"Tendrá como deber Monseñor también ayudar a sus “inferiores” y/o subordinados" El obispo vestido de azul

García Cadiñanos
García Cadiñanos

"La Iglesia ortodoxa maneja con excelencia dos instrumentos principales de lo litúrgico: el olor y el color"

"Una lectora amable me envió la fotografía de “un obispo vestido de azul”, que es color de la Inmaculada Concepción"

"Poco a poco, cada vez más y más destacadamente se está introduciendo en las vestimentas litúrgicas el color azul en cuanto color litúrgico, y no sólo con ocasión de las fiestas de La Inmaculada"

Es sabido que la Sagrada Liturgia me interesa mucho por ser muy interesante y estar cerca de Dios, como la Mística. Por eso escribí, aquí, en Religión Digital, varios artículos sobre ella, pudiendo haber escrito más. Y cuando necesito lo que pudiera denominar, con petición de perdón, “un chute litúrgico”, acudo, como en otras importantes cuestiones, teológicas también, a la Iglesia ortodoxa. 

Esa Iglesia cristiana -no católica- maneja con excelencia dos instrumentos principales de lo litúrgico: el olor y el color; o sea, el incienso y las multicolores vestiduras de popes, sean archimandritas o metropolitas, sean griegos o macedonios, se llamen Porfirios o Atanasios, barbones, barbados o barbudos. Es difícil que en el Vaticano mismo, no obstante tanto arzobispo ceremoniero y católico, supere en lo litúrgico a la genuina Ortodoxia. 

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Obispo de azul

Los colores pueden ser muchas cosas. Placeres para la vista, con flores en los jardines y cansada de ver marrones. Un colorido que precisa de oficio como el de los tintoreros, de bellas combinaciones cromáticas y de asquerosos olores. Y los colores, además, son códigos, como el de la circulación, pues cuando se “pone” el rojo, los automovilistas han de parar -lo verde es para reanudar la marcha o para llamarse ecologista o “ecolojeta” que dijera un hermano franciscano y monseñor-. Más aún: por el rosa se sabe quién es hembra y por el azul quién es hombre.  

 A consecuencia de los artículos antes referidos, una lectora amable me envió la fotografía de “un obispo vestido de azul”, que es color de la Inmaculada Concepción, y que nada tiene que ver con la llamada “inmaculada decepción”, que así llamé -y sigo llamando- a otro mitrado “en oficio”. El obispo de la fotografía es de una Diócesis que está en el mapa como esquinada; se trata, en realidad, de una Diócesis que es una esquina. 

Entre las particularidades de esa Diócesis está tener la sede o Catedral en un pueblo que está al fondo de un valle, en el que está enterrado, en el llamado Cemiterio Vello, el autor gallego de Xente de aquí e de acolá. Ese pueblo o villa tuvo un Rey, O Rei das Tartas, y un Santo llamado Rosendo. La Concatedral está en otro lugar, que en otro tiempo, fue del caso genitivo, del Caudillo.  

Libro de Cunqueiro

En la foto se ve al obispo encantado de haberse conocido, cómo favorecido por ángeles y mujeres: un auténtico Campeador; ahora él tan húmedo y antes tan seco, secarral de Burgos. Por cierto, que lo último escrito sobre el Cid, persona muy admirada por Doña Urraca, se encuentra en el libro de mi admirado y admirable amigo, don Julio Escribano Hernández, titulado Caballero de Vivar, “MOZÁRABE HISTÓRICO, FIEL GUERRERO Y HÉROE LITERARIO” (publicado por la Fundación Universitaria Española). Por mí y para mí aprendí de memoria lo excepcional que escribió don Julio, acerca de “Santa Teresa de Jesús, una mujer en sus cartas”. 

Y el faldamento episcopal y azul, me hizo pensar en los colores litúrgicos y, en concreto, en el azul. La primera vez, según creo, que vi a un obispo, vistiendo la casulla azul, azul, fue al Excelentísimo y Reverendísimo, que en paz descanse, don Juan del Río, Arzobispo castrense, el 8 de Diciembre de 2017. La Misa fue en la Catedral castrense, la de la calle Sacramento de Madrid, en la festividad patronal de varias Armas y Cuerpos de las Fuerzas Armadas. Y lo último visto, en azul, lo contaré más adelante.  

Es curioso lo que cuenta el mayor experto mundial en colores, que es el francés Michel Pastoureau, historiador, antropólogo y autor de numerosos libros sobre colores, habiendo manejado este escribano (o escribiente) el más pequeño, que se titula Le petit livre des couleurs, de Ediciones Panama, 2005. Y cuenta Don Michel que el color azul no fue tradicionalmente color litúrgico, como fueron el blanco/oro, el negro, el rojo y el verde. No se deben confundir lo que son colores litúrgicos, con lo que son colores iconográficos, siendo el azul iconográfico y de la Virgen Inmaculada (La Virgen fue la gran promocionadora del azul). 

Libro de Pastoureau
Libro de Pastoureau

Pastoureau cuenta cómo en la Antigüedad no existía el color azul ni en las lenguas, que pasó a las lenguas románicas desde lo germánico (blau) y lo árabe (azraq). Pastoureau cuenta cómo los colores tradicionales litúrgicos, excluido el azul, se formaron en la época carolingia, siendo los principales los ya indicados

Poco a poco, cada vez más y más destacadamente se está introduciendo en las vestimentas litúrgicas el color azul en cuanto color litúrgico, y no sólo con ocasión de las fiestas de La Inmaculada, en el mes de Diciembre. Es interesante observar cómo, ya excluido el negro en los actos fúnebres, estando sustituido por el violeta, a este último, a veces, ya se sustituye, a su vez, por el azul.

Y recuerdo impresionantes vestiduras azules de monseñor Ricardo Blázquez, entonces arzobispo de Valladolid, en celebraciones en la herreriana catedral de su Archidiócesis, aunque  cubierto de ortodoxo morado en el funeral por el alma de José Jiménez Lozano, en 2020 (funeral celebrado en la parroquia de Alcazarén, en Valladolid). Y lo último azul se vió hace unos días en la vestidura del nuevo obispo, en la toma de posesión de la Diócesis tortosina, destacándose el azul sobre la casulla blanca.

Blázquez, de azul
Blázquez, de azul

Dado que el “obispo vestido de azul”, objeto de este artículo y al que deseo que Dios guarde muchos años, es propenso a extravagancias, vestimentas y poses no convencionales, el archivo fotográfico de heterodoxias y no de ortodoxias va en aumento. Mas, si se quiere conservar la alegría, el “aquí estoy yo” o “el qué bien me encuentro y veo”, no es que haya que extremar la prudencia, no, no, bastará simplemente ser un poco menos imprudente. 

Tendrá como deber Monseñor también ayudar a sus “inferiores” y/o subordinados por varias razones. En primer lugar por los subordinados mismos, alguno de entre los cuales cuidados necesita. Y en segundo lugar, por sí mismo, pues de lo que éstos hagan (subordinados) debida o indebidamente y sin querer, él, “el obispo vestido de azul”, es el responsable jurídico. Y ya se sabe cuál es el espíritu de los tiempos, los actuales.  

Y ello más aún, si cupiera, pues hace escasos días, en sede local de uno de los poderes del Estado, quedó hecho algo parecido a lo que los juristas, siempre pedantes, llaman la “preconstitución” de pruebas. Y ¡ojo! que cuando se avisa, no hay traición que valga como atenuante, ni específica, genérica o atípica. Ante lo rojo y no parar o respetar el stop, es de temerarios o daltónicos. Y si no se ve o se ve mal, hay que pedir cita, con urgencia, en el oculista. 

Cadiñanos
Cadiñanos

Ya el poeta, nacido en Sevilla y luego en Soria, Antonio Machado, contador de las historias de los Alvargonzález, y enamorado de la hija de la mesonera castellana, aventuró:

”Por la terrible estepa castellana, al destierro con doce de los suyos –polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga”.

¡Cuídate, figura de apóstol, que “saltar por los aires” es de mucho ruido y barullo!

García Cadiñanos
García Cadiñanos

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