Del discurso de Benedicto XVI en 2012 al de León XIV en 2025 Diferentes discursos en un mismo sitio palaciego (I)
Líbano en lengua siríaca -dialecto arameo (la lengua del Señor Jesús, que dijera León XIV)- significa el “corazón de Dios”
I.- Sobre el Líbano:
El papa Francisco no pudo visitar Beirut, capital del Líbano, pues enfermó en las fechas previstas para el viaje. Benedicto XVI estuvo en Beirut al final de su Pontificado, entre los días 12 y 14 de septiembre de 2012, teniendo ya decidida la renuncia pontificia, formalizada meses después (11 de febrero de 2013). En el indiscreto libro Nada más que la verdad, de Georges Gänswin, secretario particular, arzobispo y prefecto, cuenta que Benedicto le participó la renuncia el 25 de septiembre, o sea, a los pocos días de concluido el viaje al Líbano. En ese viaje, último de su Pontificado, se vio al Papa decaído, triste y doliente, rasgos de su padecimiento psíquico y fundamental.
Y es que el interés de los papas por el “país de los cedros”, cristiano y musulmán, siempre fue grande, siendo León XIII el primero, primo, en destacarlo, como recordó León XIV en la Audiencia a los participantes en el Jubileo de Iglesias Orientales, del 12 al 14 de mayo de este mismo año. De León XIII, León XIV hizo la siguiente cita: “La Obra de la Redención humana comenzó en Oriente”. Y León XIII -añadió León XIV- “fue el primero en dedicar un documento específico a la dignidad de los fieles orientales”.
Por El Líbano pasaron los santos Pablo VI (1964) y Juan Pablo II (1997), pues Líbano es más que un Estado entre los muchos integrantes de la comunidad internacional.
Un Oriente del que “surgió” Jesús y que fue cristiano muchos siglos antes de la llegada de los musulmanes, UNOS SEIS SIGLOS ANTES. Es curioso que tanto se hable y escriba del escaso porvenir de los cristianos en todo el Oriente y en el Levante libanés por el avance del Islam y se contemple resignadamente el avance del mismo Islam en la Europa antes cristiana.
El cardenal Parolin, secretario de Estado, que está adherido al sillón de la Secretaría como una lapa o llámpara a una roca, apoyado más con ventosas que con nalgas, repitió que Líbano es un mensaje de paz y de convivencia -idea ya expresada mucho antes por san Juan Pablo II-. También, lo del mensaje, fue repetido por el Patriarca maronita de Antioquía y cardenal de la Santa Romana Iglesia, Bechara Raï, que representa a la más importante comunidad católica del Oriente, la maronita.
Bechara RaÏ, en 2016, escribió el libro En el corazón del caos, titulando los capítulos IV y V “El Líbano, país mensaje”. El Patriarca, en la página 101 del libro, se refiere al artículo 9 de la Constitución libanesa: “El Líbano, en homenaje a Dios, respeta todas las religiones y reconoce sus diferentes estatutos personales”. “He ahí -añadió- la gran especificidad del Líbano”.
Y ese país es tan peculiar en el Oriente Medio que, como el vecino Israel, es un Estado democrático, y que, para más peculiaridad, separa la religión y la política; es un Estado civil y no religioso -sin credo confesional, aunque con muchas confesiones religiosas- ni teocrático como los Estados musulmanes, en los que El Corán es fuente de la legislación. Y todo ello es así, aunque en El Líbano el presidente de la República tiene que ser cristiano maronita, el jefe del Consejo de ministros tiene que ser musulmán sunnita y el presidente de la Asamblea o Cámara de Diputados ha de ser musulmán chiita. Y todo aquello es así, aunque el artículo 50 de la Constitución, el presidente de la República, al tomar posesión, ha de decir juramentando: “Juro por Dios Omnipotente…”.
La peculiaridad máxima está en que el Líbano existe gracias a “la mano divina que lo salva”. Acaso por eso, Líbano en lengua siríaca -dialecto arameo (la lengua del Señor Jesús, que dijera León XIV)- significa el “corazón de Dios”. Benedicto XVI, en su Exhortación Apostólica postsinodal, Ecclesia in Medio Oriente, de 14 de septiembre de 2012, determinó con exactitud la diversidad cristiana de todo el Oriente Medio, habiendo en esa región:
“Fieles nativos pertenecientes a las venerables Iglesias orientales católicas sui iuris: la Iglesia patriarcal de Alejandría de los coptos, las tres Iglesias patriarcales de Antioquía de los greco-melquitas, de los sirios y de los maronitas, el Patriarcado de Babilonia de los caldeos y la de Cilicia de los armenios”.
Y añade: “hay también obispos, sacerdotes y fieles que pertenecen a la Iglesia latina. Y, además, hay sacerdotes y fieles venidos de la India, de los Arzobispados mayores de Ernakulam-Angamaly de los sirio-malabares y de Trivandrum de los sirio-malankares, así como de otras iglesias orientales y latinas de Asia y Europa del Este, y muchos fieles de Etiopía y Eritrea”.
¡Qué embrollo!
Más aún: resulta que en el pequeño Líbano hay árabes, que unos son cristianos y otros católicos; hay árabes que son musulmanes, unos sunnitas, que miran a Arabia saudita, y otros chiitas, que miran a Irán, país que no es árabe, sino persa. Esa distinción o rivalidad entre los musulmanes –hay también musulmanes alauitas, ismaelitas y drusos-- viene de muy lejos, que parte de la querella de sucesión a la muerte de Mahoma. Y el Líbano, que fue refugio de palestinos, linda con Israel, y que parte del Líbano fue controlado militarmente por chiitas del “Partido de Dios” (Hezbolá), siendo clave en la guerra entre palestinos y judíos.
No es extraño, ante tanto barullo, que Líbano haya sido lugar de luchas intestinas reavivadas por conflictos inter-árabes y entre israelitas y árabes; de guerras civiles con miles de muertos; de terrorismo también con miles de muertos; con miles de desplazados y refugiados; y siendo lo último --hace pocos meses-- el escenario de la “limpieza chiita” por las fuerzas terrestres y aéreas del Ejército de Israel, localizados los bombardeos en el sur del Líbano y de su capital Beirut, todo lo cual, pudo ser visto, los bombardeos en directo, gracias a televisiones como la francesa BFM, la americana CNN o la árabe Al Jazeera.
II.- Sobre el escenario de los discursos papales, de Benedicto XVI y León XIV, ante las máximas autoridades libanesas:
A.- En Palacio:
En el mismo Palacio Presidencial de Baabda y en el mismo Salón, denominado “25 de Mayo”, Benedicto XVI, el 15 de septiembre de 2012, en francés, y León XIV, el 30 de noviembre de 2025, en inglés, pronunciaron discursos en el llamado “Encuentro con las más altas autoridades políticas y religiosas de la República libanesa”. Benedicto, de entre los varios de su colección, lució un impresionante pectoral de oro con perla roja incrustada.
Antes (2012) y ahora (2025) estuvo allí presente el 77 Patriarca maronita de Antioquía y de todo el Oriente, Bechara Raï, ahora con 85 años y con los rasgos propios de la ancianidad. También en la primera fila, ahora, estaba la esposa del presidente de la República, el militar y cristiano Joseph Aoun. Sorprende que en la historia de la República Libanesa haya tantos presidentes militares, siendo el ejército libanés tan inoperante. ¿Por qué será?
La esposa del presidente de la República es dama elegante, excepto al caminar, que no es precisamente de andares de alabardero --por ser de pies cóncavos o “para adentro al andar”, y flacos, de difícil sostén por la altura de los tacones--. No consiguió superar el atractivo de la chiita esposa del casi eterno presidente de la Cámara de Diputados, el chiita Nabib Berri, con problemas oculares (muy sensible a la luz) cada vez mayores. La rubia esposa del presidente del Gobierno, Nawaf Salam, teóricamente sunnita, ni fu ni fa, o nada a destacar, a simple vista y sentada.
Y al otro lado de la fila, ahora estaban los cardenales Parolin, siempre simulando misticismo, junto a los también cardenales Koch, con padecimientos de cuello. Y estaba Gugerotti, tan sonriente como siempre, y encantado de haberse conocido como prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales.
Que el secretario de Estado vaticano, con Benedicto XVI, fuese el salesiano Tarcisio Bertone, allí presente en 2012, da idea de la rapidez del devenir del tiempo y del estado doliente y padecimientos del Pontífice, dispuesto a renunciar ya, ya. Ahora y allí estaban también expresidentes de la República libanesa, entre ellos, el también anciano general cristiano, Michel Aoun, célebre miliciano por su “radicalidad” en la Guerra Civil libanesa entre 1975 y 1990, casi como el chiita Nabib Berri.
Gracias a mi videoteca, que conserva el video del acto de 2012, pude ver sentados, junto al secretario de Estado de entonces, ya mencionado, a los cardenales Sandri, Jean Louis Tauran (con síntomas visibles de la enfermedad que le llevaría a la muerte) y al cardenal Koch. Y allí se encontraba el arzobispo corso Becciu, el de lo de Londres, entonces sustituto de la secretaría de Estado, que luego, ya cardenal, tanto incordiaría en los días previos al Conclave de mayo de 2025.
Y aquí concluimos la Primera Parte, empezando la segunda, que será futura, con el análisis del Discurso del Papa teólogo (Benedicto XVI) y del Papa León XIV, que aún no sabemos qué será, si teólogo, jurista o pastor. Y en esa Segunda parte haremos referencia al libro magno Oriente-Occidente, a cargo de la Fundación Martin Bodmer, y en cuya “Tablas de materias” se incluyen las tradiciones antiguas, tradiciones judías, tradiciones cristianas y musulmanas.
Fréderic Möri, responsable de la concepción, dirección científica y coordinación del ingente trabajo con forma de libro, en su introducción, escribe:
“Oriente-Occidente nació del deseo de contribuir al dialogo de culturas sugiriendo de este movimiento para nuestras diferentes tradiciones religiosas, centrándonos principalmente sobre lo que es el corazón del fenómeno religioso: la fe en la inmortalidad del alma”.
Continuará.