Lo pueden todo cuando son capaces de dialogar.

“Siento como pastor que tengo un deber para con las organizaciones políticas populares.  Aun cuando ellas desconfían de mi, mi deber es defender su derecho de organización, apoyar todo lo justo de sus reivindicaciones, Pero así también, quiero mantener mi autonomía para criticar todos sus abusos de organización, para denunciar todo aquello que ya significa una idolatría de organización; y llamarlos, en cambio, a un diálogo de búsqueda entre todos. Las fuerzas organizadas son poderosas en una sociedad y lo pueden todo cuando son capaces de dialogar, Pero también disminuyen las fuerzas cuando son fanáticas y no quieren más que su propia voz. La Palabra del arzobispo, pues, no es una oposición sistemática a las organizaciones populares.” (16 de diciembre de 1979)

Parece un mensaje para nuestros tiempos actuales de fanatismo político, de idolatría partidista, de lucha por el liderazgo y el poder, de peleas por el protagonismo de los poderes del estado, de no querer escuchar “más que su propia voz”.

Monseñor nos llama a todos/as, a todas las fuerzas vivas del país a “un diálogo de búsqueda entre todos”.  La crisis de salud del pueblo, la crisis estructural del sistema nacional de salud, la crisis económica y la crisis de la estructura económica del país, junto con la crisis entre los poderes del estado,  estado de excepción, nos exigen a todos y todas cambiar de rumbo.  “Las fuerzas organizadas son poderosas en una sociedad y lo pueden todo cuando son capaces de dialogar”. 

Es una llamada a las fuerzas políticas.    Es una triste realidad que los partidos aprovechan de cada oportunidad para ensuciar la cara de sus opositores y elogiarse a si mismos como la única salvación (mesiánica) para el país.  Si se logró dialogar para terminar con la guerra, ¡cómo no se puede dialogar para vencer las crisis en que estamos!

Es una llamada a las organizaciones sociales a unir sus fuerzas y así lograr dialogar con los poderes del estado.  A lo mejor pueden ser intermediarias en el conflicto político.  Uno de los instrumentos de lucha de las organizaciones sociales es “la calle”, las manifestaciones públicas.  En las redes sociales no se observa una búsqueda de diálogo, sino más bien un alineamiento según las fuerzas políticas en pleito.   Sobran los que pretenden ser “analistas” de la realidad y cada uno pretende ser voz de la verdad, aunque expresa solamente su visión, su lectura, desde su posición, desde su convicción, desde su comodidad.  Monseñor denuncia cada forma de fanatismo.  Sin capacidad para discernir las modalidades de “grises” se seguirá pensando en blanco y negro, acusando de todo lo malo al oponente y pretendiendo ser los únicos capaces de hacer lo bueno y lo correcto.  Así no se construye diálogo.

Es una llamada a las iglesias a ser fermento en esa diversidad de organizaciones sociales en búsqueda de espacios de diálogo.  Se escucha voces separadas de diferentes iglesias, pero no se unen para hablar juntas en este tiempo de crisis y de pleito. Y más allá de las voces en conferencias de prensa o pronunciamientos públicos, ¿qué papel juegan las iglesias hoy?  Lastimosamente al interior de las Iglesias no tenemos mucha experiencia de diálogo y no pocas veces se imponen relaciones de poder.  

Es una llamada al pueblo donde Monseñor Romero nos recuerda nuestro derecho y nuestro deber de organizarnos para luchar por “las justas reivindicaciones” del pueblo entero.  Nos pide no caer en las trampas de la “idolatría de la organización” o del poder de la dirigencia.  Es en las bases de nuestro pueblo que nos toca aprender a dialogar, a buscar juntos la verdad, a negociar los pasos a dar.  “Las fuerzas organizadas son poderosas en una sociedad y lo pueden todo cuando son capaces de dialogar. Pero también disminuyen las fuerzas cuando son fanáticas y no quieren más que su propia voz.”  Escuchemos a Monseñor y hagamos caso.

Cita 7 del capítulo IV (Los pobres  ) en el libro “El Evangelio de Mons. Romero”

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