El cardenal mormón




Guillermo Gazanini Espinoza / Ha llamado la atención cómo el arzobispado de México no hizo mayor publicidad ni aspavientos por la reciente ordenación de diáconos, el domingo 10 de febrero en Basílica de Guadalupe, pero sorprende más cuando esa fiesta eclesial arquidiocesana cobijó a un selecto grupo de líderes religiosos que no precisamente creen lo mismo que los católicos.

Ahí estaba la crème de la crème de los santos de los últimos días, los llamados mormones. Como consigna el sitio de prensa de la Iglesia de Jesucristo de los santos de los Últimos Días, el apóstol viviente Quentin L. Cook, una de las máximas autoridades del Quórum de los Doce de la iglesia mormona; el élder Whitney Clayton de la presidencia de los setenta; el obispo Christopher Waddell, segundo consejero del obispado presidente, y el élder Arnulfo Valenzuela, presidente de área México y maestro en administración empresarial por el IPADE, fueron invitados “a la ceremonia solemne de ordenación diaconal dirigida por el Arzobispo Primado de México, Carlos Aguiar Retes”.

No es la primera vez que Aguiar Retes se siente a gusto y cómodo entre mormones. El arzobispo de México y Whitney Clayton ya son viejos conocidos desde una primera visita cuando en febrero de 2017 el mismísmo presidente del Quórum de los Doce, la máxima autoridad de los mormones “sostenido y apartado como el décimo séptimo Presidente y profeta de la Iglesia de Jesucristo el domingo 14 de enero de 2018 en el salón superior del Templo de Salt Lake” visitó al entonces arzobispo de Tlalnepantla en donde también estuvo el empresario Patricio Slim a fin de tratar “los desafíos que ambas iglesias tienen en común”. En esa ocasión le fue entregado al arzobispo Aguiar una estatuilla de Cristo, la que es usada como gancho en sus centros de visitantes, para fortalecer los “lazos de cooperación entre religiones” que no requieren de “compromiso doctrinal”.



Nada más podría ser tan aceptado y esperanzador que dos dirigentes religiosos se reúnan en un emblemático recinto católico para afianzar temas en común y poniéndose al mismo nivel de relaciones. Nada podría tener de malo esta visita; sin embargo, los hilos ocultos que mueven los mormones llevan detrás sutiles tácticas que, disfrazados bajo la bondadosa máscara de diálogo y encuentro con importantes líderes religiosos de otras agrupaciones, pretenden pasar por trascedental apertura de una iglesia que inició en México en 1876 cuando desde Salt Lake un pequeño grupo de misioneros se fincó en el propósito de “llevar la evangelización de la iglesia restaurada” al país del sur.

En los últimos años, los mormones han presumido de apertura y diálogo. Y aunque ellos mismos reconocen que entre el catolicismo y el mormonismo “hay diferencias muy marcadas” todo esto parece reconciliarse cuando quiere desaparecer esas diferencias con las hábiles fotos montadas en sus sitios oficiales con altos prelados de la curia romana y el mismo papa Francisco. ¿Por qué esta propaganda?



No hacen falta intensos estudios para saber que los mormones son una iglesia agresivamente proselitista, de negocios y de calculado marketing que recluta y vende una mercancía religiosa que tiene un claro made in United States of America. Sus comienzos están en ese oscuro capítulo de la supuesta revelación de una nueva iglesia restaurada a un profeta americano llamado Smith a quien como nuevo Moisés se le dio la tarea de profetizar la restauración del Evangelio en América.

El amable lector quedaría sorprendido al saber que un cardenal de la Iglesia católica y arzobispo de México estrecha lazos de afinidad con quienes, en su doctrina, ha especulado sobre la creación y posible generación sexual de Jesús como sus mismos apóstoles lo han afirmado. En 1966, el apóstol Bruce McConkie escribiría que “Cristo fue engendrado de un Padre inmortal de la misma manera que los hombres mortales son engendrados de sus padres mortales”, pero quizá esto no sea lo importante. Obviamente, como muchas de sus doctrinas fundacionales, los dirigentes mormones han ido mutando de opinión para hacer posibles las relaciones con otras iglesias, siempre a conveniencia de sus intereses de marketing religioso.

Sin embargo, esta creencia no está peleada con lo que realmente interesa en este mundo. El mormonismo está convencido de la teología de la prosperidad. Su mismo nacimiento y expansión hicieron necesario la adquisición y establecimiento de empresas que, oficialmente, dicen, no representan ingresos multimillonarios; su intensa labor es la de una trasnacional religiosa que tiene fuertes inversiones a nivel mundial. En 2012 la revista de negocios Businessweek publicó un profundo articulo titulado "Cómo hacen dinero los mormones"que molestó a la dirigencia por demostrar lo que es: Una empresa religiosa.

Con una portada que provocó prurito y enfocó las baterías del sofisticado aparato mormón para desactivar las crisis de comunicación, la iglesia criticó la información de la revista de negocios que afirmó que la organización religiosa no era sostenida simplemente por el obligatorio diezmo de sus adeptos, calculado en 8 mil millones de dólares. Businessweek no tuvo empacho en despertar la furia mormona cuando demostró las otras fuentes de financiamiento que hacen posible la teología de la prosperidad de la iglesia. El artículo no tiene desperdicio. Según esa investigación, los activos de la iglesia están valuados en millones de dólares entre los que se encuentran empresas hoteleras y de turismo, ranchos ganaderos, medios de comunicación, empresas aseguradoras, miles de hectáreas de áreas agrícolas, bienes raíces y centros comerciales.

Ese análisis de Businessweek abre con la emblemática apertura del City Creek Center en 2012. Un megacentro comercial con todas las comodidades, facilidades y conexiones al principal Templo de Salt Lake. Como se lee en la publicación: “En la mañana de su gran inauguración, miles de compradores abarrotaron el centro de Salt Lake, ansiosos para abrirse paso a empujones hacia las tiendas. El himno nacional fue reproducido, y Henry B. Eyring, uno de los consejeros sobresalientes de Monson, le dijo a las multitudes, “Todo lo que vemos alrededor de nosotros es evidencia del compromiso desde hace mucho tiempo atrás de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para con Salt Lake City.” Cuando llegó el momento de cortar el listón rosado del centro comercial, Monson, flanqueado por dignatarios de Utah, animó, “¡Uno, dos, tres – vamos de compras!... Observar a un líder religioso celebrar un centro comercial puede parecer surrealista, pero el City Creek refleja el espíritu de empresa que anima el mormonismo moderno”.

En todo, la prosperidad de los mormones se observa por las facilidades fiscales que benefician a las iglesias en Estados Unidos, pero detrás el trabajo de sus misioneros y voluntarios en su proselitismo reclutador de conversos y clientes para el Evangelio restaurado puntal de un imperio religioso y comercial con trabajo gratuito y mano de obra barata. Eso está en la médula, en sus orígenes. El éxito comercial que bien puede venderse a través del evangelio restaurado: “En la actualidad los mormones usan sus negocios en parte para esparcir valores de la iglesia”. Y ¿Esta riqueza es usada para los pobres y la pastoral o para labores humanitarias? De acuerdo con el análisis citado: “un reporte informativo oficial de la iglesia de Servicios de Bienestar, la iglesia dio $1.3 miles de millones de dólares en ayuda humanitaria en más de 178 países y territorios por 25 años entre 1985 y 2010…si se distribuyen uniformemente esos $1.3 miles de millones de dólares sobre un cuarto de siglo, esto significaría que la iglesia dio $52 millones de dólares anualmente. Un estudio coescrito por Cragun y recientemente publicado en Free Inquiry estima que la Iglesia Mormona dona sólo alrededor del 0.7 por ciento de su ingreso anual a caridad; la Iglesia Metodista Unida da alrededor del 29 por ciento…”

Es ese el paradigma que motivó el ideal de una iglesia como libre empresa que tienen por fachada la libertad religiosa y los recursos publicitarios para hacerlo. No importa con quiénes se quiera hacer alianza, los mismo vale en millones de dólares.

Quizá el amable lector juzgaría que nada tuvo de malo que el cardenal Aguiar Retes recibiera fraternalmente a otro obispo enfundado en pulcro traje e impecable corbata en Basílica de Guadalupe. Un obispo de la verdadera iglesia restaurada superando a la católica y que tiene una generación de apóstoles vivientes que ahora no tienen la menor vergüenza y sí el mayor descaro de tomarse la foto con este y otros cardenales católicos para mayor sorpresa de fieles comunes y corrientes para hacer posible el mejor mercadeo proselitista posible.

Pero lo que deja boquiabierto es la foto de un cándido Aguiar Retes que recibe complacido un ejemplar de El Libro de Mormón. A los pies de la Bienaventurada Virgen María, el cardenal fue juguete mediático cuando el apóstol viviente puso en las manos del inocente arzobispo un ejemplar, una dedicada y exclusiva copia que remite a lo que supuestamente es reproducción fiel de las planchas de oro que Moroni entregó a José Smith en el nuevo Sinaí americano, el monte Cumorah, cimiento fundamental de su extraña historia. Es la savia y esencia del mormonismo, el Libro de Mormón, el “otro testamento de Jesucristo”.

No se necesita más que dos dedos de inteligencia para saber el significado de esta foto magníficamente lograda. La entrega del libro de mormón estampado con el nombre de su Eminencia como instrumento esencial de sus creencias y razón de su aguerrido proselitismo. Quizá en eso se inspire la Iglesia para soñar de don Carlos Aguiar para diseñarla como modelo de negocios donde sus recursos estarán destinados para “la pastoral y los pobres”; sin embargo, y en el fondo, esa reunión fue marco para el consentimiento del proselitismo mormón del más alto nivel y de la teología de la prosperidad que sólo se da en esas cúpulas: El blanco de esa avanzada mormona en Basílica de Guadalupe fue el mismo arzobispo primado de México. Por lo menos él hubiera devuelto el regalo con un ejemplar bellamente dedicado del catecismo de la Iglesia católica para el apóstol. Hasta en eso hay niveles.

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