Besos gratis

Por mi trabajo me está tocando todos los días acompañar la limitación, la soledad y el sufrimiento humanos. Me paso buena parte del día acompañando a los ancianos en una residencia con instalaciones de primera donde residen, en este momento, unos 80 ancianos. Cada uno de ellos es una historia única donde se entremezclan la soledad, la limitación de ser mayores y no poder valerse por sí mismos y los trastornos propios de la edad: pérdida de memoria, ausencia de razonamiento, casos de Alzheimer.
Me estoy asombrando del gran equipo humano y técnico que trabaja en esta residencia "Madre de la Veracruz" de Salamanca. Todos, sin excepción, médico, enfermeros, cocineros, personal de limpieza, cuidadores, equipo de pastoral, me dan ejemplo todos los días de entrega, de cariño y humanidad. ¡Qué magníficas personas!
Pero ninguno de nosotros puede curar algunas heridas que todos, sin excepción, traen a esta residencia, cuando llegan, entre los enseres de la maleta de su corazón: La falta de cariño, la lejanía de los suyos y la falta de afecto que, aunque nosotros nos empeñamos, no podemos darles.
Nuestra residencia es muy hermosa y bien equipada pero todo eso no valdría para nada si no supiéramos poner humanidad y cariño real en todo lo que hacemos. En esta casa se multiplican los besos y los abrazos cada día, como en el milagro de Caná, con los panes y los peces. Se regalan abrazos y besos para todos. ¡Y son gratis!
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