CRISIS: LA SALIDA PASA POR LA UNIÓN

En días de tanta confusión, incluso de tanta angustia, como los que estamos viviendo en casi todo el mundo por causa de la crisis económica, me parece que la cosa más sensata, que podemos decir, es que, en este momento, lo que más necesitamos es unirnos, en lugar de enfrentarnos cada día más. La salida de la crisis no será posible mientras los políticos sigan dividos, enfrentados, crispados ellos y crispándonos a todos, con sus destemplazas y agravios mutuos y, sobre todo, con el convenecimiento de que cada uno tiene la razón y la solución en sus manos. Cada día veo más claro que por este camino no vamos a ninguna parte. O lo que es peor, es seguro que, por este camino de incesante confrontación y vergonzosas trifulcas, a donde vamos derechos es a hundirnos del todo y por muchos años.
¡Qué malo y qué canalla es el afán de poder y de mando! Da miedo y da vergüenza pensar que hay personas y grupos que anteponen sus deseos de poder a la necesidad apremiante que tenemos todos de recuperar la paz en ka convivencia, incluso aunque para eso sea necesario ceder en puntos que uno considera indiscutibles. Hay que decirlo una vez más: tal como están las cosas, si los partidos poíticos no se unen, no saldremos de la situación miserable en la que estamos metidos. Y conste que es miserable la situación de los parados y gentes así. Pero es indeciblemente más miserable la crispación y el cainismo que se ha convertido en el cancer de la convivencia de nuestra propia dignidad.
Muchas veces he pensado que también en este asunto tiene mucho que decir el Evangelio. Puede parecer una salida de tono o una cosa sin pies ni cabeza querere meter el Evangelio en un asunto que, a primera vista, parece que nada tiene que ver. A ningún político, a ningún economista, se le ocurre echar mano de la religión para aportar solución a lo que está pasando. La religión de los santos y las liturgias, por supuesto, poco tiene que decir en este tipo de situaciones. El Evangelio es otra cosa. Porque cuando Jesús se enfrentó, una y otra vez, a sus propios discípulos, en cuanto aquellos hombre mostraron pretensiones de poder, de ser los primeros, de estar por encima de los demás, ¿no estaba Jesúa afirmando la convicción de que las soluciones a los problemas serios de la vida no las aportan los que quieren mandar a toda costa? El que aspira a mandar, incluso mintiendo, machacando al contrincante, anteponiendo sus propios intereses a las necesidades de los más necesitados, ese individuo es un peligri público al que, en ningún caso, se puede entregar el mando. ¿Nos vamos a poner en manos de un ambicisoso, que pone sus intereses por encima y por delante de lo que necesitamos? ¿Estamos locos de remate?
Yo se´que, al decir estas cosas, no aporto la solución. Pero también sé que, si lo que digo aquí no se tiene muy en cuenta, lo más seguro es que nos vamos a meter en un pozo más profundo del que ya estamos metidos y del que la salida va a ser poco menos que imposible. Esperemos que la sensatez se imponga, antes de que nos terminemos de hundir todos.Teología sin censura

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