¿Por qué es necesaria la Iglesia?
| Luis Van de Velde
Dice Monseñor Romero: “¿Por qué es necesaria la Iglesia’ Yo les quiero proponer estos tres principios. Tengámoslos muy presente en estas horas en que la Iglesia está en conflicto.
Primer principio: Dios está en Cristo y Cristo está en la Iglesia, pero Cristo desborda la Iglesia. Es decir, la Iglesia no puede pretender tener a todo Cristo, al modo de decir: ”Sólo los que estén en la Iglesia son cristianos”, Hay muchos cristianos de alma que no conocen la Iglesia, pero tal vez son más buenos que los que pertenecen a la Iglesia. Cristo desborda, como cuando se mete un vaso en un pozo abundante de agua, el vaso está lleno de agua, pero no contiene todo el pozo; hay mucha agua fuera del vaso. Así dice el Concilio que hay muchos elementos de verdad y de gracia que pertenecen a Cristo y que no están en la Iglesia….. “No son todos los que están, ni están todos los que son.” Hay muchos cristianos que no están en nuestra Iglesia. Bendito sea Dios que hay mucha gente buena, buenísima, fuera de los confines de la institución Iglesia: protestantes, judíos, mahometanos, etcétera.”
Los mayores entre nosotros recordaremos que nos enseñaron que “fuera de la Iglesia católica no hay salvación”. En la historia de la iglesia hay tantas páginas negras (más bien sangrientas) de la mal llamada “Santa Inquisición” con su persecución contra quienes tenían opiniones divergentes, también de la manera trágica de la imposición del catolicismo español y portugués (del siglo XV y XVI) sobre los pueblos latinoamericanos. Sin olvidar esas tragedias, nos alegra que esa manera de pensar y de actuar ha sido superada. Mons. Romero lo recalca: “Hay muchos cristianos que no están en nuestra Iglesia.” Y además hace referencia no solo a las otras iglesias cristianas (protestantes, ortodoxas, anglicanas,….), sino también al judaísmo y al Islam. Quizás es bueno recordar aquí lo que Jon Sobrino[1] dice, corrigiendo evangélicamente el antiguo dicho, “Fuera de los pobres no hay salvación”. Este criterio es fundamental para el camino ecuménico, para el diálogo interreligioso y para el diálogo con las visiones seculares (sin dimensión religiosa). En nuestra Iglesia tenemos que ser mucho más sencillos: ¡Cristo desborda la institución eclesial! Un ejercicio espiritual cristiano importante es discernir como Cristo habla y actúa fuera de nuestra propia Iglesia. “Los pobres” serán una luz para poder descubrir lo que hay “de Luz y de Gracia” fuera de nuestro propio entorno eclesial y hasta fuera del ambiente cristiano. Retomando el ejemplo que da el arzobispo recordemos que hay mucho más agua en el pozo que en el vaso.
El segundo principio es este: pero la Iglesia es signo de la presencia de Dios y por eso es necesaria. Aunque la Iglesia no contenga todo Cristo, es señal de que Cristo está en el mundo. Volvamos a la comparación: el vaso de agua que se saca de la fuente no contiene toda la fuente, pero es señal que aquella agua es de esa fuente, de que existe una fuente de la cual se pudo sacar ese vaso de agua. ….. No se salva, sin embargo, aunque esté incorporado a la Iglesia, quien, no perseverando en la caridad, permanece en el seno de Iglesia “en cuerpo”, más no “en corazón”. Se puede pertenecer a la Iglesia en cuerpo, se puede estar en la misa de la catedral corporalmente, pero no estar de corazón. …. No basta decir: “Soy una familia bautizada”. Si no vives conforme el cristianismo, no perteneces de corazón a este cuerpo místico de la Iglesia.”
En el segundo principio Monseñor nos dice que la identidad, la razón de ser de la Iglesia, es ser “signo de la presencia de Dios”, “señal de que Cristo está en el mundo”. Tremenda misión. Tremenda identidad eclesial. Para que entendamos bien, nos aclara que se trata de pertenecer de corazón a la Iglesia. Ésta no podrá ser signo de la presencia de Dios si sus miembros “no perseveran en la caridad”, “no viven conforme el cristianismo”. La comunidad ecuménica de Taizé[2] canta “Ubi caritas et amor, Deus ibi est”: donde hay cuido, amistad y amor, ahí está Dios, lo expresa. La práctica de la caridad como el corazón, como la esencia de la Iglesia, le facilita ser “señal de que Cristo está en el mundo”. Haber sido bautizado/a o estar en misa no bastan para cumplir con esa tremenda misión de la Iglesia. En el quehacer de cada miembro de la Iglesia y de las comunidades se tendría que poder observar como Dios está presente en la vida muy concreta, en la historia actual. Es lo que el Concilio dijo en el documento Lumen Gentium: La Iglesia como signo e instrumento del Reino de Dios. De ahí que no se debe comprender “la caridad” como el dar algunos centavos como limosna, sino como vivir esos valores del Reino y luchar por ellos. Nuestras actitudes y nuestro quehacer para con los “pobres, viudas y huérfanos” – expresión bíblica para referirse a cada persona vulnerable o herida – mostrarán si estamos asumiendo esa misión central de la Iglesia.
“El tercer principio es este: no todos los miembros de la Iglesia poseen e irradian a Dios. San Pablo, precisamente se está lamentando de que un pueblo tan privilegiado, no haya querido aceptar a Cristo. ….Mucho cuidado, católicos, comenzando por nosotros, los ministros de Dios. No creamos que por ser obispos o sacerdotes y por ser institución eclesiástica somo el mejor del cristianismo. Somos signo, pero puede ser como la campana que es signo: llama, pero se queda afuera, He aquí como Cristo también nos llama a la atención a todos los que formamos esta institución, lo visible del cristianismo, para que tratemos de ser verdaderamente signos de la presencia de Dios en el mundo.“
Al hablar de la misión eclesial de “irradiar a Dios”, al Dios de Jesús, Monseñor nuevamente pone el dedo donde le duele a la Iglesia. Las omisiones y los errores ante esa misión no son excepciones, no son marginales. “Mucho cuidado” nos dice a todos. No es dentro de los templos, sino en el mundo, en todas las tareas y responsabilidades en lo social, económico, político, cultural, ahí formamos “lo visible del cristianismo”. Ahí irradiamos al Dios de Jesús o a aquellos otros dioses o ídolos. Los abusos (de todo tipo) de parte de miembros de la Iglesia, ya fuertemente denunciados, dejan ver la debilidad de la Iglesia frente a su tremenda misión. Los templos vacíos durante los largos meses de la pandemia de covid, son quizás un signo de la realidad eclesial donde estamos hoy. Son tiempos de redefinir nuestro papel: ¿cómo irradiar al Dios de Jesús en un mundo que es a la vez arreligioso (aunque dominado por los ídolos del poder y de la riqueza[3] y del libertinaje) y multicultural (multi religioso)? La era de la cristiandad pertenece definitivamente al pasado. De nada sirven nostalgias a la época en que la religión cristiana era la fuerza unificadora de la sociedad (occidental), tiempos de templos repletos y grandes procesiones públicas.
Terminamos con una cita de Tomás Halík[4], "Repito: si buscamos una medida de la autenticidad de la fe, busquémosla no en lo que la gente profesa con la boca, sino en la medida en que su fe ha penetrado en su corazón y ha cambiado su existencia. Busquemos esa medida en la forma en que entienden a sí mismos, en la relación que viven con el mundo, con la naturaleza y las personas, con la vida y la muerte. Las personas profesan la fe en el creador no por lo que piensan sobre el origen del mundo, sino por cómo interactúan con la naturaleza; la fe en un Padre común la profesan aceptando a otras personas como hermanos y hermanas; la fe en la vida eterna la profesan por cómo aceptan su propia finitud".
No tengamos miedo.
Reflexión para domingo 13 de agosto de 2023. Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía durante la eucaristía del 19 domingo ordinario, ciclo A , del 13 de agosto de 1978. Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo III, Ciclo A, UCA editores, San Salvador, p. 166 –168
[1] Libro de Jon Sobrino: Fuera de los pobres no hay salvación, Pequeños ensayos utópico-proféticos, Editorial Trotta, 2007, tercera edición .
[2] Taizé: https://www.youtube.com/watch?v=MYfyoRi3t8I, https://www.facebook.com/watch/?v=562347158369253
En muchas Iglesias las comunidades lo cantan, lo repiten como lo esencial de su razón de ser. La comunidad se consolida alrededor de esa convicción.
[3] Algunos hablan del “money-teismo”.
[4] Traducción libre desde su libro “De namiddag van het christendom. Op weg naar een nieuw tijdperk” (La tarde del cristianismo. En camino hacia una nueva época). P. 30 -31