Memoria agradecida de monseñor Luis Gutiérrez, claretiano.

Hoy me he sorprendido con la noticia del fallecimiento de don Luis Gutiérrez, claretiano y obispo emérito de Segovia, con el que he compartido momentos muy significativos de mi vida en mi etapa como presidente de CONFER y, por tanto, como miembro en las reuniones conjuntas CONFER y obispos de la Comisión Episcopal para la vida consagrada, a la que Don Luis perteneció algunos años.
Recuerdo a don Luis como un hombre sereno, aparentemente frágil, de paz, de concordia, ilustrado en leyes canónicas, que siempre sabía poner su anotación sabia y acertada cuando los temas y pretensiones de algunos obispos con respecto a la vida consagrada querían extralimitarse e invadir ese terreno de libertad y exención que la iglesia siempre nos ha reconocido por el bien de ella misma.
La vida consagrada en España, durante algunos años, ha sufrido el embate de algunos obispos más preocupados por someterla a sus criterios y a su autoridad, que por valorarla y defenderla en sus diócesis como un tesoro innegable que es para la vida de la iglesia. El papa Francisco ha tenido que recordar, en más de alguna ocasión, esta realidad para que los obispos defiendan y protejan en sus diócesis este carisma de la iglesia que aporta tanto bien y tanta capacidad simbólica de lo que es el Reino.
En ocasiones, algunos obispos, empeñados en "domesticar" los carismas diversos de la vida consagrada y llevarlos a sus intereses particulares, presionaban a Confer, en la Comisión Episcopal para la vida consagrada, para que aceptáramos sus exigencias, en ocasiones inaceptables para nosotros.
Pero allí estaban don Luis, y a su lado el P. Clemente de la Serna, abad emérito de Silos, para iluminar el camino y decirnos, a los consagrados que representábamos a la vida consagrada y a los obispos, lo que era de Dios y lo que era de los hombres. No en vano Don Luis había sido presidente de Confer durante un mandato, del año 1973 al 1977.
Por suerte los tiempos han cambido -deseamos- con las benditas renovaciones que el papa Francisco ha hecho y un nuevo aire parece respirarse en la iglesia en este sentido. La elección como obispo de Luis de las Heras, antiguo presidente de Confer, ha sido uno de esos gestos de renovación que la iglesia necesitaba: La presencia en la Conferencia Episcopal de algún obispo consagrado, que se sienta realmente consagrado, y pueda ofrecer una visión más amplia de aquellos temas que afectan en la iglesia a la vida conagrada. La comunión obispos y vida consagrada es un tema tan importante que todo lo que pueda favorecer este ideal será bienvenido. Hay que pensar que la dimensión social y caritativa de la vida consagrada en España tiene unas dimensiones admirables, a pesar de su situación de vulnerabilidad vocacional y numérica, y es una de las mejores caras de cada iglesia local.
Confer siempre ha sido, y lo sigue siendo, una apuesta firme y sin fisuras por la comunión eclesial.
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