Ante el cese del cura de Fuenlabrada ¡Vaya ejemplo de misericordia y de proceder evangélico!

(Rufo González).- Como para presentar una comunicación sobre el caso al IIº Congreso Mundial de Biblia y Mística: "Misericordiosos como el Padre", que se está celebrando esta semana en Ávila.

Si en vez de actuar en términos de poder, se actuara desde la libertad evangélica, la mediación ministerial a la comunidad de Loranca sería muy distinta. Si se fuera buscando la comunión en el amor de Jesús, el papel principal sería de la comunidad, el pueblo sacerdotal, el cuerpo de Cristo... a cuyo servicio están todos los ministerios, que no son superioridad, sino servicio.

Aquí vemos lo contrario: la comunidad -3.600 firmas son muchas, muchas más que los que se reúnen para celebrar la eucaristía- enfrentada a sus servidores (diáconos, presbíteros, obispos). Servidores que imponen a la comunidad lo que el Espíritu Santo no les sugiere, sino más bien lo contrario. "La unidad y autoridad eclesial no reside en un poder unificado, ni en una organización central, sino en la comunión multi-forme de los creyentes, que despliegan y comparten la palabra y el pan, empezando por los excluidos", ha escrito un profeta de nuestro tiempo (Iglesia Viva n. 266, X. Pikaza, p. 33).

¡Cómo va a quedar la comunidad!

Fuera de la realidad se mueve el análisis del Canciller, Francisco Armenteros: "es un cambio de los muchos que se dan cada año, pues en el origen no hay más problema" (sí hay más problema). "Lo que aquí ha resultado llamativo es el revuelo, y el tono sorprendente, diciendo cosas muy feas del obispo... Los críticos con la decisión son muy pocos, porque otros feligreses no ha organizado nada, al contrario" (¿cuántas firmas de feligreses han recogido los que aplauden el proceder episcopal?).

También el cese del Consejo Parroquial es grave. Son los representantes de las actividades de la parroquia; no representan al párroco, sino a la parroquia. Desde el Evangelio no se les puede anular ni destituir; sólo se les puede servir. No piden nada contrario al Evangelio: quieren que siga Javi como servidor de la unidad en Cristo en esta parroquia. ¿Qué argumentos hay en contra? Si los hay, hacérselos ver al interesado y a la comunidad. Que todos disciernan, y pidan al Espíritu que les dé comunión en tal decisión. Si no hay comunión, esperar. Imponer no es el estilo de Jesús.

¡Cómo quedan los nuevos servidores!

Sigue el Canciller: "el sacerdote despedido sigue como capellán de la cárcel, y seguirá en la parroquia con sus actividades de familiares de presos, la catequesis, la Cáritas... Todo sigue normal, Javi seguirá colaborando". ¿Todo normal? ¿Hay comunión entre los nuevos y Javi? ¿Van a servir a la comunidad desde el Evangelio? ¿Escucharán juntos lo que el Espíritu dice a esta comunidad dolorida, no escuchada, con su Consejo Pastoral destituido?

Muchas preguntas que la situación sugiere ante el Evangelio de Jesús que los cristianos anunciamos e intentamos vivir. ¿Cómo la parroquia de la Sagrada Familia será "luz, sal, fermento" de la misericordia del Padre, manifestada en Jesús?

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