiniones ofrecidas a manera de proclama. En esto, la Cámara de Diputados -léase fracción parlamentaria del MORENA- deberá responder con la mayor responsabilidad para aterrizar a la realidad este proyecto que parece plataforma electoral de campaña.

El PND 2019-2024 es un catecismo de la doctrina de López Obrador con dogmas que deben aceptarse, asentado en tierra muy movediza que podría poner al país en serios dilemas. Y aunque se dice considera la visión de largo plazo del fomento económico nacional, la realidad es que el PND es el puro idilio político de la cuarta transformación.

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