Contemplación y lucha con Luis Argüello

El título de este artículo es el nombre del curso que durante tantos años Luis Argüello, obispo auxiliar de Valladolid y nuevo secretario general de la conferencia episcopal española, imparte en el Aula Malagón-Rovirosa, organizada por el Movimiento Cultural Cristiano (MCC). Y ello nos aproxima al conocimiento y “perfil” de L. Argüello. Desconocido para muchos, quienes lo conocemos y seguimos ya hace un tiempo, con honda estima, estamos muy alegres con este nuevo nombramiento.

Creemos, sinceramente, que Luis es un regalo providencial para la iglesia española en este tiempo. Curtido en su amistad y relación con testimonios como Marcelino Legido o Julián Gómez de la Castillo, con tantos laicos o curas y militantes del MCC- ahora también del Movimiento “Encuentro y Solidaridad”-, Argüello puede aportar con su cargo mucho y bueno a la iglesia, en su misión al servicio de la humanidad.

Desde toda su experiencia de militancia católica, en esta comunión fraterna con dichos testimonios y militantes del pueblo de Dios, con la fragilidad o debilidad propia de todo ser humano y católico, Luis nos puede transmitir todo su conocimiento y vivencia de la fe. Esa espiritualidad que en la búsqueda de la santidad, se configura en la encarnación y conversión con el amor fiel a Jesucristo, a la iglesia y a los otros en la justicia con los pobres de la tierra como sujetos de su promoción liberadora e integral.

Esta espiritualidad de encarnación militante y de conversión con el trípode Jesús-la iglesia-los pobres, que constituye toda la tradición y enseñanza de la fe católica: se va plasmando en nuestro tiempo contemporáneo con los movimiento apostólicos obreros, la JOC con Cardijn y la HOAC con G. Rovirosa, E. Merino, T. Malagón y el propio J. Gómez del Castillo; se actualiza de forma renovadora en el acontecimiento conciliar del Vaticano II; e incultura en los diversos lugares del mundo, como América Latina con sus obispos proféticos como Mons. Romero y su espiritualidad liberadora, hasta llegar a la actualidad con los últimos Papas como Francisco.

Pensamos que lo anterior son coordenadas y referencias que marcan a Argüello, con su formación y vivencia honda de la fe e iglesia. En la contemplación del Dios revelado en Cristo y la lucha por el Reino de Dios con su justicia, que nos va liberando integralmente del pecado, del mal, muerte e injusticia. En toda esta espiritualidad de encarnación y vocación a la santidad, en la conversión para la militancia del Reino con su justicia, como nos transmite Luis, se unen de forma inseparable la mística y la política. Esa co-relación esencial entre la espiritualidad y la moral, la oración y el compromiso por la justicia, los sacramentos y la militancia solidaria que busca el bien común más universal; más allá de espiritualismos desencarnados y gnósticos, o de secularismos pelagianos sin comunión en la fe e iglesia.

De esta forma, Argüello podrá comunicar con el Papa Francisco esa conversión misionera y pastoral, un iglesia en salida hacia las periferias, iglesia pobre con los pobres como protagonistas de su desarrollo y liberación integral. La opción por los pobres como experiencia teologal de fe, esperanza y caridad que con Cristo pobre-crucificado se hace misericordia compasiva ante el sufrimiento e injusticia del otro, en pobreza fraterna con la comunión de vida, de bienes y de acción (lucha) por la justicia con los pobres. Desarrollando pues la constitutiva dimensión social y pública de la fe, la caridad política, ese amor civil e institucional que busca el bien común, la justicia social y la civilización del amor. La caridad crítica e inteligente en la verdad que va a las causas y raíces de la realidad, del mal e injusticia, del pecado personal y socio-estructural. Esas estructuras sociales de pecado, los sistemas políticos y económicos injustos, los mecanismos laborales, comerciales y financieros perversos cimentados en el ansia del poder y del tener por encima del ser persona, fraterna y solidaria.

Luis, como sabe, podrá desarrollar así toda la inherente acción profética de la iglesia en el anuncio del Evangelio del amor fraterno, de la paz y de la justicia, de la vida y dignidad de la persona. Denunciando asimismo proféticamente todo este pecado personal del egoísmo con sus ídolos de la riqueza-ser rico, del poseer o del poder y las estructuras de pecado con sus idolatrías e imperialismos. Esos falsos dioses del capital, del mercado y del estado que, en su altar del lucro, sacrifican la vida digna de los seres humanos y de los pobres. Se trata de ser voz de los sin voz, de dar la palabra a los pobres para que sean autores de su existencia y autogestión transformadora de la vida pública, social, política y económica. En oposición a toda beneficencia paternalista, al asistencialismo humillante y cómplice del mal e injusticia.

De esta forma, como Argüello conoce, hay que seguir difundiendo y sobre todo poniendo en práctica ese tesoro desconocido, oculto y hasta manipulado que es la doctrina social de la iglesia (DSI). En los principios y valores claves del desarrollo humano, solidario y la ecología integral. La regulación ética de la economía, del mercado y de la política para que sirvan al bien común y a la solidaridad, a los derechos humanos y a la justicia social. Ese estado social de derechos con la universalidad de la educación, la sanidad, la vivienda digna…; con el destino universal de los bienes, en la distribución con equidad de los recursos, que tiene la prioridad sobre la propiedad. El trabajo decente, la dignidad del trabajador con sus derechos como es un salario justo y unas condiciones laborales humanizadoras, que está antes que el capital. La socialización de los medios de producción, una economía social y cooperativa del don, en donde los trabajadores sean actores y dueños de la vida (destino) de la empresa como comunidad humana.

Esos principios irrenunciables e innegociables del valor de la vida en todas sus fases, formas y dimensiones desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. El matrimonio y la familia con el amor fiel de un hombre con una mujer abierto a la vida, a los hijos y al compromiso solidario por la justicia con los pobres. Ejerciendo ese derecho de los padres al respeto de sus convicciones y a la libertad de educación de los menores. Es por tanto esa ecología humana e integral en el cuidado personal, familiar, social en la justicia con los pobres y ambiental con esa casa común que es el planeta tierra; con la dignidad y protagonismo de la mujer en todos los ámbitos, la paz y la no violencia frente al mal e injusticia de las guerras y de las armas.

Esta DSI la deberán llevar a la praxis de forma más inmediata los laicos que, como Luis asume, por el compromiso bautismal tienen esa vocación y misión más específica de la caridad política. En la gestión y transformación más directa del mundo y de las realidades históricas, para que se vayan ajustando al Reino de Dios. Desde la eclesiología de comunión del Vaticano II, es clave todo esta sinodalidad y co-responsabilidad del pueblo de Dios. Llevando a cabo la misión evangelizadora con un laicado adulto, formado, maduro, comprometido y militante que vaya haciendo realidad esta DSI en el camino del Evangelio del Reino y de los Santos Padres de la Iglesia.

Esperamos pues todo ello de Luis Argüello, comprendiendo su responsabilidad y asumiendo con San Pablo que en la debilidad, en los débiles y los pobres de la tierra está el vigor transformador de la historia. Ese auténtico ser católico con el amor universal, la justicia mundial, la solidaridad internacionalista y la paz global que con los empobrecidos del mundo va derribando todo muro, barrera y frontera para una fraternidad planetaria.
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