"Intentó cambiar la Iglesia y el mundo a través del amor apasionado" El Papa, sobre Don Primo Mazzolari: "Estad orgullosos de haber generado un sacerdote así"
(José M. Vidal).- Especial viaje del Papa Francisco, para honrar la memoria de dos sacerdotes en periferia, dos curas que encarnan el modelo que Bergoglio quiere para su Iglesia: Primo Mazzolari y Lorenzo Milani. Dos curas que huelen a oveja, rehabilitados en toda regla. Del primero, Bergoglio pidió a su gente que se sienta orgullosa de él, porque "intentó cambiar la Iglesia y el mundo a través del amor pasionado". Y, por eso, pidió a los curas que no masacren "las espaldas de la pobre gente".
El Papa Francisco en Bozzollo, para visitar y horar sobre la tumba de Don Primo Mazzolari, un sacerdote al estilo de Francisco, acusado en su tiempo de comunista, por colocar a los pobres en el centro de su pastoral y de su corazón.
Primo Mazzolari siempre optó por los pobres. Fue un cura profeta de los pobres, cuya vida y modelo está más de moda que nunca, porque camina en el corazón y en los pies del Papa Francisco.
El Papa, que llega en un pequeño utilitario, saluda a la gente que lo espera, especialmente a los niños, en la explanada ante la iglesia de San Pedro, donde está la tumba de Don Primo Mazzolari. Después, entra en la iglesia y sigue saludando a la gente. Estrecha miles de manos y no se cansa.
Tras los saludos, se dirige al altar de la Virgen y le entrega un ramo de flores. A contnuaciñon, se acerca a la tumba de Don Mazzolari, coloca un ramo de flores sobre ella y vuelve a recogerse en oración. Quizás le pida a Dios que conceda a su Iglesia curas, profetas de los pobres, como Mazzolari. Porque ya Juan XXIII, que lo recibió en el Vaticano, a pesar de haber sido amonestado por el Santo Oficio, ya lo definió como "una tromba del Espíritu Santo".
La oración del Papa, de pie ante la tumba de Don Mazzolari, se alarga. Al lado de su tumba, la rosa de plata donada precisamente por el Papa Francisco.
También Juan Pablo I, el Papa meteorito, habló de los dos sacerdotes, que ahora visita Francisco, como de "dos profetas, con los que la Iglesia tiene una deuda pendiente".
Terminada la oración, el Papa se dirige al altar central del templo, se sienta y escucha el saludo del obispo del lugar, monseñor Napoleone.
"Bienvenido a nuestra iglesia, a la iglesia de Mazzolari, que es la suya. Aquí habla Don Primo y gritaba de amor y de evangelio, como una madre. Recibía, por eso, celos clericales, pero él seguía adelante..."
"La profecía de Bozzollo es la de Nazaret, que el Concilio y los Papas la están haciendo también la profecía de Roma"
"Ayúdenos a no tener miedo de escuchar a estos dos sacerdotes profetas...Abriremos el próximo septiembre el proceso de beatificación del siervo de Dios, Don Primo Mazzolari"
"Su visita e sun nuevo inicio para nosotros"
"Como Don Primo, queremos mucho al Papa y trataremos de seguirlo"
Algunas frases de la alocución del Papa
"Me aconsejaron de resumir un poco este discurso, pero no lo he conseguido...Me venían tantas cosas...Ustedes tendrán paciencia...No quiero dejar de decir todo lo que quiero decir sobre Don Primo Mazzolari"
"Peregrino aquí y en Barbiana siguiendo la estela de dos sacerdotes ejemplares"
"Los párrocos son la fuerza de la Iglesia en Italia"
"Es el magisterio de los párrocos, que tanto bien hace"
"Fue definido como el 'parroco de Italia' y Juan XXXI, como la 'tromba del Espíritu Santo'"
"No siempre comprendido y apreciado"
"Caminaba adelante con un paso demasiado largo y nosotros no podíamos seguirlo, decía Juan XXII"
"Es el destino de los profetas"
"Prefiero meditar con vosotros, especialmente con mis hermanos sacerdotes"
"Tres escenarios: el rio, la casa y la llanura"
"El río es una espléndida imagen, que pertenece a mi experiencia"
"Portador fuerte y generoso de la verdad y del amor"
"El sacerdote es un repetidor, pero un repetidor con alma..."
"Amaba su tiempo..."
"Intentó cambiar la Iglesia y el mundo a través del amor apasionado"
"Los problemas de las parroquias de su tiempo los adjudicaba aun defecto de encarnación"
"Métodos pastorales erróneos: el activismo"
"Un método que no facilita la evangelización"
"El otro error es la tentación del espiritualismo"
"La Iglesia como casa"
"El pensaba ya en una Iglesia en salida"
"Para hacer mucho es necesario amar mucho"
"Fue un párroco convencido de que el destino del mundo madura en las periferias"
"Fue llamado el párroco de los alejados"
"Quiero repetir esto y repetirlo a todos los sacerdotes de Itali ay del mundo: Tengamos sentido común. No debemos masacrar las espaldas de la pobre gente"
"Vivía en pie la obediencia, como adulto, como hombre y, al mismo tiempo, de rodillas"
"El tercer escenario es el de vuestra gran llanura"
"Escuchar el mundo...sin temer atravesar desiertos y zonas de sombra. Así seremos Iglesia pobre y para y con los pobres"
"La Iglesia necesita convertirse"
"Él no hacía proselitismo, porque esto no es cristiano"
"Benedicto XVI nos dijo que la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción, por testimonio. Eso fue lo que hizo Primo Mazzolari"
"Era un cura pobre, no un pobre cura"
"La credibilidad del anuncio pasa a través de la sencillez y de la pobreza de la Iglesia"
"La caridad es la poesía del cielo en la tierra"
"Gracias por haberme acogido hoy en la parroquia de Don Primo"
"Estad orgullosos de haber generado un sacerdote así"
"El pastor debe ser capaz de ir delante, en medio y detrás del pueblo"
"Don Primo, párroco enamorado de Jesús"
"Así rezaba Don Primo: Oh Cristo naciste fuera de la casa y moriste fuera de la ciudad...Nadie está fuera de tu salvación..."
Aplausos de los fieles de la iglesia de San Pedro. Y el Papa reza a la Virgen, "nuestra madre, sin la cual no podemos caminar". Y, por último, la bendición y el intercambio de regalos.
Y, antes de salir del templo, el Papa vuelve a saludar a los curas presentes en el presbiterio de la iglesia.
Texto completo del discurso del Papa:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Me han aconsejado que acorte un poco este discurso porque es un poco larguito. He tratado de hacerlo, pero no lo logré. Me venían tantas cosas, de aquí y de allá. ¡Ustedes tengan paciencia! No, porque no quisiera dejar de decir todo aquello que quiero decir sobre don Mazzolari.
Soy peregrino aquí, en Bozzolo, y después en Barbiana, siguiendo los pasos de dos párrocos que han dejado una huella luminosa, aunque "incómoda", en su servicio al Señor y al pueblo de Dios. He dicho varias veces que los párrocos son la fuerza de la Iglesia en Italia, y lo repito. Cuando son los rostros de un clero no clerical, como era este hombre, ellos dan vida a un verdadero "magisterio de los párrocos", que hace tanto bien a todos. Don Primo Mazzolari ha sido definido "el párroco de Italia"; y San Juan XXIII lo saludó como "la trompeta del Espíritu Santo en la Baja Padana".
Creo que la personalidad sacerdotal de Don Primo sea no una singular excepción sino un espléndido fruto de vuestras comunidades, si bien no haya sido comprendido y apreciado siempre. Como dijo el Beato Pablo VI: "¡Caminaba adelante con una paso demasiado largo y a menudo no se le podía estar atrás! Y así, él sufrió y hemos sufrido también nosotros. Es el destino de los profetas". (Saludo a peregrinos de Bozzolo y Cicognara, 1 mayo 1970). Así decía Pablo VI.
Su formación es hija de la rica tradición cristiana de esta tierra padana, lombarda, cremonesa. En los años de la juventud, fue impresionado por la figura del gran obispo Geremia Bonomelli, protagonista del catolicismo social, pionero de la pastoral de los emigrantes. No corresponde a mí relatar o analizar la obra de don Primo. Agradezco a quien, a través de los años, se ha dedicado a esto. Prefiero meditar con ustedes - sobre todo con mis hermanos sacerdotes que están aquí, y también con aquellos de toda Italia: por esto el "párroco de Italia" - meditar la actualidad de su mensaje, que pongo simbólicamente en el marco de tres escenarios que cada día llenaban sus ojos y su corazón: el río, la granja y la llanura.
El río es una imagen espléndida, que pertenece a mi experiencia y también a la vuestra. Don Primo desarrolló su ministerio a lo largo de los ríos, símbolos de la primacía y de la potencia de la gracia de Dios que fluye incesantemente hacia el mundo. Su palabra, predicada o escrita, extraía clareza de pensamiento y fuerza persuasiva en la fuente de la Palabra del Dios vivo, en el Evangelio meditado y rezado, reencontrado en el Crucifijo y en los hombres, celebrado en gestos sacramentales jamás reducidos a puro rito. Don Mazzolari, párroco en Cicognara y en Bozzolo, no se resguardó del río de la vida, del sufrimiento de su gente, que lo plasmó como pastor franco y exigente, sobre todo con sí mismo.
A lo largo del río aprendía a recibir cada día el don de la verdad y del amor, para volverse mensajero fuerte y generoso. Predicando a los seminaristas de Cremona, recordaba: "El ser un ‘repetidor' es nuestra fuerza. ¡Pero entre un repetidor muerto, un altoparlante y un repetidor vivo existe una gran diferencia! El sacerdote es un repetidor, pero este ‘repetir' suyo no debe ser sin alma, pasivo, sin cordialidad. Junto a la verdad que repito, debe haber, debo poner algo mío, para hacer ver que creo en lo que digo; debe ser hecho de manera que mi hermano sienta una invitación a recibir la verdad". Así decía él. Su profecía se realizaba en el amar el propio tiempo, en el vincularse a la vida de las personas que encontraba, en el aprovechar toda posibilidad de anunciar la misericordia de Dios. Don Mazzolari no ha sido uno que ha añorado la Iglesia del pasado, sino que ha buscado cambiar la Iglesia y el mundo a través del amor apasionado y la dedicación incondicionada.
En su escrito ‘La parroquia' él propone un examen de conciencia sobre métodos del apostolado, convencido que las faltas de la parroquia de su tiempo fueran debidas a un defecto de encarnación. Existen tres caminos que no conducen en la dirección evangélica: el camino del "dejar hacer", que es aquella de quien está en la ventana a mirar sin ensuciarse las manos. Aquel "balconear" la vida. Nos conformamos con criticar, con "describir con placer amargo y altanero los errores" del mundo que nos rodea. Esta actitud tranquiliza la conciencia, pero no tiene nada de cristiano porque lleva a mantenerse afuera, con espíritu de juicio, a veces áspero. Falta la capacidad propositiva, una aproximación constructiva a la solución de los problemas.
El segundo método errado es aquel del "activismo separatista". Nos comprometemos en crear instituciones católicas (bancos, cooperativas, círculos, sindicatos, escuelas...). Así su fe se hace operosa, pero - advertía Mazzolari - puede generar una comunidad cristiana elitista. Se favorecen intereses y clientelas con una etiqueta católica. Y sin quererlo, se construyen barreras que corren el riesgo de volverse insuperables en el surgir de la solicitud de fe. Se tiende a afirmar lo que divide con respecto a aquello que une. Es un método que no facilita la evangelización, cierra puertas y genera desconfianza.
El tercer error es el "sobrenaturalismo deshumanizante". Nos refugiamos en lo religioso para soslayar las dificultades y las desilusiones que se encuentran. Nos enajenamos del mundo, verdadero campo del apostolado, para preferir devociones. Es la tentación del espiritualismo. De ello deriva un apostolado débil, sin amor. "Los alejados no se pueden interesar con una oración que no se vuelve caridad, con una procesión que no ayuda a llevar las cruces de la hora". El drama se consume en esta distancia entre la fe y la vida, entre la contemplación y la acción.
Segundo: la granja. Al tiempo de don Primo, era una "familia de familias", que vivían juntas en estas fértiles campiñas, aun sufriendo miserias e injusticias, en espera de un cambio, que después terminó en el éxodo hacia las ciudades. La granja, la casa, nos dan una idea de Iglesia que guiaba don Mazzolari. También él pensaba en una Iglesia en salida, cuando meditaba para los sacerdotes con estas palabras: "Para caminar es necesario salir de casa y de la Iglesia, si el pueblo de Dios no viene más; y ocuparse y preocuparse también de aquellas necesidades que, aun no siendo espirituales, son necesidades humanas y, así como pueden perder al hombre, lo pueden también salvar. El cristiano se ha separado del hombre, y nuestro hablar no puede ser entendido si antes no lo introducimos por este camino, que parece el más lejano y es el más seguro. [...] Para hacer mucho es necesario amar mucho". Así decía vuestro párroco.
La parroquia es el lugar donde cada hombre se siente esperado, "un hogar que no conoce ausencias". Don Mazzolari ha sido un párroco convencido que "los destinos del mundo se maduran en periferia" y ha hecho de la propia humanidad un instrumento de la misericordia de Dios, a la manera del padre de la parábola evangélica, tan bien descrita en el libro "La más bella aventura".
Él ha sido definido justamente "el párroco de los alejados" porque los amó y buscó siempre, se preocupó no de definir sentado un método de apostolado válido para todos y para siempre, sino de proponer el discernimiento como camino para interpretar el ánimo de cada hombre. Esta mirada misericordiosa y evangélica sobre la humanidad lo llevó a dar valor también a la necesaria gradualidad: el cura no es uno que exige la perfección sino que ayuda a cada uno a dar lo mejor.
Decía: "Conformémonos de lo que pueden dar nuestras poblaciones. ¡Tengamos sentido común! No debemos masacrar las espaldas de la pobre gente". Yo quisiera repetir esto, y repetirlo a todos los sacerdotes de Italia y también del mundo: ¡tengamos sentido común! ¡No debemos masacrar las espaldas de la pobre gente! Y si por estas aperturas, venía llamado a la obediencia, lo vivía en pie - la obediencia - como adulto, como hombre, y contemporáneamente de rodillas, besando la mano de su obispo, que no dejaba de amar.
El tercer escenario - el primero era el río, el segundo la granja - el tercer escenario es aquel de vuestra gran llanura. Quien ha acogido el "Discurso de la montaña" no teme ir más allá, como viandante y testigo, en la llanura que se abre, sin confines aseguradores. Jesús prepara a esto a sus discípulos, conduciéndolos entre la muchedumbre, en medio de los pobres, revelando que la cumbre se alcanza en la llanura, donde se encarna la misericordia de Dios (cfr. Homilía para el Consistorio, 19 noviembre 2016). A la caridad pastoral de Don Primo se abrían diversos horizontes, en las complejas situaciones que tuvo que afrontar: las guerras, los totalitarismos, los enfrentamientos fratricidas, la fatiga de la democracia en gestación, la miseria de su gente.
Los aliento, hermanos sacerdotes, a escuchar al mundo, a quien vive y obra en él, para que se hagan cargo de toda solicitud de sentido y de esperanza sin temer atravesar desiertos y zonas de sombra. Así podemos volvernos Iglesia pobre para y con los pobres, la Iglesia de Jesús. Aquella de los pobres es definida por don Primo una "existencia incomoda" y la Iglesia tiene necesidad de convertirse al reconocimiento de su vida para amarlos así como son: "Los pobres - decía - deben ser amados como pobres, es decir como son, sin hacer cálculos sobre su pobreza, sin pretensión o derecho de hipoteca, ni siquiera aquella de hacerlos ciudadanos del reino de los cielos, mucho menos proselitistas". ¡Él no hacía proselitismo. ¡Él no hacía proselitismo porque esto no es cristiano! El Papa Benedicto XVI nos ha dicho que la Iglesia, el cristianismo, no crece por proselitismo, sino por atracción, es decir, por testimonio.
Es lo que don Primo Mazzolari ha dado: testimonio. El Siervo de Dios ha vivido como sacerdote pobre, no como pobre sacerdote: hay una diferencia. En su testamento espiritual escribía: "Entorno a mi Altar como entorno a mi casa y a mi trabajo no hubo nunca "sonido de dinero". Lo poco que pasó por mis manos fue donde debía ir. Si pudiera tener una amargura sobre este punto, concerniría a mis pobres y a las obras de la parroquia que hubiera querido ayudar ampliamente".
Había meditado profundamente sobre la diversidad de estilo entre Dios y el hombre: "El estilo del hombre: con mucho hace poco. El estilo de Dios: con nada hace todo". Por esto la credibilidad del anuncio pasa a través de la sencillez y la pobreza de la Iglesia: "Si queremos volver a traer a la pobre gente a su Casa, es necesario que el pobre encuentre el aire del Pobre", es decir, de Jesucristo.
En su escrito "El vía crucis del pobre", don Primo recuerda que la caridad es cuestión de espiritualidad y de mirada. Así dice: "Quien tiene poca caridad ve pocos pobres, pero quien tiene mucha caridad ve muchos pobres; quien no tiene nada de caridad no ve a nadie". Y agrega: "Quien conoce al pobre, conoce al hermano: quien ve el hermano ve a Cristo, quien ve a Cristo ve la vida y su verdadera poesía, porque la caridad es la poesía del cielo traída a la tierra" .
Queridos amigos, les agradezco por haberme recibido hoy, en la parroquia de don Primo.
A ustedes y a los obispos les digo: "Sean orgullosos por haber generado ‘sacerdotes así', y no se cansen de volverse también ustedes ‘sacerdotes y cristianos así', aun si esto provoca luchar con sí mismos, llamando por nombre a las tentaciones que nos insidian, dejándonos curar por la ternura de Dios. Si se dieran cuenta que no han recibido la lección de don Mazzolari, hoy los invito a que la atesoren. Que el Señor, que ha suscitado siempre en la santa madre Iglesia pastores y profetas según su corazón, nos ayude hoy a no ignorarlos todavía. Porque ellos han visto lejos, y seguirles nos habría ahorrado sufrimientos y humillaciones. Tantas veces he dicho que el pastor debe ser capaz de ponerse delante del pueblo para indicar el camino, en medio como signo de cercanía o atrás para alentar a quien se ha quedado atrás. (cfr. Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, 31).
Y don Primo escribía: "Donde veo que el pueblo resbala hacia bajadas peligrosas, me pongo atrás; donde es necesario subir, me pongo adelante. Muchos no entienden que es la misma caridad que me mueve en uno o en otro caso y que nadie la puede hacer mejor que un cura".
Con este espíritu de comunión fraterna, con ustedes y con todos los sacerdotes de la Iglesia en Italia, con aquellos buenos párrocos, quisiera concluir con una oración de don Primo, párroco enamorado de Jesús y de su deseo de que todos los hombres tengan la salvación.
Así rezaba don Primo: "Has venido para todos: para aquellos que creen y para aquellos que dicen que no creen. Los unos y los otros, a veces estos más que aquellos, trabajan, sufren, esperan para que el mundo vaya un poco mejor. Oh Cristo, has nacido ‘fuera de la casa' y has muerto ‘fuera de la ciudad', para ser de manera todavía más visible el cruce y el punto de encuentro. Nadie está fuera de la salvación, oh Señor, para que nadie esté fuera de tu amor, que no se consterna ni se reduce por nuestras oposiciones y nuestros rechazos".
Y ahora les daré la bendición. Recemos a la Virgen, primero, que es nuestra Madre: sin Madre no podemos seguir adelante.