LA PERSISTENCIA DE LA RELIGIÓN

Con frecuencia se dice ahora que la religión está de capa caída, que se está hundiendo y que pronto será un recuerdo del pasado. No estoy de acuerdo con esa manera de pensar. Sencillamente porque los hechos no concuerdan con semejante criterio, tan negativo, sobre la actualidad y el futuro de la religión, no sólo en los pueblos del tercer mundo, sino también en los países más desarrollados. ¿Por qué digo esto?
Ante todo, porque es evidente que la religión tiene una presencia mundial más fuerte de lo que muchos se imaginan. Si no estuvieran presentes las religiones ahora mismo en el mundo, las guerras no serían lo que son, el terrorismo no sería lo que es, la fabricación y comercio de armamentos tampoco tendría la importancia que tiene, la política sería distinta, la crisis económica funcionaría de otra manera, la convivencia de los ciudadanos y de los pueblos iría por otros derroteros. Y así sucesivamente. Pero hay algo más. Si la religión no motivara a tantas personas de buena voluntad, los servicios sociales en Africa, por poner un ejemplo muy elocuente, no seráin lo que son, ni funcionarían como funcionan. Y lo que digo de Africa, se puede asegurar igualmente de no pocos países de Asia y América Latina.
Por lo demás, y en cualquier caso, existe una constante en el ser humano que jamás deberíamos olvidar. Recientemente, el conocido e ilustre miembro de la Royal Society, Robert A. Hinde, ha publicado un excelente estudio que lleva un título estimulante: ¿Por qué persisten los dioses? Hinde dice con tazón: "Muchas de nuestras instituciones tienen raíces religiosas, y a pesar de la obvia contradicción entre la ciencia moderna y las interpretaciones liberales de los textos religiosos, una gran proporción de individuos sigue acudiendo a lugares de oración. ¿A qué se debe esto? Una posible respuesta es que la observancia religiosa es una consecuencia de características psicológicas humanas pan-culturales, características que, en el contexto de las sociedades humanas, han dado forma a los sistemas religiosos en toda su diversidad". En el fondo, como indica este mismo autor, se trata de que "todos tenemos un conjunto básicamente similar de objetivos... Me refiero aquí no solamente a los objetivos más obvios de comida, seguridad y sexo, sino también a cosas como dar sentido al mundo atribuyendo causas a los efectos, sentir que uno controla su propia vida o tratar de conseguir un status, propensiones todas ellas que contribuyen a la observancia religiosa".
Con lo dicho, me limito solamente a apuntar lo más genérico que se puede decir sobre "la persistencia de los dioses". Pienso que, además de las razones que aduce R. A. Hinde, sería conveniente tener en cuenta el motivo del miedo. La gente tiene miedo. Por muchos motivos. Cuando vivimos en la sociedad más avanzada, nos encontramos con sentimientos de inseguridad y miedo que, década atrás, no teníamos. Siempre se dijo que "en las trincheras no hay ateos". Y es que, en momentos de miedo fuerte, uno se agarra a un clavo ardiendo. Y ese clavo, para muas personas, suele ser la religión.
Pero quiero terminar advirtiendo que, si hablamos de este asunto entre cristianos, nunca deberíamos olvidar que el cristianismo es, por supuesto, una religión. Pero es una religión que, tal como0 hoy la conocemos y la vivimos, es una religión "degradada". Por una razón muy sencilla: la religiosidad de Jesús y la nuestra se parecen poco. Es un asunto capital que urge explicar. Y lo explicaré pronto. De momento, me limito a decir que la religión de Jesús no tuvo su centro en la "observancia religiosa", sino en la "experiencia humana", concretamente en la experiencia sobrecogedora de la intolerancia ante el sufrimiento humano. Y la verdad es que de eso estamos muy lejos, demasiado lejos. Seguiremos pensando en este asunto la semana próxima.Teología sin censura

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