La misericordia no es el estilo de Dios; es Dios, su ADN

"Misericordia quiero y no sacrificios"
"Como un padre siente ternura por sus hijos siente el Señor ternura por sus fieles"
Estamos en tiempo de misericordia; estamos en tiempo de salvación, dirían los antiguos profetas si pudieran contemplar el momento presente que vivimos. Un tiempo convulso y violento, es verdad, pero también un tiempo lleno de oportunidades como el hombre nunca jamás pudo disfrutar.
Es verdad que sigue habiendo entre nosotros dolor y enfermedad pero no es menos cierto que muchas de las enfermedades de hoy eran, hace solo cincuenta años mortales, ahora la ciencia y la investigación han conseguido soluciones muy aceptables para ellas. Y las unidades paliativas del dolor consiguen evitar a muchos pacientes dolores extremos.
Es verdad que los hombres siguen envueltos, como siempre, en discordias y guerras, pero también es verdad que nunca, como hoy, ha habido hombres y mujeres, ONGs dispuestas a humanizar el lado más violento de la vida humana y se ha elevado un grito casi unánime de deseos de paz en el universo.
Es verdad que sigue habiendo divisiones inaceptables entre ricos y pobres, mundos primero y tercero; pero no es menos cierto que están creciendo iniciativas de justicia y solidaridad universal que abren esperanza de un futuro mejor para la humanidad.
Es verdad que los hombres siguen siendo agresivos e insolidarios, fríos y ajenos al dolor de los otros, sus hermanos, pero también es verdad que crece un clamor, unánime ya, por mirarnos de otra manera, con más ternura y misericordia. A ello obedece que el papa Francisco haya declarado un"año de la misericordia" que nos haga descubrir ese lado más humano y tierno que hay en nosotros.
Es verdad que hemos hecho de Dios una bandera de enfrentamientos y luchas; pero no es menos cierto que, poco a poco, los hombres van dialogando y descubriendo que Dios es amigo de la vida y nunca estará justificado matar en su nombre. Crece el diálogo entre religiones y avanzamos en mayor tolerancia hacia los diferentes.
Todo esto nos lleva a pensar que estamos en un tiempo favorable aunque muchos agoreros se empeñen en hacernos creer lo contrario. Es tiempo favorable; es tiempo de gracia de misericordia y de salvación.
Se ha abierto paso entre nosotros la misericordia de Dios como una caricia, como amor de madre que nos cubre por encima, por delante y por detrás. Estábamos heridos y una mano tierna nos ha curado. Estábamos a oscuras y una luz de misericordia se ha abierto paso en nuestra noche. Estábamos empecatados de los pies a la cabeza y hemos oído de Jesús: "No te condeno" "No he venido a salvar a los justos sino a los pecadores"
Mirad de qué manera tan hermosa lo expresa el papa Francisco en una de sus homilías:
“Nosotros miramos el cielo, ¡tantas estrellas!,¡tantas estrellas!; pero cuando sale el sol, por la mañana, con tanta luz, las estrellas no se ven. Y así es la misericordia de Dios: una gran luz de amor, de ternura. Dios perdona pero no con un decreto, sino con una caricia, acariciando nuestras heridas del pecado. Porque Él está implicado en el perdón, está implicado en nuestra salvación. Y así Jesús hace de confesor: no humilla a la mujer pecadora, no le dice ¿Qué has hecho? ¿Y cuándo lo has hecho? ¿Y cómo lo has hecho? ¿Y con quién lo has hecho?’. ¡No! ¡Ve, y de ahora en adelante no peques más!’. Es grande la misericordia de Dios, es grande la misericordia de Jesús. ¡Perdona acariciándonos!”.
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