La Iglesia no es más que una mensajera del ministerio pascual. …

Tercer Domingo de Pascua  –A  -    Lc 24,13-35     23  de abril de 2023

En su Homilía del tercer domingo de Pascua, Mons. Romero no aborda el Evangelio de este domingo, sino que profundiza en "el Misterio Pascual".   Nos dice[1] en su homilía:  “Me da mucho gusto sentirme catequista de la diócesis. He aquí la catequesis de esta mañana;  la llamaremos el misterio pascual. …  La Iglesia no es más que una mensajera del ministerio pascual. …

Aunque se trata de su misión como pastor, monseñor Romero quiere llamarse "catequista". En varias oportunidades lo ha expresado.   Podemos entenderlo como alguien que acompaña a otros en la fe, alguien que ofrece una perspectiva sobre la fe como hizo Jesús con los dos que volvían a Emaús, alguien que da un testimonio contagioso e invitador de su propia fe, alguien que llama a otros al camino de Jesús.    En este tiempo pascual, el tema de su catequesis es "el misterio pascual".   Y hace una afirmación fuerte: "La Iglesia es sólo mensajera del misterio pascual".     Para ello anuncia:  La Pascua cristiana tiene cuatro características: una Pascua que es causa de nuestra salvación, una Pascua Liberadora; segundo, una Pascua sacramental, signos que ahora encierran y ocultan realidades divinas que no vemos, eso es lo sacramental; tercero, Pascua eclesial, Pascua comunitaria, Pascua que no la tiene que vivir individualmente cada hombre, sino un pueblo, en común ; y cuarto,  Pascua escatológica, Pascua de esperanza.

No podemos abordar las cuatro características del Misterio Pascual dentro de estos bloques de construcción.  Elegimos un párrafo en el contexto de la primera característica.  Nos dice Monseñor:  La verdadera liberación es la que Cristo comenzó  a analizarles a los discípulos de Emaús. …. La redención, la liberación que la Iglesia predica y espera, no es una liberación que desilusiona, aun cuando las cosas salgan mal, aun cuando hay que morir en una cruz, aun cuando haya que ser torturado y muerto en la indignidad de quienes no quieren el grito de la verdadera liberación. … No olvidemos, hermanos, que la redención todavía se está haciendo y por eso morimos ,por eso hay cementerios.  Si Cristo triunfó de la muerte, ¿por qué mueren los hombres? Por eso, porque no está terminada la redención.    – cuando se está construyendo un edificio, no queramos desilusionarnos por ver allí andamios, materiales revueltos. ¡Se está construyendo! El día de la inauguración quitaremos andamios, barreremos bien y veremos qué construcción más hermosa.  Así es la liberación de Cristo: se está trabajando ahora, por eso hay escombros de muerte, por eso hay andamios imperfectos, por eso hay, en la misma Iglesia, pecado y deficiencia, porque no es todavía la Iglesia triunfante del cielo, es la que se construye todavía entre hombres pecadores, envidiosos, mezquinos, como somos todos los hombres. …. La Iglesia no puede ser liberadora de liberaciones terrenales solamente. Las inspira, sí, porque ella lleva una esperanza que es la fuerza que puede dar eficacia a todas las liberaciones si se quieren hacer cristianas.”

Monseñor Romero es consciente de que los procesos históricos de liberación son siempre limitados y a menudo causan decepción: después de todo, no era aquello por lo que habíamos luchado y ni lo esperado.  De hecho, las revoluciones históricas normalmente han avanzado en algunos aspectos pero no lo han hecho en absoluto en otros, y no pocas veces han degenerado en nuevas formas de opresión.   No es la primera vez que una revolución sacrifica a sus propios hijos.   Cuando las figuras históricas del liderazgo de la lucha de liberación empiezan a verse a sí mismas como el "Mesías", el único líder del partido, el único que entiende al pueblo y sabe lo que hay que hacer, todo parece haber sido en vano.   Cuando los comandantes históricos de la guerrilla pueden participar en el gobierno mediante acuerdos de paz, suelen ser absorbidos por "el poder y la riqueza".   En Centroamérica, vemos ejemplos actuales de ello.   Incluso la Revolución Francesa con "Libertad, Igualdad y Fraternidad" pudo ser un paso adelante, pero también se estancó y provocó frustración. 

Monseñor Romero trata de darnos perspectiva para que comprendamos que el auténtico proceso de redención está todavía en marcha.  Lo que conseguimos históricamente sigue siendo trabajo imperfecto, como un edificio en construcción entre los andamios, con mucho trabajo aún por hacer, lo que todavía implica mucho.   La construcción exige sacrificios y no faltará el dolor y la impotencia. No debemos dejar de creer que esta redención de Cristo está en marcha.

Por eso la Iglesia tiene esta tarea permanente e inmensa: "Ella inspira - los procesos históricos de liberación - , sí, porque propaga una esperanza que es la fuerza que puede hacer funcionar todas las liberaciones si quieren hacerse cristianas."  Para ello, la Iglesia será proféticamente crítica con las liberaciones históricas.  La historia también demuestra que a la mayoría de los dirigentes eclesiásticos les cuesta mucho reconocer y apoyar los procesos renovadores y liberadores positivos. Por otra parte, la Iglesia también tendrá que señalar siempre las necesidades permanentes y nuevas que surjan, las heridas que no acaban de cicatrizar, las limitaciones y también los posibles errores que se cometan.   La Iglesia siempre intentará comprender la historia desde el punto de vista de los pobres.  ¡Qué necesidad hay de ese papel de la Iglesia en el mundo de hoy y de mañana!   Al otro lado, es evidente que la misma Iglesia es también parte de la historia y muchos vicios históricos están también en ella.

Probablemente no es casualidad que Mons. Romero nombrara en primer lugar esa dimensión liberadora del Misterio Pascual.  ¿No será que nos resultará muy difícil comprender las otras dimensiones si no pasamos plenamente por la primera?  “En segundo lugar, una Pascua sacramental, signos que encierran y esconden realidades divinas que no vemos, eso es lo sacramental; en tercer lugar, una Pascua eclesial, una Pascua comunitaria, una Pascua que debe ser vivida no por cada persona individualmente, sino por un pueblo, en comunidad; y cuarto, una Pascua escatológica, una Pascua de esperanza.”  Creemos que es justo decir que Mons. Romero nos sugiere aquí muy claramente (como catequista) que esta dimensión liberadora (esperanzadora, crítica, estimulante,...) de la Pascua es un requisito previo para poder también comprender y vivir la dimensión sacramental, eclesial (comunitaria) y escatológica de la Pascua.

Algunas preguntas para nuestra reflexión y acción personal y comunitaria.

  1. Nosotros, que hemos celebrado y seguimos celebrando el Misterio Pascual, ¿dónde y cómo somos ese mensaje pascual liberador en la historia de hoy? ¿Dónde estamos hoy los que creemos en ese Misterio?
  2. ¿De qué manera inspiramos, desde el Misterio Pascua,l con nuestra presencia y participación esfuerzos muy concretos hacia la liberación, el desarrollo humano, la construcción comunitaria,...?
  3. ¿Cómo nos cambió la Pascua de 2023 o nos puso en camino hacia un nuevo horizonte pascual?

[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero.  Tomo II – Ciclo A,  Uca editores, San Salvador, primera edición 2005, p. 404, 408 y 409. 

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