¿EL DINERO O EL HONOR?

¿Qué es lo que hace a la gente más feliz? ¿El dinero o el honor? ¿Ganar más o ser ser más importante? Se tiene la impresión, bastante extendida, de que, en la actual cultura capitalista, el factor determinante de la felicidad es el dinero. Al contrario de lo que ocurría en las culturas mediterraneas de la antigüedad, en las que el fector decisivo de la felicidad o la desgracia era el honor, el status que cada cual tenía en la sociedad y en la estimación de los demás.
Sin embargo, no está claro, en modo alguno, que las cosas sean así. Por supuesto, el dinero nos interesa a todos. Y más en tiempos de crisis económica, como ocurre ahora. Pero incluso ahora se puede decir con bastante seguridad que el factor más importante en la felicidad o la desgracia de la inmensa mayoría de la gente es la catergoría y la estimación que tiene ante los demás. Unos de los economistas más pretigiosos del Reino Unido, Richard Layard, ha escrito recientemente un libro importante sobre "La felicidad". Y en ese libro afirma que "los ingresos representan mucho más que un medio para comprar cosas. También utilizamos nuestros ingresos, mediante su comparación con los demás, como una medida de cómo somos valorados". De ahí que, "la única situación en la que estamos dispuestos a aceptar un recorte de nuestro sueldo es cuando a los demás les pasa lo mismo". Por eso "cuando la gente compara sus sueldos, lo hace generalmente con otros semejantes a los suyos, no con los de las estrellas de cine o los de los más desfavorecidos". Esto hechos han llevado a este autor, importante miembro de la London School of Economics, a la conclusión de que una persona a la que suben el sueldo, se siente mejor si se lo suben a él solo. Si se lo suben por igual a los demás (de su empresa, de su categoría, etc), por eso no se siente más feliz. Esto, como regla general, está más que comprobado.
Lo peor que han hecho con nosotros es fomentar la competitividad y formarnos para ser los primeros. Y es que el ser el primero, el estar por encima o por delante de los demás, es lo que nos gratifica en la vida. Por eso, sin duda, én los evangelios se nos dice, una y otra vez, que los discípulos de Jesús discutían frecuentemente sobre cuál de ellos era el más importante. O quién era el primero. Y sabemos que Jesís cortó de forma tajante estas recillas de honor y dignidades. Es claro que Jesús se dio cuenta de que lo más peligroso que hay en este mundo no es el afán de tener, sino la categoría del ser, la dignidad de estar por encima de los demás.
Nos educan para ser los mejores, para estor los primeros, para subir hasta lo más alto. Y esto es lo que arruina la convivencia y hace de la vida un infierno. ¿Por qué la lucha que hay entre políticos, entre curas, entre empresarios, entre gentes de todos los colores y de todas las categorías? Si no aprendemos a sentirnos felices en el último puesto, no haremos en esta vida sino pasar por ella pegando codazos para subir y situarnos en el sitio preferente. Hemos organizado el infierno en esta vida. Ahora mismo, el infierno de los políticos - y el de los curas - son las marcas de esta sociedad que nos tendría que avergonzar. Teología sin censura

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