"Una opción misionera capaz de transformarlo todo" La misión del Evangelio con Francisco en el sexto aniversario de Evangelii Gaudium

La misión del Evangelio con Francisco en el sexto aniversario de Evangelii gaudium
La misión del Evangelio con Francisco en el sexto aniversario de Evangelii gaudium

En su reciente viaje a Asia con su estancia en Japón, Francisco ha vuelto a a impulsar todo este servicio de la fe y la justicia con la ecología integral en el cuidado de toda la vida, frente la actual cultura del descarte con su consumismo, productivismo y economicismo anti-sostenible y nihilista

Se cumple el sexto aniversario de la Exhortación apostólica “Evangelii gaudium” (EG) del papa Francisco, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual. EG es el documento programático de Francisco, en el que traza las claves y líneas maestras de la misión evangelizadora de la iglesia, que pretende llevar a cabo con su misterio petrino. En dicha enseñanza de EG, Francisco nos muestra la alegría y belleza del Evangelio de Jesús que da sentido, felicidad y transcendencia a la existencia humana con una vida humanizadora, moral y espiritual. Y es el mismo gozo y hermosura que trae el servicio a esta misión de la iglesia con la trasmisión de la fe en el anuncio, celebración y compromiso de la “buena y alegre noticia” (Evangelio) del Reino de Dios proclamando y siguiendo a Jesús, el Dios encarnado y crucificado-resucitado que nos trae la salvación liberadora.

Francisco por tanto nos llama a esta “opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad. Como decía Juan Pablo II a los Obispos de Oceanía, «toda renovación en el seno de la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de introversión eclesial»” (EG 27)

En la línea de la enseñanza de los obispos en Aparecida, Francisco nos interpela a pasar de una pastoral de conservación, que se encierra en el templo, a esta conversión misionera y pastoral; con una iglesia en salida hacia las periferias existenciales, sociales e histórica para comunicar el kerygma del Evangelio de Jesús. Es la iglesia pobre con los pobres que lleva a toda la humanidad y mundo el Reino de Dios con su justicia liberadora de todo pecado, mal e injusticia que culmina en la vida plena-eterna, en la belleza de la eternidad. En oposición al mal radical del egoísmo y sus ídolos de la riqueza-ser rico, poder y violencia. La misión tiene pues, como elementos constitutivos, la defensa de la vida, la dignidad y promoción humana con un desarrollo (liberación) integral de las personas, los pueblos y los pobres. Una vez recibida la Gracia de Dios, tal como se transmite de forma tan intensa en el bautismo y la eucaristía junto al resto de la iniciación cristiana, nos debe apremiar esta urgente e imprescindible tarea de la misión, para llevar el Evangelio de Jesús a toda persona en la conversión de discípulos-misioneros y vida de comunión en la iglesia.

“Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Repito aquí para toda la Iglesia lo que muchas veces he dicho a los sacerdotes y laicos de Buenos Aires: prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida. Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!»” (EG 49).

Esta evangelización, como ya apuntamos, tiene una inherente dimensión social que se encarna en la realidad histórica, en todo el mundo, transformando y renovando toda la vida pública, política, económica y cultural. Por ello, la confesión y transmisión de la fe es inseparable de esta vida social, de los pueblos El amor en la paz justa con su intrínseca dimensión pública y social, la caridad política que pretende el bien común y la justicia con los pobres para transformar la vida personal junto a las estructuras de pecado e injustas, son aspectos indispensables de la misión.

“Confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano implica descubrir que «con ello le confiere una dignidad infinita». Confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios. Confesar que Jesús dio su sangre por nosotros nos impide conservar alguna duda acerca del amor sin límites que ennoblece a todo ser humano. Su redención tiene un sentido social porque «Dios, en Cristo, no redime solamente la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los hombres». Confesar que el Espíritu Santo actúa en todos implica reconocer que Él procura penetrar toda situación humana y todos los vínculos sociales: «El Espíritu Santo posee una inventiva infinita, propia de una mente divina, que provee a desatar los nudos de los sucesos humanos, incluso los más complejos e impenetrables». La evangelización procura cooperar también con esa acción liberadora del Espíritu. El misterio mismo de la Trinidad nos recuerda que fuimos hechos a imagen de esa comunión divina, por lo cual no podemos realizarnos ni salvarnos solos. Desde el corazón del Evangelio reconocemos la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción humana, que necesariamente debe expresarse y desarrollarse en toda acción evangelizadora. La aceptación del primer anuncio, que invita a dejarse amar por Dios y a amarlo con el amor que Él mismo nos comunica, provoca en la vida de la persona y en sus acciones una primera y fundamental reacción: desear, buscar y cuidar el bien de los demás” (EG 178).

De ahí la unidad indisociable entre anuncio del kerygma en la transmisión de la fe y el servicio del amor con la promoción de la justicia, el culto en la celebración de los sacramentos y el compromiso moral por el bien común, la mística con la oración y la caridad política que impulsa la civilización del amor. Francisco ha insistido en su rechazo a los viejos errores que deforman la fe, que se actualizan hoy en todas estas ideologizaciones e integrismos de lo religioso-cristiano. Ahí tenemos al gnosticismo con su conservadurismo y fundamentalismo de la fe que, defendiendo una supuesta ortodoxia, no se encarna en el compromiso social por la justicia con la opción por los pobres como sujetos de su promoción y liberación integral; lo cual impide una correcta ortopraxis en la defensa coherente de la vida y la familia en todas sus fases, dimensiones o aspectos. Y el pelagianismo, con su extremismo y relativismo progresista, que niega aspectos esenciales de la enseñanza de la fe y la moral. Convirtiendo a la religión e iglesia en una “ong” y activismo frenético al rechazar la Gracia de la fe con sus bases doctrinales, eclesiales y morales u obstaculizando la misión para la transmisión de todo este depósito de la fe con el kerygma, sus enseñanzas y la comunión con la iglesia.

Francisco en su magisterio ha profundizado toda esta verdad de la fe, moral y social del Evangelio en “Amoris laetitia”, donde nos transmite la belleza y alegría del amor fiel en el matrimonio con la familia, conformado por un hombre y una mujer abiertos a la vida, a los hijos, a la misión y al compromiso por la justicia. Asimismo, en "Laudato si", el papa presenta una ecología integral que escucha el grito de los pobres y el clamor del planeta tierra, nuestra casa común, promoviendo una justicia socio-ambiental con el trabajo decente, por encima del capital, y el destino universal de los bienes que tiene la prioridad sobre la propiedad. Nos llama así a una conversión personal, espiritual, moral, ecológica e integral con una bioética global que cuida este amor fiel en el matrimonio-familia y la vida desde el inicio con la concepción, en su desarrollo y diversos aspectos. Es la inter-relación con Dios, con los otros, con los pobres y con toda la creación. La comunión inseparable de Dios, la humanidad en la justicia con los pobres y la naturaleza (todo el cosmos) habitado por el Dios Trinidad, entraña y modelo de esta vida en co-relacion de amor, solidaridad y comunión.

En su reciente viaje a Asia con su estancia en Japón, Francisco ha vuelto a a impulsar todo este servicio de la fe y la justicia con la ecología integral en el cuidado de toda la vida, frente la actual cultura del descarte con su consumismo, productivismo y economicismo anti-sostenible y nihilista. “La protección de nuestro hogar común también debe considerar la ecología humana. Un compromiso con la protección significa enfrentar la creciente brecha entre ricos y pobres, en un sistema económico global que permite a unos pocos privilegiados vivir en la opulencia mientras la mayoría de la población mundial vive en la pobreza. La dignidad humana debe estar en el centro de toda actividad social, económica y política; se necesita fomentar la solidaridad intergeneracional y, en todos los niveles de la vida comunitaria, se debe mostrar preocupación por aquellos que son olvidados y excluidos”. En dicho país asiático, desde este horizonte de la vida, el papa ha rechazado una vez más las guerras y las armas, exigiendo un desarme global con los recursos y bienes destinados al desarrollo humano e integral, para la erradicación de la desigualdad de la pobreza y dicha injusticia socio-ambiental global.

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