Del aborto a la dictadura...

Editorial Desde la Fe / SIAME. 04 de mayo.- El 24 de abril se cumplieron siete años de las reformas al Código Penal y a la Ley General de Salud del Distrito Federal para tolerar el aborto hasta la doceava semana. La legislación de la IV Legislatura de la ALDF legalizó la muerte de seres humanos en gestación; ciento veinte mil niños y niñas fueron asesinados por el encumbramiento de la cultura de la muerte y la sinrazón política en un desgraciado hecho legislativo de la historia de la Ciudad de México y del país, al despreciar derechos esenciales y valores fundamentales de las personas.

En infausto y estéril envalentonamiento, representantes del Partido de la Revolución Democrática en el Distrito Federal dirigieron una carta al Arzobispo Primado de México, el cardenal Norberto Rivera Carrera, y a la comunidad católica en la Ciudad de México, pronunciándose sobre el criminal aniversario y por las opiniones expresadas por este Semanario en sus editoriales. La carta pretende defender la decisión del aborto como la falacia de derecho humano irrebatible. El documento llama a la Iglesia Católica a abstenerse de cualquier opinión en contra de las campañas de prevención del embarazo, y exhorta a la Arquidiócesis de México y a los católicos a respetar las decisiones legislativas emanadas de la Asamblea Legislativa en posesión del Partido de la Revolución Democrática.

La carta es muy desafortunada y revela la amnesia de un partido político que, olvidando su historia, traiciona los ideales de la democracia. La laicidad garantiza el diálogo y la tolerancia contra las pretensiones impositivas, despotismo y autoritarismo de la mayoría. La Iglesia Católica está del lado de la vida, hacer mutis de este deber sería traicionar al Evangelio mismo y la Palabra de Jesucristo, quien llama a amar y respetar a todos los seres humanos, incluso a quienes están en gestación en el seno materno. La Iglesia Católica no quiere el mal para mujer alguna y sí, por el contrario, lucha por la consolidación de sus derechos, el respeto de su dignidad y la legalidad para que ellas no sean acusadas y criminalizadas injustamente.

La carta del PRD-DF demuestra claramente cómo las autoridades de ese partido, bajo la fachada de la tolerancia y el respeto, pretenden imponer, someter, anular y diluir la opinión de otros actores sociales. Nadie está obligado a seguir legislaciones injustas, inequitativas, contrarias a la vida y al bien común; nadie debe ser sometido por mayorías legislativas y ningún líder político está en posición de exhortar u ordenar a cualquier persona a abstenerse de sus acciones o dejar de hacer tareas que abonen al bien común. No hay duda, el PRD, al gozar del poder, desconoce los principios por los cuales luchó. Es la izquierda que, usando al pueblo, quiere pasar de la dictadura del aborto a la dictadura perfecta de partido que tanto despreció.
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