Santidad, desatasque la beatificación de San Romero de América

Mientras el Papa está en León (Guanajuato) de visita pastoral, no muy lejos, en el centroamericano El Salvador, celebran el 32 aniversario del "martirio" de monseñor Romero. Un martirio no reconocido. Un santo que no es santo oficial, pero sí santo del pueblo. Y ya se sabe que "vox populi, vox Dei". ¡Magnífica oportunidad para que el Papa haga oficial lo real!

Santidad, la gente no entiende que se acelere tanto la elevación a los altares de algunos (desde San Josemaría al beato Juan Pablo II) y se deje en el dique seco a otros, como monseñor Romero. No lo entiende, porque no es comprensible ni razonable ni justo.

En la Iglesia, mosaico de santidad, hay sitio para todos. Y para todo tipo de santos. Desde los Papas, a los fundadores, pasando por los fieles más sencillos. Hay espacio para los santos "conservadores" (muchos, en estos últimos años) y debería haberlo también para los "progresistas". Y ya sabe que lo de progresistas y conservadores es una forma de hablar, para entendernos mejor.

¿La opción preferencial por los pobres, la defensa de los oprimidos, la lucha por la justicia, la verdad, la caridad y la paz no merecen santos de peanas?

Romero es el mártir-santo moderno de Latinoamérica. Sin duda el personaje religioso que llega más hondo en el sentir popular.

Con su elevación a los altares, la propia institución saldría ganando. ¿A qué espera, Santidad? Haga uso de sus prerrogativas papales y, al menos, desatasque el proceso de beatificación de San Romero de América, el santo de los humildes, el obispo de los pobres. Háganos ese regalo, en el día del aniversario de su asesinato. Amén.

José Manuel Vidal
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