Habla el postulador de la causa de María de la Purísima Una chica del barrio de Salamanca

(Alfonso Ramírez Peralbo, OFM Cap. Postulador General de la Causa).- La nueva Santa española nació en Madrid, en el barrio clásico de Salamanca, el 20 de febrero de 1926, en el seno de una familia acomodada. El simple nombre del barrio donde nace la santa dio título a la excelente biografía que de ella escribió nuestro gran hagiógrafo José María Javierre: "Una chica del barrio de Salamanca".

Al día siguiente, fue llevada a la fuente bautismal en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, recibiendo el nombre de María Isabel. En su ambiente familiar, fuertemente motivado en sentido religioso, junto con la primera educación asimiló también los valores cristianos, que profundizó con creciente conocimiento frecuentando desde niña el colegio madrileño de la Virgen María, gestionado por las Religiosas Irlandesas. En el ámbito de su itinerario formativo, recibió la Primera Comunión, la Confirmación y completó el currículo normal de los estudios.

En el 1936, al estallar la guerra civil, la familia se trasladó a Portugal; pero, después de dos años, regresó a la patria, escogiendo como residencia, en un primer momento, la ciudad vasca de San Sebastián y luego nuevamente Madrid.

A lo largo de estos años Maria Isabel fue madurando en todas las cualidades personales y culturales para poder proyectar una vida social llena de satisfacciones, revalorizada posteriormente por su procedencia alto burguesa. Ella, sin embargo, comenzó a percibir con mucha claridad la vocación a la vida religiosa y, cosa curiosa, no fueron las religiosas irlandesas hacia las que orientó su vocación sino hacia la Congregación de aquellas dos religiosas, con hábito de estameña, HH. de la Cruz, que en los años del hambre de la post guerra civil, cada mes pasaban por su casa a recoger un donativo de su madre y escuchaba con gusto sus breves conversaciones; fue aquí donde María Isabel se sintió cazada por la llamada de Dios, de manera que, una vez presentada la solicitud, en el 1944 fue acogida como postulante en el Instituto de las Hermanas de la Compañía de la Cruz de Sevilla. Al año siguiente recibió el hábito religioso, asumiendo el nombre de Sor María Purísima de la Cruz, y fue admitida al noviciado.

Ya durante este periodo de formación, la Sierva de Dios se distinguió por su compromiso, espíritu de sacrificio y ejemplaridad. De modo particular se manifiestan en ella, con admirable sencillez, el amor a la pobreza, un comportamiento humilde y un espíritu de obediencia desinteresada y convencida. Muy pronto aprendió el espíritu genuino y la impronta que Angelita Guerrero, la Madre de los pobres, había impreso en su Instituto.

Escribió José María Javierre que la filosofía comenzó cuando el hombre tuvo resueltos sus problemas materiales y encontró tiempo para asombrarse y admirarse de las cosas: el asombro fue el origen de la filosofía y el asombro es también el origen y el arranque de la santidad; de pronto una mujer, un hombre quedan asombrados de la presencia de Dios en su vida y este asombro es tan fuerte, el efecto es tan radiante y luminoso que ya nada ni nadie podrá separarlos del amor de Cristo Jesús que se ha manifestado en su vida.

Concluido el tiempo del noviciado, en 1947, María Purísima de la Cruz, emitió los votos temporales. Reconociendo en ella la preparación humana y espiritual, a la joven hermana se le confió la dirección del colegio de Lopera, cerca de Jaén, compromiso al que siguieron otros cargos de responsabilidad en Valladolid y Estepa. En 1966 fue llamada a la Casa Madre de Sevilla, primero como auxiliar del Noviciado, luego como Maestra de novicias; vivió y enseñó a las novicias la virtud de la humildad, base se la santidad, para ella no había trabajos más nobles unos que otros, todos eran iguales porque todos servicios a los demás. Dos años más tarde fue nombrada Provincial en una experiencia que intentó dividir la Congregación en Provincias pero que no cuajó, luego fue Consejera General, después aún Superiora de la comunidad de Villanueva del Río y Minas (Sevilla), donde verdaderamente puso a prueba la grandeza de su alma y su entrega hasta el extremo en el amor a los pobres y necesitados que vivían en la extrema pobreza y abandono de las cuevas en esta población sevillana; más tarde en 1977 fue elegida Madre General del Instituto.

Sería reelegida, con permiso de la Santa Sede, otras tres veces para este oneroso cargo, particularmente delicado en los difíciles años que siguieron al Concilio Vaticano II y que vieron a la Sierva de Dios comprometida en la actualización de las Constituciones del Instituto dentro de la óptica de la salvaguardia y de la revalorización del carisma original, a través de una renovada fidelidad al Evangelio y al Magisterio eclesial, una intensa dimensión eucarística y mariana, una inteligente adaptación de la tradición a las nuevas perspectivas de la Iglesia y de la sociedad. Su actitud fundamental fue de un equilibrio dinámico: Sor María no vivió la fidelidad como una cansada repetición de fórmulas ensayadas, sino como un deseo de creatividad para ir al encuentro de las exigencias que el Señor le iba haciendo comprender. En cada circunstancia miró a Santa Ángela de la Cruz, Fundadora de la Congregación, como a un manantial perenne de continuidad coherente dentro de la necesaria renovación.

Tuvo una solicitud particular por la formación permanente de las Hermanas, sobre todo por las que atravesaban momentos de crisis y de desorientación, de modo que en aquellos años de experiencias y de no pocas incertidumbres su testimonio de vida constituyó un punto seguro de referencia para muchas de ellas. Cuidó con amor la animación vocacional, cuyos frutos maduraron incluso de modo visible, hasta el punto de que la Sierva de Dios tuvo que dedicarse a abrir nuevas casas religiosas en otras ciudades de España, como Puertollano, Huelva, Cádiz, Lugo, Linares, Alcázar de S. Juan. Incluso en Reggio Calabria, en Italia, en el 1984 realizó la fundación de una casa.

Su personalidad serena y jovial contribuía a crear un clima de confianza y de comunión, pero era sobre todo su sólida espiritualidad la que motivaba sus intenciones y sus acciones. En ella, efectivamente, se pone de manifiesto una intensa experiencia religiosa, vivida con clara conciencia de la presencia de Dios y en la constante búsqueda de su voluntad, y alimentada en las fuentes de la oración y de la contemplación; una sincera disponibilidad a las exigencias del prójimo, de manera particular para con los más necesitados, y una sagaz apertura hacia los problemas contemporáneos; una tendencia hacia la perfección, hasta llegar a conseguir un asiduo y fervoroso ejercicio de las virtudes humanas e cristianas.

En el 1994 le diagnosticaron un tumor, por el que tuvo que ser operada. Afrontó la enfermedad con gran docilidad a la voluntad de Dios y con fortaleza de ánimo y durante cuatro años continuó generosamente con su actividad. Todavía en 1998 visitó aún a las comunidades de hermanas de Argentina y de Roma y Reggio Calabria. En los últimos días de su vida, cuando el sufrimiento fue más doloroso, renovó su confianza en la bondad de Dios, preparándose para el momento del encuentro con el Esposo.

El 31 de octubre 1998 se durmió piadosamente en la Casa Madre de Sevilla. En su funeral participaron numerosos sacerdotes y religiosas, junto con un grandísima asistencia de fieles, testimonio de una fama de santidad que ya en vida había acompañado a la Sierva di Dios.

En fuerza de la fama de santidad de la que gozó ya en vida, se celebró en Sevilla el Proceso Diocesano de un "presunto" milagro, desde el 20 de febrero al 15 de noviembre del 2004, cuya validez jurídica fue reconocida por la Congregación de las Causas de los Santos con decreto del 2 de julio del 2005. Preparada la Positio super Miro, se discutió, según el habitual procedimiento, si la Sierva de Dios ejercito en grado heroico las virtudes. Con éxito positivo, se celebró el 6 de junio del 2008 el Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos. Los Padres Cardenales y Obispos en la Sesión Ordinaria del 2 de diciembre del 2008, reconocieron que la Sierva de Dios ejercitó en grado heroico las virtudes teologales, cardinales y anexas.

Benedicto XVI reconoció la heroicidad de las virtudes de la Sierva de Dios el 17 de enero del 2009. Superados también con éxito los pasos del Proceso sobre el milagro en la Congregación de las Causas de los Santos, Benedicto XVI, el 27 de marzo del 2010, aprobó el Decreto sobre el milagro. La Venerable Maria de la Inmaculada Concepción fue beatificada por Benedicto XVI el 18 de septiembre del 2010 en el Estadio Olímpico de la Cartuja, en Sevilla. La beatificación estuvo presidida, como Delegado Pontificio, por el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Ángelo Amato.

Con vistas a la canonización, la Postulación de la Causa sometió al juicio de la Congregación para las Causas de los Santos una "presunta" curación milagrosa que tuvo lugar en Sevilla, en septiembre del 2012. Un hombre de cuarenta y tres años cayó de manera imprevista por tierra en estado inconsciente. Fue inmediatamente ayudado por el dueño del bar donde sucedió el hecho y una pareja de novios que pasó accidentalmente por la calle y, mientras llegaba la ambulancia del 061, se le practicaron masajes. Cuando llegó la ambulancia, el paciente fue intubado e ingresado en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde se activó un protocolo de hipotermia terapéutica y se le suministraron algunas medicinas. El paciente que ya sufría de algunas patologías, no manifestó ningún tipo de reacción, más bien sus condiciones empeoraron entrando posteriormente en coma profundo con grave daño cerebral.

En aquel contexto, en el que prácticamente se esperaba la muerte, una H. De la Cruz, de la misma Congregación de la Beata y que la conoció en vida, le pidió a una amiga de la madre del paciente a que rezaran para obtener su curazión por intercesión de la Beata.

A esta oración se unió la misma religiosa, otra Hermana, la madre del enfermo y algunos amigos, entre estos se encontraban la centuria de los "armaos" de la Macarena que subieron en facebook la oración a la Beata María Purísima de la Cruz, formando entre todos una verdadera cadena de oración. Tras doce días de su ingreso en el hospital, el 5 de octubre del 2012, el enfermo se despertó del coma, reconoció a los presentes y manifestó una inmediata evolución neurológica favorable con una rápida recuperación de todas sus funciones vitales. Todos quedaron sorprendidos por el giro imprevisto de los acontecimientos. Existe una concomitancia cronológica y un nexo entre la invocación a la Beata y la curación del paciente, conocido familiarmente entre los amigos y la Hermandad de la Macarena como el "Carre".

Sobre esta curación considerada milagrosa, en la Curia archidiocesana de Sevilla, se instruyó el Proceso diocesano del 24 de junio al 14 de octubre de 2013, cuya validez jurídica fue reconocida por la Congregación de las Causas de los Santos con decreto del 13 de diciembre de 2013. Preparada la Positio (término técnico con el que se denomina el volumen preparado y elaborado con el material del Proceso diocesano para el estudio de los médicos, teólogos y Cardenales y Obispos) sobre el milagro, el 6 de noviembre del 2014, la Consulta Medica del Dicasterio Romano reconoció que el hecho de la curación no tiene explicación científica alguna. El 20 de enero del 2015 tuvo lugar el Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos de la Congregación que expresó también su parecer positivo, atribuyendo un carácter sobrenatural a la curación. El 14 de abril del 2014 tuvo lugar las Sesión Ordinaria de los Padres Cardenales y Obispos, presidida por el Prefecto del Dicasterio, Cardenal Ángelo Amato SDB.

De todo esto se hizo una cuidadosa explicación al Santo Padre Francisco por el Prefecto de la Congregación de los Santos, el cual apróbó y ratificó el milagro atribuido a la intercesión de la Beata María Purísima de la Cruz el 5 de mayo de 2014 y ordenó que el Decreto fuera publicado en las Actas de la Congregación de las Causas de los Santos.

Roma, 14 de octubre de 2015.

Alfonso Ramírez Peralbo, OFMCap.
Postulador General de la Causa.

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