¿Cambiar?

Durante años fui un neurótico. Era un ser angustiado, deprimido y egoísta, todo el mundo insistía en decirme que cambiara, sin dejar de recordarme lo neurótico que era. Yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos y en lo más íntimo de mí, deseaba cambiar, pero por mucho que lo intentaba, no acababa de conseguirlo. Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que yo estaba a la vez que no dejaba de insistir en la necesidad de que tenía que cambiar, y también con él estaba de acuerdo, por lo que no podía sentirme ofendido, de manera que me sentía impotente y como atrapado.
Pero un día me dijo: “No cambies. Sigue siendo tal como eres. En realidad no importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte”. Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música: “No cambies… No cambies… Te quiero...”. Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y… ¡Oh maravilla! CAMBIÉ. ( A. de Mello)

A veces nos empeñamos en cambiar a las personas en hacer de ellas lo que no son, en querer adaptarlas a “nuestra” forma de ser, sin asumir que cada uno somos únicos y diferentes, con nuestras faltas y valores. No nos empeñemos en destacar sólo lo negativo del otro, intentemos acentuar lo bueno que cada uno tenemos, aprendamos a no juzgar, a aceptamos como somos, a asumir la realidad y lo que tenemos delante.

Si fuéramos capaces de esto, quizá no aumentaría de forma considerable esa ofensiva hacia los más débiles, especialmente los niños y mujeres…

Aprendamos a convivir, a aceptarnos, a vivir y valorar al otro. Quizá de esta forma, el mundo sería un mundo de verdad, brillaría un sol diferente, sin nublados y para todos por igual.

Cuantas veces hemos expresado a alguien un “te quiero” o hemos compartido nuestro sentir… ¿de verdad nos sentimos vivos o simplemente vivimos? Aprendamos a vivir y no a “sobre vivir”, seguro que merece la pena…
Volver arriba