Alejandro Massa Varela, joven filósofo y escritor mexicano “La religión es una entrada brutal de la sensibilidad”

La reciente obra del autor es "una exploración de lo desconocido... una búsqueda de la trascedencia"

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En los tiempos del pensamiento débil, es raro encontrar a jóvenes autores que realicen un ejercicio de sistemático de reflexión filosófica y teológica conjugando mística y estética.

Eso es la obra de Alejandro Massa Varela (México, 1989) no trata simplemente de sentencias a la ligera… Es saltar a la trascendencia a partir de las nobles inquietudes que pueden agobiar y poner en los límites de la angustia a cualquier alma. Ser y mística, no-ser e inmortalidad. Conceptos a los que no se puede ser indiferente. La juventud de Massa no óbice en el descubrimiento progresivo del ser a través del juicio de la historia, la poesía y la dramaturgia. El 6 de marzo, en la Comunidad Teológica de México se presentó su reciente obra “El Ser Creado. Ejercicios sobre mística y hedonismo” bajo el sello de Plaza y Valdés Editores

La obra de Massa podría ser compleja si el lector no tiene los mínimos elementos filosóficos para comprenden la profundidad del lenguaje, pero sería una obra accesible a todos cuando, en palabras de Mauricio Beuchot, autor del prólogo, nos habla de un tema común a todos: “El amor (como) fuego ontológico…” el mismo que inspiró e inflamó a los más variados místicos, “amor que fecunda el vacío y hace que se encuentre el ser en él…”

Entrevistado por RD, Massa bucea en el mar del pensamiento para sacar de sí mismo lo mejor que un ser humano puede dar: La experiencia de un viaje “azaroso e incluso arriesgado”, diría Beuchot, como testigo del peregrinar hacia el totalmente Otro.

¿Qué motiva esta obra? El miedo a Dios, el miedo a la nada, perderse. Massa lo explica: “El viaje comenzó en ese dolor, pensando y escribiendo”. Contrario a lo que puede pensarse, el autor no es un hombre religioso, su obra quiere combatir lo que la cultura ha hecho de la religión.

El vaciamiento de Dios es la línea constante en la obra. “No podemos apropiarnos de Dios”, afirma, o de manera impersonal, no podríamos apropiarnos del mundo. Es necesario hacer un ejercicio de amor para librarnos de cualquier forma de apego y lo más peligroso es el “apego a la imaginación” como la idea propia que tenemos de nosotros mismos y del mundo. Y sentencia: “Queremos pensar que nuestro deseo es la realidad, eso es peligroso”.

Ese ídolo parte de algo más “primordial e infantil” dice el autor. A través de su experiencia de angustia que venía desde su niñez, Massa no vacila en afirmar que el mundo puede abrirse como una ilusión. Según la obra, “Dios no aparece en el mundo”, y esto lo funda en la inspiración que el autor tiene en el pensamiento de Simone Weil (1909-1943), -él mismo así se dice ‘weiliano’- filósofa francesa de raíces judías. “El mundo es sentido, más que hablar de él, no podemos dejar de hacerlo”.

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Simone Wiel (1909-1943)

Lo místico señala lo eterno dice el joven autor. En este sentido, la mística, afirma, es una “afección del propio mundo”; es complicado, pero llega a ser experiencia para saber cómo se vive. El salto debe ser un absoluto amor al bien, moviéndose a la nada porque “el bien no nos pertenece”, este es un ejercicio místico del lenguaje de la creatividad.

¿Qué quiere decir que el alma sin Dios queda purificada? No es una idea actual,  ya se rastrea desde las religiones antiguas. “Debe profundizarse en la necesidad, en un aprecio hacia el mundo”, se debe servir a Dios y no al concepto de Dios en sí mismo. Es una manera de fe este desapego a Dios inspirado en lo que decía Simone Wiel: “Hay que rezarle a Dios como si no existiera…” Así se purifica el alma, despegándose de un concepto.

Para Massa un término clave de la obra es la “erosofía” no como lógica del ser y más bien pensar en otra manera retórica sobre el valor y en la persona. “Creo que la experiencia es regresar a lo erótico, a lo original, ligando el mundo a mi sensibilidad para romper conmigo mismo… Es el eros como forma del amor”. El amor no se distingue de todo lo que es nuestro, es algo inmediato por lo que la identificación con cualquier cosa es erótica. Así la sensibilidad está ligado al mundo como gratitud erótica”.

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El punto nodal de la obra es la interesante manera como aborda lo místico. Pero Massa no se considera como tal, antes que místico ve al mundo como “puerta a lo abierto” y explica: “En el budismo zen se dice que hay momentos iluminados, no hombres”. La teofanía no puede extrapolarse a ningún lugar, Massa afirma que las personas -más que decirse místicas- deben aspirar a la conmoción y el desapego

Sin embargo, la conmoción mística tiene un riesgo: perder la conmiseración por las cosas que nos ofenden. La religión no es despreciable cuando su principal valor es decirnos cómo es el mundo. “En todas las cosas, la religión está presente como tema más original, hablar de religión es la cara cultural de la mística, de cómo es... El lado confesional implica repensar su sentido que implica la crítica a la autoconservación religiosa como abuso de los demás”.

¿Hasta qué punto es posible la santidad? Para el autor es una meta. “En el cristianismo es el pensamiento de que se puede ser vivo en Dios, dejar de temer a la muerte porque se ha encontrado el amor”. En vez de apegarnos al amor, necesitamos ir a la inversa para que el amor salga a nuestro encuentro. “Cuando una persona tiene este sosiego de amor, es la forma de santidad de no tener miedo a ser, la necesidad radical de existir que permite algo distinto de aprovecharse de las cosas”.

Sin embargo, en el realismo de la obra donde se da esta especie de contemplación del mundo, Alejandro Massa sabe que su pensamiento debe tener una praxis. ¿Qué decirle a quienes gobiernan, cómo aprovechar el camino místico que nos ofrece en el libro? “Valoro elementos que fortalecen al estado laico. La religiosidad debe tener un discurso distinto al de las religiones. El discurso público o del Estado debe cambiar de lo puramente antropológico. El Estado debe ser abierto a riesgos y la religión es un riesgo porque es una entrada brutal de la sensibilidad que debe amoldarse a la pluralidad que se ha conseguido. Lo laico no debe ser monolítico sino cultural. Eso es lo valioso”.

Massa así lo comprende. Es mejor la laicidad de una sociedad, lo laico es una autoexigencia, “quien no encuentre una respuesta en la confesionalidad, debe pensar en el mundo, en una apertura, la búsqueda de la Otredad porque vivo en una comunidad y deseo formas de vida para los demás”.

¿Por qué es valiosa la obra de Alejandro Massa? Sensible y sincero, el autor manifiesta que su viaje en el pensamiento es una odisea personal. “Hay maneras finas de decir las cosas que no son nuevas. Estas ideas sirven para que las personas se encuentren con ellas mismas. El mundo es místico por eso los demás no necesitarían este libro. Simplemente es prestar atención al mundo para volverse a encontrar”.

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