"No puedo ver a los padres igual..."



Sinfín de casos... abusos y más abusos. Cuesta trabajo creer que esto sea más que epidemia. Tiene el grado de pandemia clerical que infectó a muchos a quienes se les traicionó y burló. Recientes o añejos, las víctimas viven con el inmisericorde peso de una carga lacerante de la misma existencia personal y de la intimidad, de la conciencia. Sólo quien ha tocado fondo tiene la fuerza para salir a flote con esperanza de sanar y perdonar. Los grandes abusadores seriales tienen nombre y apellido: Marcial Maciel, Fernando Karadima, Theodore McCarrick o Eduardo Córdova Bautista. Todos ellos encumbrados en el ministerio y hasta adorados por sus fieles; al final cayeron revelando el entramado de corrupción y encubrimientos.

Hay más casos, menos mediáticos, más ocultos, igual de pervertidos y destructores. Gente anónima tocada por el mal en la persona de los abusadores de la religión. En 2009, llegaron a este blog algunos testimonios de mujeres burladas y abusadas por sacerdotes, casos cortados con la misma tijera: Curas encantadores, simpáticos, carismáticos aprovechándose de la confianza e inocencia de niñas o mujeres jóvenes; prometieron todo, hasta lo imposible, y corrompieron sin el menor remordimiento. Sólo un poder de lo Alto podría sacar adelante a quienes vieron al diablo en la persona de un hombre consagrado. Aquí el testimonio de una mujer que fue enamorada por un sacerdote y publicado en 2009 en este blog; sin embargo eso mismo puede estar pasando ahora en colonias, barrios, pueblos y lejanas comunidades donde el anonimato y silencio son los mejores cómplices para realizar el peor de los pecados: Escandalizar a los más pequeños.

Este comentario es de quien, en ese tiempo, se identificó como“sobreviviente”. No indicó lugar, comunidad o país. Cuando encontró el testimonio de otras mujeres enamoradas por curas, tuvo el ánimo de escribir su experiencia la cual, como ella misma describe, la hizo estar “en el infierno”. Sin embargo, la fuerza de voluntad y su amor propio, hicieron que pudiera perdonar a un sacerdote que le causó daño… Continuó adelante en esa ocasión después de esa experiencia desafortunada. Este fue testimonio que ahora recordamos en un post particular en este momento cuando la Cumbre antiabusos se desarrolla en Roma.

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Hola. Hoy, por inspiración de mi Divina Presencia, busqué en internet algo que hablara de mujeres enamoradas de sacerdotes y gracias a Dios encontré este blog donde quiero contar mi experiencia.


Nunca fui cercana a la iglesia, mucho menos a los sacerdotes sino hasta la edad de 26 años que me integré a un grupo de mi parroquia (quiero comentar que a pesar de que ya no era una niñita, era una mujer muy limpia y pura en todos los aspectos, sólo había tenido un novio en toda mi vida). Fue aquí donde conocí a mi párroco, admirado y muy querido por toda la comunidad, un hombre que me llevaba 14 años que me imponía mucho respeto,

Yo tenía muy poca convivencia con él hasta que comencé a ir a casa de una buena amiga, (qepd) donde él asistía una vez por semana a cenar. Allí comencé a tener una amistad muy linda y muy sana con él. Comenzó a mandarme a cursillos, retiros, a darme más actividades en la parroquia, la coordinación del grupo, en fin, estaba totalmente entregada a las actividades de la iglesia y era una época inmensamente feliz para mí y todo era normal. Yo no veía nada fuera de contexto, el padre era mi amigo, mi director espiritual, alguien a quien yo admiraba y respetaba y hacia él sólo existía cariño fraterno, lo veía como alguien de mi familia…

En fin, un 31 de diciembre, después de celebrar con mi familia, fui a casa de mi amiga. Él estaba allí y todo era normal como siempre; nos pusimos a jugar maratón (siempre lo hacíamos) y se sentó a mi lado para jugar en mi equipo. Cuál fue mi sorpresa que comenzó a hacerme tocamientos por debajo de la mesa; yo estaba en shock, lo único que atinaba a hacer era quitarle la mano y aventársela pero el seguía hasta que me levanté y me fui a mi casa. Lloré toda la noche, yo siempre había sido una mujer muy alegre, modestia aparte la gente siempre me buscaba; entonces, esa noche, lloraba y pensaba que algo en mí lo orilló a hacerlo y analizaba mi comportamiento porque no podía creer que él, siendo la persona que era, lo había hecho.

Me sentía fatal, dejé de ir a casa de mi amiga, ella era una señora muy perceptiva y me conocía desde niña así que sabía que algo había pasado y me mandó llamar y me preguntó si había sido por culpa de él. Ella fue mi apoyo y su consejo fue que no me alejara, que lo confrontara y lo hice. Me mandó llamar, fui a verlo y me pidió perdón; me dijo que jamás le había ocurrido eso nunca, que lo que sentía, porque nunca lo había sentido por nadie más en sus 12 años de sacerdocio. Y pongan atención en esto que me dijo: Que muchas mujeres se le ofrecían y que siempre ponía su distancia porque no sentía ningún interés por ninguna mujer pero lo que estaba sintiendo por mí le hacía despertar a su estado de hombre y tenía miedo caer, que yo era como su escudo protector… Imagínate, me sentía más culpable todavía y me decía a mí misma que como había sido la culpable de esos sentimientos, yo lo protegería en todo lo que pudiera.

Me convertí en su inseparable amiga y sólo eso, amiga… Ya no tenía vida fuera de él, la iglesia y mi trabajo; en mi casa, mis padres son muy posesivos por lo que yo no salí mucho con chicos, era una mujer sin relaciones amorosas y cuando tenía una salida por alguna razón, él llegaba y ya no salía. Así estuve por un tiempo hasta que caí, me sentía profundamente enamorada de él, comenzamos una relación que duró cuatro años: besos, abrazos, caricias sin sexo; yo no quería y aunque me decía que jamás había tenido relaciones sexuales (entro al semi como de 14 años) yo nunca quise llegar a tanto. Yo si era virgen, fueron 4 años de mi vida… estuve en el infierno y fue ése.

¿Por qué? No sabes la cantidad de rumores que comenzaron a llegarme. Que él tenía relaciones con una mujer casada, esa mujer me reclamó, yo la vi en un lugar esperándolo y aun creía en él, que era su única y primera vez. A raíz de todo esto me hice muy obsesiva, celosa, neurótica, no tenía paz. Comenzaba a creer en esos rumores pero no tenía nada que lo comprobara, así que le puse un ultimátum y le dije que no podía seguir y termine con él.

Me rogaba y lloraba, que lo comprendiera, que no podía dejar su vida y yo lo entendía. Era su entrega a Dios pero yo no podía más. La pasé muy mal, caí en una depresión muy fuerte que me siguió muchos años de mi vida. Seguí teniendo amistad con él pero nada más, aunque siempre insistía que fuéramos más. Fui fuerte.

Muy poco tiempo después de esto, casi enseguida, conocí a un chico que, aunque me da pena decirlo, fue mi tabla de salvación. Comencé una relación con él y cuando el padrecito se enteró, me acosó como nunca lo había hecho; sabía dónde y con quién estaba cada minuto de mi vida, le contaba a mis padres no sé qué tantas cosas que nunca aceptaron: sobre mi noviazgo, que era casado, que me iba a hoteles con él… En fin, me llené de mucho coraje hacia él que no sé cómo, y no soy hacker, me pude meter a su correo. Conseguí mensajes de su celular y cuál fue mi sorpresa que pude corroborar que sí tenía relaciones con más mujeres, con la casada, con otras que no conozco, con una de Venezuela que hasta se había llevado a Acapulco.

No sabes el odio que le agarré. No sabes todo lo que hice para desprestigiarlo, si no públicamente, sí con nuestras amistades en común a pesar de que ya tenía como medio año con mi novio. Me sentí herida profundamente y se atrevió a decirme, cuando vio que lo de mi novio era en serio, que dejaba todo, que estaba muy mal por mí, me lloraba a lágrima tendida y me acosaba a pesar de que le enseñé todo lo que había descubierto; obvio lo negaba, decía que se casaría conmigo. Lo vi muy mal la verdad, pero creo que sólo lo decía para quedar bien como siempre porque sabía que lo había sacado de mi corazón con eso y, si antes estaba seguro de mí y de cuánto lo amaba, en ese momento se dio cuenta que estaba continuando con mi vida; lo odié mucho, cuando pensaba en él sólo pensaba en dañarlo y, aunque amé mucho a mi novio, muchisísimo, existía esa sombra en mí.

No pude tener un buen noviazgo, mi familia no lo quería y existía el fantasma del padre diciéndoles no sé cuántas cosas. La relación terminó después de 2 años y tuve otra que tampoco pude llevar. Me di cuenta que necesitaba sanarme, lo volví a ver, lo busqué para pedirle perdón por todo lo que lo odié para sanarme a mí misma. Después de 5 años (más o menos) aun dice que me ama y me confesó que tiene un amante. Me dijo lo mismo que antaño, que por mí deja todo (o sea la amante) y que quería comenzar de nuevo conmigo; obvio yo no, me acerqué a él para sanarme, ya no lo odio porque eso sólo me hizo daño.

Por primera vez, desde el 2000 que lo conocí hasta ahora, siento que voy muy bien; dañé a personas que me amaban a causa de lo que cargaba, pero estoy saliendo adelante. Volví a integrarme a grupos en la iglesia pero ya no puedo ver a los padres igual. Sé que uno no son todos pero ¡ay Dios! no es la única experiencia que tengo y he visto muchas más... Ahora sigo algo mucho más espiritual que religioso y estoy muy bien... excelentemente bien... lista para MI Plan Divino.... GRACIAS.
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