Tiempos nuevos, actitudes nuevas

Tiempo de desafíos, tiempo de creatividad. Hay que pasar de la ley al espíritu, de la costumbre a la innovación y abandonar de una vez la consigna sagrada de siempre se ha hecho así. Porque sí no funciona y se sigue haciendo igual todo seguirá sin funcionar. Tenemos en nuestras manos la mejor oferta del mercado, el Evangelio de Jesucristo y, además, es gratuita ¿Cómo hacerla llegar a los hombres y mujeres de nuestra generación si estamos convencidos de que es la mejor? ¡Y lo estamos! Para eso hay que invertir en creatividad e innovación, hay que invertir económicamente -con la iglesia hemos topado- Hay que invertir en ilusión y en tiempo perdido para estar cerca de la gente, para hablar con ellos, para interesarnos por sus problemas, para compartir su vida. No hay peor estrategia que la del NO permanente. No a todo, venga de donde venga y lo diga quien lo diga.
Hay que estar dispuestos a no pasar de largo ente los pobres que nos rodean. Dispuestos a perder el tiempo con ellos, a interesarnos por sus cosas, dónde duermen, qué comen, si es que comen, a qué se dedican, qué familia tienen...hay muchos nuevos cautivos que sueñan con su liberación.
Uno se puede encerrar en su burbuja de autosuficiencia, en su castillo de invierno, muchos lo hacen pero la cosecha es siempre desafortunada. Sólo cuando la tortuga saca la cabeza y se asoma fuera de su cáscara puede disfrutar apasionadamente de la vida que la rodea, del sol, de la brisa, del perfume de las flores. Hay mucha cáscara y caparazón en nosotros que nos aleja de la vida y nos hace infelices. Esa cáscara, en algunos tiene nombre de orgullo, en otros de indiferencia, ahora en la modernidad se disfraza de Iphones, de maquinitas, de Facebook y de internet. En el tiempo de las comunicaciones sufrimos una aguda incomunicación. No resulta ya extraño ver a una familia sentada a la mesa para comer y algunos de los más jóvenes conectados al wasaps incapaces de comunicarse con los que tiene enfrente.
El materialismo ha cabalgado con furia entre nosotros y nos ha alejado de aquella pureza original que nos hacía seres espirituales. Tengo un buen amigo empresario, un joven triunfador en sus negocios, que ha conseguido reunir un inmenso capital gracias a sus buenas gestiones empresariales y a su entrega y dedicación a su trabajo. Diríamos que la vida le ha sonreído en un tiempo en que a muchos la vida los ha maltratado. Mi amigo me ha escrito por wasaps desde el extranjero donde atiende sus empresas, ya internacionales, y me dice textualmente:
“Estoy cansado de tantas cosas materiales. Me dan asco. Necesito volver a caminar por una senda más pura y espiritual. En la soledad de los hoteles donde vivo me he refugiado en el alcohol y en las drogas y veo que cada día que pasa es un paso más hacia mi perdición. Yo era antes un hombre puro y espiritual y ahora soy una porquería. Necesito su orientación para volver al camino espiritual, que nunca debí abandonar, porque entones yo era un hombre feliz aunque no fuera un empresario de éxito. Ayúdeme, padre, estoy perdido”
Lo material es necesario, le he respondido, pero sólo como un medio, nunca como un fin porque entones es un ídolo al que debemos adoración y éste es el mayor pecado porque nos provoca la máxima infelicidad. El proyecto de Dios para nosotros pasa porque seamos felices. Abandonarse en los brazos de lo material nos produce a la larga una inmensa frustración, que es lo que tú estás experimentando y por eso te refugias en la bebida y en las drogas. ¡No, amigo, has escogido un mal camino y has de retroceder! Mira al pozo y verás en su fondo un agua limpia como un cristal. Ahora arroja porquería dentro de él y verás qué vergonzoso espectáculo de miseria contemplas que no tiene nada que ver con aquel espejo primero que era su fondo. Así somos los seres humanos: pozos sin fondo que necesitamos una y otra vez llenarnos para evitar la frustración. Podemos llenarnos de belleza y de valores y nuestra agua se mantiene limpia y transparente o podemos llenarnos de avaricia y orgullo, de materialismo e interés y nuestra agua será un espectáculo de miseria para nosotros y para el mundo. Así se explica que los hermanos se retiren la palabra por asuntos de herencias e intereses y que se rompan relaciones afectivas muy fuertes por culpa del vil dinero que todo lo compra y lo ensucia.
Este mundo, hogar de Dios para nosotros, ha de apoyarse en valores firmes que lo sostengan cuando llegan las zozobras y los miedos que se agazapan detrás de los arbustos del futuro. Por eso Jesús nos ha invitado a la humildad de las cosas pequeñas y a contemplar la belleza de los lirios del campo y de los pajarillos que no se afanan por nada material y cada día Dios los alimenta y los viste de hermosura. "Buscad el Reino de Dios y su justicia y lo demás se os dará por añadidura”. Abramos las puertas a la vida que pasa; no tenemos nada que ocultar y mucho noble y hermoso que mostrar; Una iglesia de puertas abiertas será una iglesia más creíble y familiar, menos piramidal y más circular como era el deseo del Maestro. Llamados para servir y no para ser servidos.
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