La Iglesia que ilumina la noche con la luz de Cristo.

Vigilia Pascual  –A  -    Mt 28,1-10     9  de abril de 2023

Monseñor Romero dice[1] en su homilía de la vigilia pascual: “De ahí este trabajo tan tremendo de la evangelización, el trabajo de la reconciliación de los hombres con Dios, el trabajo de llevar la sangre de Cristo a todos los corazones, el trabajo de sembrar el amor del Señor sobre todos los odios, el trabajo de sembrar paz en los pueblos, justicia en las relaciones humanas, respeto a los derechos de los hombres que santificó la redención del Señor.   Este trabajo de la Iglesia supone luchas sangrientas, conflictos dolorosos; pero son parte de la Pascua de Cristo, una Pascua que  no estará cumplida plenamente sino hasta que Cristo vuelva.   Esta noche es una figura de la Iglesia en espera de la madrugada.  Oyeron el pregón pascual cuando se cantaba la gloria de este hermoso cirio, esta candela gruesa con una cruz  marcándolo de gloria, encendido en mitad de la asamblea; ese cirio es la figura de Cristo, es la Iglesia que ilumina la noche con la luz de Cristo. Pero cantaba el diácono: que quede iluminando la noche con la luz que ilumina al hombre que peregrina en la tierra.  Es la figura de la Iglesia; mientras hay noche, ella arde esperando el lucero de la mañana: Cristo que volverá, el resucitado que todavía no le vemos en el esplendor de su gloria pero que ya, a través de su iglesia, predica, perdona, santifica, guía las almas que se quieran dejar conducir.”

Para la reflexión semanal, sólo podemos tomar una cita de la rica homilía de Mons. Romero durante la vigilia pascual y durante la Eucaristía del domingo de Pascua.   Invitamos a reflexionar bajo el título "La Iglesia que ilumina la noche con la luz de Cristo".

Sabemos muy bien que en la historia de la humanidad ha habido mucha más oscuridad que luz, mucha más violencia y guerra que paz; mucha más injusticia que justicia; mucha más mentira y engaño que verdad.   A pesar de que la Declaración Universal de los Derechos Humanos (de varias generaciones) ha abierto un importante camino, en la práctica los derechos de la mayoría de las personas siguen siendo violados.  En determinados momentos históricos, hubo aquí y allá importantes horizontes nuevos y esperanzadores, pero de todos modos éstos solían erosionarse al cabo de un tiempo.  Definitivamente, no debemos aislar los grandes pasos hacia un Estado del bienestar (como en algunos países europeos) de las relaciones internacionales (económicas, políticas y militares) con el resto del mundo, especialmente con los países del Sur.   Para la inmensa mayoría de la gente (especialmente en el sur del planeta) , seguimos "en medio de la noche oscura y amenazadora".  La cercanía de la guerra actual en Europa nos hace temer y dudar de que el diálogo y la negociación internacionales puedan evitar una mayor escalada mundial.

Pues bien, en esa "noche" de la historia, Monseñor Romero nos dice que la misión y el desafío de la Iglesia es "iluminar con la luz de Cristo".  Lo celebramos plenamente en la fiesta de la Pascua.  En ella, renovamos nuestras promesas bautismales fundamentales.  Para ello, encendemos nuestro cirio (nuestra vida) con la Luz del Cirio Pascual (en referencia a Jesús, el resucitado). Con este fin, cantamos con gratitud y alegría el "Aleluya" y nos deseamos mutuamente la paz de la Pascua.  Para ello, las campanas repican desde las torres de las iglesias.  Nos deseamos unas "Felices Pascuas".   Y con razón.

Pero luego tenemos que hacerlo realidad y una práctica diaria.  Monseñor Romero reiteró por enésima vez que nos enfrentamos a una urgente tarea de evangelización. "el trabajo de la reconciliación de los hombres con Dios, el trabajo de llevar la sangre de Cristo a todos los corazones, el trabajo de sembrar el amor del Señor sobre todos los odios, el trabajo de sembrar paz en los pueblos, justicia en las relaciones humanas, respeto a los derechos de los hombres que santificó la redención del Señor".  Eso significa ser luz en la oscuridad, en situaciones oscuras de pobreza y hambre, de soledad, de injusticia, de violencia, de abusos,....   La misión pascual de la Iglesia es ser levadura para la reconciliación entre las personas y los pueblos.  Sin duda, los cristianos que han elegido una misión política y son elegidos para ella deben ser especialistas en esa misión.  Deben ser pacificadores. Deben cambiar las relaciones económicas internacionales e impulsar la justicia en lugar de la injusticia y la explotación.  Deben ser héroes en la defensa de la naturaleza y del planeta para que mañana se pueda seguir viviendo en plenitud.  Y, por supuesto, desde la base, los cristianos tenemos la tarea de contribuir a ello, de señalar y ayudar a curar las heridas; de exigir responsabilidades a los políticos; de transformar la educación de tal manera que las nuevas generaciones tomen conciencia de la oscuridad del mundo y estén preparadas para irradiar la luz. 

Desde hace 20 siglos, los cristianos celebramos la Pascua, la victoria sobre el pecado y la muerte: luz en las oscuridades históricas.  Cada año expresamos nuestra fe en que Dios mismo pasó a Jesús a través de la cruz (expresión extrema de la oscuridad de la "noche") y que Él VIVIÓ.   Sin embargo, la historia de la era de la "Cristiandad" no es un testimonio claro de esa Luz y esa Vida.   Durante siglos, los cristianos escuchamos durante la vigilia pascual los momentos más fuertes de la historia bíblica de la salvación, hasta el acontecimiento salvífico de Jesús de Nazaret.  Entonces, ¿dónde está el fallo de nuestra incapacidad para transformar esta historia humana predominantemente "oscura" en un mundo de "luz"?  Sin duda, la tarea de la Iglesia ahora es dar testimonio de Él y dejar que su luz brille sobre el mundo "hasta que Él vuelva".

No debemos rendirnos.  La fe pascual puede y debe hacerse hoy, concretarse, convertirse en Luz donde hay tinieblas.  Dar testimonio de la resurrección de Jesús se convierte entonces en una enorme tarea evangelizadora para llevar la Luz.  Dependiendo de nuestras capacidades y limitaciones, todos tenemos esa tarea de Pascua.      Mientras hay noche,” ella (la Iglesia)  arde esperando el lucero de la mañana: Cristo que volverá, el resucitado que todavía no le vemos en el esplendor de su gloria pero que ya, a través de su iglesia, predica, perdona, santifica ".  El Crucificado resucitado se arriesga al testimonio de los que creen en Él, al testimonio de la Iglesia.   Celebrar la Pascua es una gran responsabilidad ante Dios y ante los hombres.

Algunas preguntas para nuestra reflexión y acción personal y comunitaria.

  1. ¿Cómo celebraremos la Pascua este año? ¿Qué significará para nosotros esta experiencia anual de fe?
  2. ¿Dónde somos testigos de la Luz del Crucificado Resucitado? ¿Dónde llevamos su Luz a las situaciones oscuras de la vida?
  3. ¿Qué necesitamos cambiar (urgentemente) para que nuestra fe pascual se convierta en "contagiosa", "desafiante", "llamada",.... para los que nos rodean?

[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero.  Tomo II – Ciclo A,  Uca editores, San Salvador, primera edición 2005, p. 365.

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