En Cristo el pueblo encuentra su esperanza.

Sentimos en el Cristo de la semana santa, con su cruz a cuestas, que es el pueblo que va cargando también su cruz. Sentimos en el Cristo de los brazos abiertos y crucificados, al pueblo crucificado; pero que desde Cristo, un pueblo que crucificado y humillado, encuentra su esperanza.” (19 de marzo de 1978).

Pablo escribió a la Iglesia de Corinto (1 Co 1, 23-24): «Proclamamos un Mesías crucificado. Para los judíos, ¡qué escándalo más grande! Y para los griegos, ¡qué locura! Sin embargo, él es Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios para quienes Dios ha llamado».  Es lo que Monseñor ilustra en su breve cita: «Desde Cristo, un pueblo crucificado y humillado encuentra su esperanza». Desde la cruz, desde los crucificados y humillados, nace la esperanza, la fuerza y la sabiduría de Dios.

Esto no tiene nada que ver con las ciencias. ¿Cómo puede nacer esperanza desde un crucificado, un humillado, un ser humano hecho «cosa»?   Y sin la mirada de la fe tampoco se puede verlo ni creerlo.  Sin embargo, Monseñor Romero tiene razón y nos invita a arriesgarnos a vivir esa maravillosa experiencia de la fe cristiana. 

No se trata de la esperanza de obtener el poder o de un dios que intervenga para resolver nuestros problemas, como expresaron las dos personas de Emaús en su diálogo con el acompañante desconocido: «Nosotros habíamos esperado que sería el libertador de Israel» (Lc 24, 21).  En tiempos de pandemias o desastres naturales, vuelven a surgir ese tipo de esperanzas y creencias. ¡Cuántas personas clamaban al cielo para que nos protegiera del COVID-19, para que nos amparara en la supervivencia! ¿Cuántos no han rezado pidiendo que Dios detuviera la violencia social que las maras provocaban a partir del fin de la guerra? Parece fácil esperar milagros e intervenciones divinas.  Pero la esperanza cristiana no consiste en eso. 

Recordemos lo que Jesús nos dijo: «Al orar, no sean como los paganos, que piensan que por hablar mucho serán atendidos.  Ustedes no recen así, porque antes de pedir, el Padre ya sabe lo que necesitan» (Mt 6, 7-8) y «El Padre sabe que ustedes necesitan todo eso. Por lo tanto, busquen primero el Reino de Dios y su justicia» (Mt 6,12-13).   En la cita anterior, Monseñor Romero nos habló del «Cristo carne que sufre».  Ahora bien, la respuesta cristiana consiste en buscar «el Reino de Dios y la justicia de Dios». 

La historia de las comunidades eclesiales de base está escrita con experiencias muy concretas en las que hombres y mujeres pobres se han encontrado con «Cristo carne que sufre» y han decidido construir el Reino y luchar por la justicia de Dios.  Otros se hicieron solidarios y se integraron en esa lucha y construcción del Reino.  Desde el encuentro real con «Cristo carne que sufre» surgió un gran dinamismo de compromiso, entrega y servicio.  En sus libros sobre las comunidades eclesiales de base, el padre Pedro Declercq ilustra los milagros reales y las esperanzas que transformaron a hombres y mujeres en testigos del Evangelio.  El compromiso con los «Cristos carne que sufren» les provocó una profunda alegría y un agradecimiento divino que nadie podía robarles. 

Hoy, monseñor Romero nos invita a arriesgarnos a hacer lo que hizo Jesús, a cargar con la cruz de la «carne sufriente» de hoy, a servir para que haya «salud y pan», vida en abundancia, curación y vida digna.  Desde Cristo nacerá la esperanza. Desde el pueblo enfermo y hambriento brotará la esperanza.   Busquemos de verdad el Reino de Dios y luchemos por la justicia en defensa de la vida.  Seamos esos signos de fraternidad y solidaridad que harán florecer la esperanza del pueblo.  

Cita 5 del capítulo II (Jesús de Nazaret) en el libro “El Evangelio de Mons. Romero”

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