Acerca de Alejandro Fernández Barrajón

Soy Alejandro Fernández Barrajón, religioso mercedario. 56 años. Natural de un pintoresco pueblo manchego: Fuente el Fresno; lugar que ha inspirado gran parte de mis obras y reflexiones, porque la infancia es la bodega de los recuerdos donde acudimos cuando llegan las noches frías del invierno.Y siempre llegan. Un hombre sin infancia es un mendigo permanente. Mi vida ha atravesado por muchas tierras, unas sembradas y fértiles, otras en barbecho y desérticas, pero siempre habitadas por la presencia misteriosa de Dios, en el dolor, en mi cruel enfermedad, en la vulnerabilidad humana ante la que me rebelo constantemente. He disfrutado mucho de la vida porque Dios me ha permitido vivir experiencias muy fuertes, difíciles pero muy ricas en contenido humano y espiritual. Licenciado en Ciencias Eclesiásticas por la Universidad Pontifica de Salamanca y licenciado en Psicología por la misma universidad. A punto de comenzar el doctorado en Psicología, mi provincial me llamó para pedirme que me hiciera cargo de la formación de los postulantes mercedarios; después de meditarlo serenamente, acepté la invitación y comenzó una de las etapas más hermosas y enriquecedoras de mi vida. Recuerdo aquellos años con mucho cariño. Compartir mi vida con aquellos jóvenes me enriqueció mucho. Guardo desde entonces lazos de amistad muy fuertes con ellos: unos que hoy son religiosos, gente excepcional y otros que no lo son, pero que son también gente excepcional, junto a sus esposas y sus niños. Han llegado a emocionarme cuando han tenido su primer hijo y me lo ha traído muy orgullosos porque querían que su antiguo formador lo conociera. Estando allí en el seminario, mis compañeros religiosos de la Provincia de Castilla, ante mi asombro, me eligieron Superior provincial. Se abrió así otra etapa muy rica y, a la vez, muy difícil de mi vida; pero esto me ayudó mucho a conocer más y mejor la vida consagrada, sus debilidades y sus fortalezas. Fue entonces cuando escribí mi primer libro sobre vida consagrada: “Mecha y Candil” Paulinas 2005. Un libro ingenuo porque brotó de una corazón espontáneo, pero, a la vez, controvertido porque para algunos no se debían decir las cosas con tanta espontaneidad. Sería el primero de otros muchos: Brisa y Arena, Cuestión de Palabra, Clamor comprometido, Recuerdos enjalbegados, Caminos y Encrucijadas, Pastor por los oteros, Dios lleva un marcapasos, y Noche oscura, resplandor y estrellas, éste último como fruto de una experiencia muy dura de enfermedad que me llevó casi a perder la vida: Un tumor cerebral. En el año 2005, los superiores mayores en asamblea general me eligieron presidente de CONFER. Un magnífico equipo a mi alrededor hizo posible una etapa apasionante y muy difícil en CONFER, de búsqueda y renovación. Magníficos días de mi vida y también noches de calvario porque no es fácil la tarea de animar la vida religiosa en España desde CONFER.

Mis objetivos para el blog
Un blog es una puerta abierta a la calle, a la vida, a la mirada de la gente . Yo quiero que este blog sea eso: ¡Puerta abierta! Un lugar de encuentro, donde podamos sentarnos en el sillón de lo cotidiano y charlar juntos de aquello que nos ilusiona y nos preocupa, de los gozos e inquietudes que nos rodean, Quisiera evitar las teorías, que tengo muchas, y entrar con vosotros en la senda sencilla de la experiencia, la mía y la de mucha gente que comparte conmigo, o cerca de mí, este don precioso de la vida. Acercarnos juntos y ofrecer una palabra de aliento, un palmadita en la espalda a quienes van por la vida sintiendo que todo les pesa mucho. ¡Tantos ! No quiero que ignoréis que soy consagrado y mercedario y por tanto, que seré especialmente sensible a todo lo que tenga que ver con la vida consagrada, mi vida, y con los cautivos de nuestro tiempo que necesitan un gesto de visita y liberación. En el año de la misericordia, la obra “Redimir al cautivo” tendrá en este blog, la puerta siempre abierta. Y todo esto aliñado con la fe cristiana, que mis padres me trasmitieron desde muy niño y de la que me siento deudor porque es un don tan preciado que nunca podré pagarlo sino con agradecimiento y amor a Dios y a la iglesia donde vine a la fe.
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