El asesinato que paralizó al Congreso…



Editorial CCM / Un desgarrador grito interrumpió la monotonía de la sesión ordinaria del jueves 8 de noviembre de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Desde una de las curules, Carmen Medel Palma, diputada del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) por Veracruz, estremecía a sus pares con la trágica noticia del asesinato de su hija en Ciudad Mendoza, Veracruz. De 22 años, la joven estudiante de medicina, ultimada por un hombre quien después apareció asesinado, habría sido víctima de una confusión enlutando a una familia mexicana como muchas otras que han perdido a seres queridos debido a la violencia demencial que parece trasminar por cualquier rincón de la geografía nacional.

Al finalizar este sexenio 2012-2018, el repunte de la violencia y la tasa del índice de homicidios son escalofriantes. Sin tregua, sin cuartel, miles de mexicanos pierden la vida bajo circunstancias cobijadas por la más execrable impunidad y el desgaste de las instituciones rebasadas. Un día antes del asesinato de Valeria Cruz Medel, la organización “Impunidad Cero” hizo público su estudio sobre homicidio e impunidad. Bajo el título “Impunidad en homicidio doloso en México 2018”, la organización afirma que “los homicidios van en aumento a medida que las sentencias condenatorias y la capacidad de respuesta del estado disminuye, evidenciando el colapso del sistema de investigación, persecución y justicia penal. La brecha que se abre entre estas dos tendencias hace que la impunidad sea cada vez mayor”.

Al explorar el estudio, mismo que echa mano de las cifras del Instituto Nacional de Geografía y Estadística y del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, revela que el 2017 tuvo una incidencia de “29,139 homicidios dolosos en México, más del doble de los registrados en el 2001 (13,855)”. De hecho hay estados de la República, como Baja California, Baja California Sur y Guerrero, donde los homicidios por cada 100 mil habitantes son mayor a las tasas en países más críticos e inestables como Venezuela y Honduras.

Las conclusiones del “Impunidad Cero” no dejan lugar a dudas. ¿Cuál es el sustrato de la muerte? Impunidad e injusticia. Y concluye que “para hacer frente a este delito se debe trabajar en ambos términos del cociente de la impunidad: reducir la violencia y mejorar la capacidad de investigación y disuasión penal del Estado”.

Sin embargo, hay otra dimensión igual de preocupante. Se advierte que en la sociedad mexicana hay una especie de sentimiento que tiende a hacer normal la violencia; el asombro e indignación se vienen perdiendo cuando los homicidios son cosa ordinaria, nota común. Sólo la sociedad en general y cada persona habrán de redescubrir el valor inestimable de cada vida y el respeto por el prójimo cuando nos demos cuenta que, al ser asesinada una personas, también se aniquila a cada uno de nosotros sin importar dónde esté, cuál es su condición social, económica o la creencia que profese. La violencia y la muerte no tienen distinción alguna.

Lo sucedido en la Cámara de diputados dio una escena por demás emblemática y profundamente interpelante. Ese día no sólo un grito conmocionó hasta las entrañas a quienes tengan en su interior el mínimo sentido de compasión. Ese día será recordado porque el poder del crimen paralizó a uno de los Poderes de la Unión…
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