Los falsos conceptos del Dios de nuestra fe

Antes de reflexionar sobre el Dios de Moisés, el Dios de Cristo y el Dios de San Pablo, Monseñor Romero dedica una buena parte de su homilía a desenmascarar lo que llama los “falsos conceptos del Dios de nuestra fe”.  “Fijémonos en las caricaturas de Dios que se han fingido los hombres. Algunas no son caricaturas, son abstracciones, elucubraciones, pero que dejan frío el corazón y no conmueven con la ternura de un Padre que nos da la vida y que está con nosotros.”

Dice Monseñor Romero: “Así tenemos el Dios de los filósofos, el Dios metafísico.  …Pero estas deducciones filosóficas que nos llevan a eso que llamaban y que llaman los filósofos “el primer motor”, el gran pensamiento que rige la creación, no llena las angustias, las vivencias, las esperanzas íntimas del corazón”.   Esta imagen metafísica de Dios no tiene mucho que ver con la vida diaria de nuestros pueblos.  Por supuesto las preguntas por el sentido de la vida, y el dónde venimos y a dónde vamos, siguen siendo muy humanas.

“Y ahí tenemos uno de los fenómenos más dolorosos de nuestro tiempo: el ateísmo o, por lo menos, la indiferencia frente a Dios. Este Dios desconocido o despreciado o negado, del cual hasta se ha llegado a decir “la muerte de Dios”, “Dios ya murió”, ciertamente es un Dios que no llena, es un Dios fingido, un Dios que es producto, a veces, del vacío moral de las personas. Queridos hermanos, el ateísmo, la negación de Dios, casi siempre va junto con un vacío moral del hombre o del pueblo. …  Ateo no solo es el marxismo, ateo práctico es también el capitalismo.  Ese endiosar el dinero, ese idolatrar el poderes poner ídolos falsos para sustituir al Dios verdadero.  Vivimos, tristemente, en una sociedad atea; o porque unos favorecen una revolución sin Dios queriendo resolver los problemas simplemente a fuerza humana, o porque se está demasiado bien y se idolatra, como si fuera un dios, el bienestar, las riquezas, las cosas de la tierra.  También eso es materialismo ateo.”

Aquí estamos ante la denuncia del ateísmo propio del comunismo y del capitalismo.  El primero niega formalmente la existencia de Dios, lo ignora, no es de su interés.  Cuando el Papa Juan Pablo II le dijo – a regañaditas – a Mons. Romero que tuviera mucho cuidado con el comunismo (ateo), éste le contestó que en El Salvador se estaba viviendo el monstruo del capitalismo donde se idolatra las riquezas y las cosas de la tierra.  El capitalismo (neo liberal) como la conocemos ahora es también un materialismo ateo.  Sin embargo en las sociedades capitalistas con raíces cristianas el poder utiliza con frecuencia a Dios para justificar sus acciones idólatras.  Presidentes que siempre dicen confiar en Dios para realizar su planes, o que llaman a su proyecto político y económico “cristiano”, presidentes que juran con la mano sobre la Biblia, … son tantos ejemplos de como dentro del sistema capitalista neoliberal los poderes utilizan a Dios para justificar sus políticas, sus planes económicos, sus estrategias represivas, su carrera militarista, etc.    Quizás el abuso de Dios, especialmente en pueblos tradicionalmente religiosos, es mucho más grave que en países de tradición atea. 

Junto con la denuncia del ateísmo (teórico y práctico) Monseñor denuncia la adoración de los ídolos de poder, riqueza, libertad absoluta, disfrute sin límites, …. especialmente en las sociedades capitalistas.  Por la inflación la vida se ha hecho más cara, la gente se queja, pero esto no afecta en nada el turismo, los viajes a países “de sol”, a las playas,….Por supuesto los más pobres sí son víctimas de esos espirales de carestía.   Creemos que las Iglesias de hoy no tienen suficiente valor profético para denunciar en sus países esas idolatrías que siguen necesitando a víctimas para satisfacer los caprichos de sus adoradores.  

Hay otra forma falsa de Dios. Nuestro Señor Jesucristo encontró una religión superficial, legalista, utilitaria: los fariseos… A Dios se le adora en todas partes en espíritu  y en verdad.  Porque ese espíritu y esa verdad se habían disipado en un enredijo de leyes, una casuística, un conjunto de prácticas exteriores: un Dios, fruto de la legalidad, como que  si estuviera contento con solo ver que se lavan las manos. ….¡Cuántas fachadas de piedad por dentro no son más que ateísmo!  ¡cuántas formas de rezar, cuantas prácticas religiosas meramente exteriores, rituales, legalistas, no son el culto que Dios quiere! Y aquí no importa que arrasemos en esta acusación a nosotros mismos, los ministros sagrados. …”  Partiendo de la realidad religiosa que Jesús encontró en su tiempo en Palestina, Monseñor mira también en su alrededor.  Observa prácticas religiosas exteriores, diríamos, ya meramente culturales.  Pero aún así, hay gobiernos que (además de llamarse cristianos) prohíben procesiones y expresiones públicas (como viacrucis, procesiones como en semana santa) porque temen que la voz profética abra los ojos a los ciegos, de esperanza a los pobres y anime a los que son callados. Pero Monseñor también está consciente que ante la superficialidad de actividades religiosas, también la misma Iglesia y sus ministros deben revisarse.  No pocas veces el legalismo en la Iglesia se ha impuesto sobre la vida, impidiendo que se desarrollen nuevas expresiones de seguimiento de Jesús y de servicio a la comunidad cristiana.

Otra forma falsa de un Dios, mis queridos hermanos, parecida a la anterior, es el Dios espiritualista, es el Dios desencarnado, es el Dios del sacerdote y del levita que pasaron cuando vieron herido al pobre judío y no le hicieron caso.  Es el Dios de aquellos que dicen “¡Ha, la iglesia ya se metió a política, solo habla de socialismo, solo habla de cosas terrenales!”  Y es porque ellos quisieran que no se hablara de esas cosas, que no se le hiciera caso  al hombre herido.  Eso  no es religión para ellos.  Religión es ir como el sacerdote y el levita al templo a orar y no tener tiempo para atender las necesidades materiales de la tierra.”

En este espacio Monseñor denuncia la vivencia de la religión que contradice totalmente el camino de Jesús.  Aun hay personas con carga y responsabilidad en la Iglesia que son como el sacerdote y el levita de la parábola, cierran los ojos por el dolor de las personas, cierran los oídos ante el grito de los pobres. Se justifican que tienen tareas religiosas, más elevadas, más espirituales.  No deben de ensuciarse “las manos”.  Cumplen al pie de la letra y en todas las circunstancias con los tiempos de oración y culto, pero que se encierran en su espacio religioso.  La escasez creciente de sacerdotes católicos provoca que quienes aun están en servicio activo solo tienen tiempo para dedicarse al culto en todas sus formas, corriendo de un lado al otro para cumplir la misión religiosa empiezan a hablar de ese Dios desencarnado o espiritualista.

Probablemente estos falsos conceptos de Dios sean tentaciones constantes para quienes tienen la vocación y la misión de animar y fortalecer al pueblo de Dios.  No tengamos miedo para revisar evangélicamente en qué Dios creemos de verdad y así poder retornar al “Dios de Moisés, al Dios de Cristo, al Dios de San Pablo”[1].  Esa revisión es una tarea comunitaria donde toda la comunidad tome conciencia y revise la práctica de la fe.

Reflexión para domingo 4 de junio de 2023.    Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía  durante la eucaristía del domingo de la Santísima Trinidad, ciclo A , del  21 de mayo de 1978.  Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo II,  Ciclo A, UCA editores, San Salvador, p.508 – 510.

[1] Son temas que Monseñor va desarrollando en esta homilía, p.511 - 516

Volver arriba