Cristo desborda la Iglesia

“Dios está en Cristo y Cristo está en la Iglesia.  Pero Cristo desborda la Iglesia. Es decir, La Iglesia no puede pretender tener del todo a Cristo, al modo de decir: solo los que están en la Iglesia son cristianos. Hay muchos cristianos de alma que no conocen la Iglesia, pero que tal vez son más buenos que los que pertenecen a la Iglesia. Cristo desborda la Iglesia, como cuando se mete un vaso en un pozo abundante de agua, el vaso está lleno de agua, pero no contiene todo el pozo, hay mucha agua fuera del vaso. Así dice el Concilio que hay muchos elementos de verdad y de gracia que pertenecen a Cristo y que no están en la Iglesia.  Esta es una de las grandes revelaciones, diríamos, redescubrimiento de una gran verdad.  Para quienes se sienten orgullosos vanamente de la institución Iglesia, sepan que podemos decir: allí no son todos los que están, ni están todos los que son. No están todos los que son, hay muchos cristianos que no están en nuestra Iglesia.  Bendito sea Dios que hay mucha gente buena, buenísima, fuera de los confines de la institución Iglesia; protestantes, judíos, mahometanos, …” (13 de agosto de 1978)

Es un principio básico del ecumenismo sano reconocer que “Cristo desborda la Iglesia”. La historia de la Iglesia (católica romana) deja ver con claridad que “la Iglesia no puede pretender tener del todo a Cristo”, ya que ha habido mucho pecado imposibilitando la presencia liberadora de Jesús.  Y al mismo tiempo es fundamental reconocer que Cristo es mucho más grande que una Iglesia particular.  El ejemplo del vaso en un pozo lo deja ver con claridad y hace descubrir que hay mucho más “agua” (presencia de Cristo) fuera del vaso.  Monseñor se alegra por ese “redescubrimiento de una gran verdad”.  Esto exige de parte de cada Iglesia (es decir, también de parte de la Iglesia Católica Romana) una profunda humildad y una gran apertura para conocer y abrazar la presencia de Cristo en las demás Iglesias y – así termina Monseñor la cita – también en religiones no cristianas como el judaísmo y el Islam.  Podemos añadir a las demás religiones y en los pueblos no religiosos.

Nos llama la atención que Monseñor menciona a “quienes se sienten orgullosos vanamente de la institución Iglesia”, es decir, a quienes consideran que su Iglesia es el único camino de salvación.  Ahí es de recordar que Jesús ofrece la salvación, ofrece vida, libertad, fuerza liberadora a quienes desean colaborar en la construcción de lo que Él llamó el Reino de Dios.  Hemos pecado de un fuerte eclesiocentrismo, olvidándonos del horizonte del Reino como Jesús lo ha vivido, anunciado y practicado.  No podemos sentirnos “vanamente orgullosos” de nuestra Iglesia.  Sin la debida humildad nunca saldremos de ese encierro eclesiástico.  No es por gusto que el Papa Francisco ha hablado de Iglesia en salida, Iglesia en la calle, Iglesia hospital de campaña, o que P. Rutilio Grande (mártir en El Salvador) hablaba de la Iglesia con la misión de preparar el banquete universal para todos y todas.  Todavía queremos mencionar que las comunidades eclesiales de base no escapan de esa tentación de sentirse “vanamente orgullosas” menospreciando a otros modelos al interior de nuestra iglesia y aún más a experiencias de otras iglesias históricas e iglesias evangélicas.

Han habido muchas razones históricas (políticas, económicas, sociales, culturales, militares) y por supuesto también debilidades eclesiales (doctrinales, jurídicas, litúrgicas), junto con pretensiones personalistas, que han provocado el divisionismo cristiano.  Un primer paso es estudiar con más objetividad las causas y así poder salir de prejuicios condenatorios frente a otras Iglesias.   Esto es posible si creemos, lo que Monseñor nos recuerda: “Cristo desborda la Iglesia”, y hay mucha presencia de Cristo en las otras iglesias y otras religiones. 

El pecado estructural en nuestras sociedades ha sido el resultado sistémico de no poca gente de poder y riqueza, que ha participada y que participa en las iglesias cristianas, que ha sido bautizada y confirmada, ….  El juramento sobre Biblias es aún expresión de lo mismo. También desde nuestra Iglesia se ha dado muy malos testimonios.  

De ahí que urge que reconozcamos que “que hay mucha gente buena, buenísima, fuera de los confines de la institución Iglesia”.  Superando la limitada visión intraeclesial, descubrimos la prioridad de la construcción del Reino de Dios.  En el camino aprenderemos a valorarnos mutuamente y a luchar juntos/as por arrancar de raíz la injusticia y avanzar hacia la paz justa y fraterna. 

“Primero lo primero” ha sido un eslogan para la superación personal, pero vale también para quienes creemos en Jesús como camino hacia la Vida.  Mt 6,33 :  “Busquen primero el Reino y la Justicia de Dios” y lo demás vendrá por añadidura.  No tengamos miedo para abrirnos a la presencia de Cristo en las demás Iglesias para que con su gracia podamos aportar en la construcción del Reino. 

Cita 7  del capítulo III (Iglesia  ) en el libro “El Evangelio de Mons. Romero”

Volver arriba