Monseñor Romero nos invita hoy a reflexionar sobre María como patriota

Santa María. Madre de Dios –A  -    Lc 2,16-21    1 de enero de 2023

Este domingo, en la liturgia dedicado a María, Madre de Dios, Monseñor Romero no retoma el texto del Evangelio de hoy, sino su homilía es un ejemplo de mariología.  En la cita[1] que retomamos para nuestra reflexión de  hoy hace referencia al Magnificat (Lc 1,54-55) y destaca a María como “patriota”, ejemplo a seguir.

“Ella (María) encarna en su vida de virgen sencilla, modesta, desconocida, pero allí como que ha venido a   los torrentes de la historia. Por eso, cuando agradecida canta su Magnificat al Señor que la ha escogido para ser la madres del prometido del pueblo, dice . “Acogió a Israel su siervo, según las promesas que hizo a Abraham y a su descendencia”.  Se sentía ella la encarnación  de toda una historia. Nadie ha sido tan nacionalista como María con su nación.   Es un ejemplo, hermanos, Yo quisiera que en este día de María, Madre de Dios, destacáramos esta nota:  la patriota, la que amó a su pueblo, la que vibró con su pueblo, la que conocía las tradiciones, la que no traicionaba los signos patrios.  Verdaderamente el corazón de una patriota,  Qué signo más bello para que en esta hora, en que la nación de El Salvador necesita verdaderos espíritus patrióticos, no traicionáramos, por  acomodarnos a situaciones de política o de economía o de sociedad, el verdadero interés del pueblo, la verdadera historia, la verdadera redención.   Día primero de enero, ¡salvadoreños!, llamamiento de la Virgen para ser como ella: amad a vuestra patria, estudiad vuestra historia, conoced vuestra idiosincrasia, se salvadoreños profundamente.”

Se han escrito muchos libros sobre María, la Virgen, y desde la devoción popular se le han dado muchos nombres y títulos.   Un cántico tradicional flamenco dice: "El amor te dio mil nombres, grandes y nobles, bellos y dulces. Pero ninguno que haga regocijar el corazón de los flamencos tan alto. Dondequiera que uno vaya por los caminos flamencos, en una casa o en un trono, se encuentra contigo, María, tu imagen está a la vista".  Monseñor Romero nos invita hoy a reflexionar sobre María como patriota.

Cuando María dio su sí para ser la Madre del Salvador, prometido por Dios, se identificó con todo Israel.  María conocía la historia de su pueblo.  Conocía las grandes narraciones de la liberación de la esclavitud, de la denuncia profética de la injusticia y la llamada al arrepentimiento, de la esperanza de los "anawim", el pequeño resto de judíos pobres y fieles. Con frecuencia había escuchado en la sinagoga essas grandes narraciones sobre el caminar de Dios con su pueblo.   Había cantado esas experiencias en muchos salmos. Amaba a su pueblo, dice Monseñor Romero.  Se sintió conmovida por su pueblo, por su sufrimiento y su esperanza de salvación.  En ella no hubo traición a esas grandes y fuertes narraciones de Dios en el camino con su pueblo a pesar de la infidelidad de sus líderes.  Al ponerse plenamente al servicio de Dios, María se convirtió en una auténtica patriota.  "Nadie ha sido tan nacionalista como María con su nación", dijo.

También Monseñor Romero ha sido un auténtico patriota.  Incluso desde sus primeros años como sacerdote en la diócesis de San Miguel, hay escritos que lo atestiguan.   El Padre Juan Vicente Chopin[2] escribe lo siguiente al respecto: “Monseñor Romero era un patriota convencido. Ahora bien, se trata de saber qué tipo de patriotismo profesaba. Se trata de un patriotismo en primer lugar teísta, según su propia tesis: «siempre será cierto que los mejores patriotas coinciden ser los hombres que mejor adoran a Dios» (Semanario Chaparrastique, 24 de agosto de 1963). En segundo lugar, es un patriotismo socio-eclesial. Monseñor Romero busca una concomitancia entre amor a la patria y amor a la Iglesia. En este sentido nos dice: «Un motivo que impele al sacrificio, es el amor a la patria. Como ningún egoísmo es más repugnante que el de aquellos falsos ciudadanos que, pudiendo hacer algo por su patria, se resguardan en su vida a costa tal vez de los esfuerzos ajenos. El hombre debe amar a su patria. Y cuando el bien de ella lo exige, debe el patriota sacrificarle hasta la vida. Lo contrario sería no ser patriota. Sin arrancar ese amor a la patria ―y más bien robusteciéndolo― el católico debe amar hasta el delirio, hasta el sacrificio, a su Iglesia» (Semanario Chaparrastique, 10 de febrero de 1945). Patriotismo es estudiar para que la ciencia nacional se eleve; patriotismo es contribuir con su conducta a que la juventud de la patria sea una juventud de carácter; patriotismo es hacer con mi comportamiento que los ciudadanos de otras patrias aprecien a mi nación porque tiene hombres de palabra, de moral pura, de fe limpia. Y ese patriotismo solo lo forja un gran a mor a la Patria inmortal.    Estas son palabras que Monseñor Romero dijo cuando tenía apenas tres años de ser sacerdote, es decir, son argumentos de juventud, pero que nos dan la clave del porqué treinta y cinco años después, ya siendo arzobispo, no se echó para atrás ante la posibilidad real de su muerte. Es evidente la línea de coherencia en su pensamiento y en su actuar.”

En su homilía de aquel primer domingo de 1978, nos presenta a María, la Virgen, la Madre de Dios, como un ejemplo radical de patriotismo, de auténtico patriotismo.  Sin embargo, hay que entenderlo bien, porque bastantes ideologías políticas, y sobre todo de extrema derecha, quieren atribuir el patriotismo a un individualismo racista.  En América Latina, los gobernantes utilizan esta misma bandera patriótica para justificarse y conseguir votos en las campañas electorales.  La frase del joven sacerdote Romero - citada por P. Chopin, dice claramente "Y este patriotismo sólo puede ser forjado por un gran amor a la Patria inmortal".  La patria por la que Romero llama a dar incluso la vida es una adelanto del Reino de Dios.  Se trata de las huellas de la patria que llevarán a su Reino de justicia, de paz, de solidaridad, de fraternidad, de perdón, de verdad, de libertad, de misericordia,.... Esto vió  Mons. Romero en el compromiso de María.  Se comprometió -radicalmente- a ser testigo de esa nueva Patria, ese nuevo Israel, en el que las grandes narraciones del pasado se hacen realidad y el sueño esperanzador de los profetas se convierte en algo histórico.  Su sí, es entendido por Monseñor Romero, como una expresión radical de patriotismo.  Hará hasta lo imposible por la Patria que acercará Israel (y finalmente a toda la humanidad) al Reino de Dios.  Él mismo se convirtió en un ejemplo extremo -un santo ejemplo- de ese patriotismo evangélico. 

A continuación, el arzobispo traduce el ejemplo de María en una nueva llamada al patriotismo radical en El Salvador (y así en todas las naciones): "la nación salvadoreña necesita verdaderos espíritus patrióticos, no debe traicionar el verdadero interés del pueblo, la verdadera historia, la verdadera redención adaptándose a las situaciones políticas, económicas o sociales".   El texto del compromiso de María -el Magnificat- se convierte entonces en la brújula (o gps para decirlo en términos más actuales) para asumir nuestro compromiso patriótico y no perder el rumbo.  La verdadera historia de un pueblo se entiende y se vive a partir de lo que la Biblia llama "viudas y huérfanos, extranjeros, pobres, enfermos", es decir, los excluidos.  La verdadera redención asegurará que en la verdadera historia precisamente a esas personas se les haga justicia, una historia inclusiva que se alimenta de los valores del Reino de Dios.  Ese es el deseo de Año Nuevo de Mons. Romero, también para nosotros hoy.

Algunas preguntas para nuestra reflexión y acción personal y comunitaria.

  1. ¿Qué entendemos por patriotismo vinculado a los valores del Reino de Dios (la gran Patria)?
  2. ¿Qué podemos hacer hoy para distinguir el auténtico patriotismo (mariano y romeriano) de un patriotismo falso y abusado ideológicamente? ¿Vemos ambas tendencias en nuestra sociedad?
  3. ¿Qué aprendemos de este nombre (inesperado) que Monseñor Romero dio a María, Madre de Dios: la patriota?

[1] En su homilía del domingo 1 de enero de 1978

[2] Cita de un artículo del Padre Juan Vicente Chopin encontrado en “https://www.elindependiente.sv/2020/09/16/patria-segun-san-romero-de-america/

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