La humilde cátedra de la evangelización.
| Luis Van de Velde
“Por eso, hermanos, yo quisiera que mi palabra, como dirigente espiritual, la comprendieran en el mismo sentido en que el Evangelio se sitúa. Tiene que chocar. No puede agradar a todos. Habrá quienes lo rechazan. Y Cristo nos dio el ejemplo. Quienes lo rechazaron fueron precisamente los dirigentes que le echaban la culpa, a Cristo, de estar torciendo la historia de Israel. Y Cristo no la torcía. Cristo la orientaba a su verdadero destino, Ellos eran los que la torcían. Es necesario ponerse en este ambiente para comprender el lenguaje actual de la Iglesia, un lenguaje que no es político ni subversivo, que no busca rebelión. Es un lenguaje que predica el amor, pero diciéndole al pueblo: “Por aquí hay que ir”. Y les dice también a quienes están orientando por otro lado: “Eso es torcer el camino”. (….)
Alguien me halagó mucho, una comparación, cuando me dijo que “su homilía en los domingos es como una cátedra de universidad”. Nunca he pretendido tanta cosa, sino ser un humilde catequista, un evangelizador del pueblo, nada más. Pero ciertamente que vale mucho más que todas las cátedras de las ciencias de los hombres, la humilde cátedra de la evangelización que señala a los hombres el verdadero sentido de la vida, sus verdaderas relaciones con Dios, sus responsabilidades en la sociedad. Y esto es lo que hemos tratado de hacer.”
Ante las acusaciones de parte de los que tienen el poder (político y económico) y ante posibles confusiones de parte de alguna gente en catedral, Monseñor Romero aclara el objetivo de sus homilías.
En primer lugar compara su situación como predicador del Reino de Dios con la que Jesús mismo ha vivido en su tiempo en Palestina. Jesús orientaba al pueblo hacia su verdadero destino como pueblo de Dios. No era Él que torcía la historia. “Cristo la orientaba a su verdadero destino”. “Ellos eran los que la torcían.” Ellos: los dirigentes religiosos del pueblo. Por eso Monseñor recuerda que la predicación del Evangelio siempre va a chocar contra los poderes políticos y económicos, contra las ideologías dominantes, contra los sistemas excluyentes. El predicador no tiene la culpa de la denuncia profética. El anuncio del Evangelio, fiel a Jesús, siempre va a chocar. “No puede agradar a todos. Habrá quienes lo rechazan.”
Desde la colonización de nuestro continente el anuncio del Evangelio ha estado subordinado a los intereses del poder colonial. No cambió en nada a partir de la independencia de los países, salvo algunas excepciones de corta duración. Los terratenientes tenían sus capillas, sus misas y sus devociones, celebraban las fiestas patronales de sus fincas, eran padrinos de bautismo y premiaron al sacerdote que oficiaba el culto. Familias ricas “compraban” a miembros de la jerarquía eclesiástica haciendo donaciones para la construcción de templos e iglesias, hasta para las “obras”. Pero el Espíritu del Señor no se cansa en despertar el profetismo auténtico en la Iglesia. Desde los años 60 del siglo pasado la Iglesia latinoamericano empezó a ponerse del lado de “los pobres”, los débiles, de los vulnerables, y desde ahí leía el Evangelio y predicaba el Reino de Dios. Por supuesto que tenía que chocar. La Iglesia lo ha pagado muy caro, hasta con el martirio.
Pero no ha terminado. Ilustremos con un ejemplo actual concreto. Padre José María Tojeira, sj, de la UCA de San Salvador escribe en un artículo[1] sobre el populismo actual en Centro América. “En Centroamérica, de muy diversa manera, el populismo se impuso inicialmente a través de dictadores. Hoy, aun siendo elegidos por el voto popular, conservan la tradición autoritaria esencial al populismo. En Nicaragua los políticos, la Iglesia, las Universidades y cualquiera que esté en desacuerdo con el liderazgo gubernamental son los enemigos. Se les puede quitar la nacionalidad porque ya no son pueblo. La represión es simplemente defensa de los valores esenciales de la nación. En El Salvador, en un contexto muy diferente, los enemigos fueron en primer lugar los partidos tradicionales, aprovechando el cansancio de la población ante su incapacidad de resolver problemas de larga data en el país. Cuando los partidos tradicionales perdieron sus fuente de apoyo y quedaron desarticulados, las maras se configuraron como el enemigo nacional. La lucha, en principio legítima contra ellas, se absolutizó de tal manera que cualquier injusticia cometida contra víctimas inocentes quedaba absuelta bajo la fórmula vergonzosa de que en toda guerra se dan siempre daños colaterales. Y si alguien defendía inocentes o criticaba abusos, era como si fuera cómplice de criminales.” La expropiación de la UCA en Nicaragua, la expulsión de los padres Jesuitas de su residencia, la cancelación de la personería jurídica de la congregación de los jesuitas con la confiscación de todos sus bienes (mes de agosto de 2023) sigue ilustrando lo dicho por el Padre Tojeira. La predicación del Evangelio siempre va a chocar contra los poderes.
Monseñor Romero se considera “catequista”, humilde catequista, evangelizador de su pueblo. Su misión es la de Jesús: “ Orientar a su pueblo hacia su verdadero destino”. Aclara que se trata de una “evangelización que señala a los hombres el verdadero sentido de la vida, sus verdaderas relaciones con Dios, sus responsabilidades en la sociedad. “ Menciona tres aspectos estrechamente relacionados de la misión evangelizadora: abrir horizontes para el verdadero sentido de la vida, para la auténtica relación con Dios y los compromisos históricos en la sociedad.
Quienes manejan el poder económico, político y militar en los pueblos hacen todos los esfuerzos por imponer sus puntos de vista, su lectura de la historia (la única permitida), su ideología, su sentido de la vida. No pocas veces envuelven estas imposiciones con sonidos y colores humanísticos y cristianos para engañar a su pueblo. Hablan de cooperación mientras excluyen y expulsan a quienes no comparten esa visión de la vida y de la historia. El catequista evangelizador, cercano a los gritos del pueblo y escuchando al Dios de Jesús, trata de ofrecer otra perspectiva y objetivo de la vida. No puede cumplir su vocación de otra manera. Es por eso que el pastor, el catequista, el evangelizador distingue su mensaje de amor diciendo al pueblo “por aquí hay que ir” y diciendo a los que tienen poder económico y político “eso es torcer el camino”.
Quienes están en el poder, junto con quienes justifican sus planteamientos y acciones, o bien manipulan totalmente la imagen de Dios o bien pretenden deshacer toda referencia a Dios. En el primer caso tratan de poner a Dios a su servicio, juramentan sobre la Biblia, van a algunos cultos religiosos, se llaman cristianos y tienen a su disposición gente que sepa malinterpretar citas bíblicas aisladas. No dudan en beneficiar a algunos sacerdotes u obispos, mientras encarcelan, expulsan o asesinan a otros religiosos/as. Se consideran los dueños de la conciencia religiosa de su pueblo. En el otro caso prohíben toda manifestación y expresión cristiana, quitan los símbolos religiosos, imponen una formación escolar no religiosa sin apertura para el misterio de la vida y de la muerte, se consideran los dueños definitivos de toda verdad. Frente a ambas posiciones el pastor, el catequista evangelizador, ofrece al pueblo el horizonte del Dios de Jesús, Padre-Madre de misericordia, fundamento de la justicia y la solidaridad fraterna, fuente y futuro de la vida,
La consecuencia será que el pastor, el catequista asume la responsabilidad histórica de dejarse guiar por el Espíritu de Dios (que trabaja[2] desde abajo!!!) para invitar al pueblo a ver más allá de la alternativa impuesta, a buscar caminos nuevos de vida y paz – fruto de la justicia. Es como el beduino en el desierto que indica el camino en medio de las tormentas de arena: “por aquí hay que ir”. Llama a su pueblo a tomar conciencia de su propia realidad, de su propia historia y a organizarse para lograr pasos hacia un futuro diferente, una sociedad justa y fraterna. Pero al mismo tiempo tendrá el valor profético para decirles a los que tienen el poder y a sus servidores “eso es torcer el camino”. Eso es desviar la historia de su verdadero destino. Denunciando abusos, manipulaciones, violaciones a los derechos humanos, …. espera que los del poder reconozcan sus errores y sus omisiones.
No tengamos miedo para ser como ese catequista, que Monseñor Romero ha sido.
Reflexión para domingo 15 de octubre de 2023. Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía durante la eucaristía del 28 domingo ordinario, ciclo A , del 15 de octubre de 1978. Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo III, Ciclo A, UCA editores, San Salvador, p 324 – 325
Nota: para el próximo domingo 22 de octubre no tenemos una homilía de Mons. Romero. Fue internado en el Hospital de Emergencia y Diagnóstico, donde permaneció hasta el lunes 23 de octubre de 1978.
[1] “La desgracia del populismo”. https://www.diariocolatino.com/la-desgracia-del-populismo/?fbclid=IwAR1d57UjdrPwY6-eijuo0LmBS1kk1Q_7xb9tm0G8L_DMZuixZkv47-qa4dE
[2] “El Espíritu del Señor actúa desde abajo”, libro de Víctor Codina, 2015.