Filosofía y espiritualidad desde I. Ellacuría: aniversario de los jesuitas mártires de la UCA

Acabando el Jubileo de la Misericordia, nos encontramos en el aniversario de los jesuitas mártires de la UCA y, en esta misma semana, el día mundial de la filosofía. Unos acontecimientos que se fecundan mutuamente y se encarnan en lo que fue la vida u obra del jesuita I. Ellacuría, uno de los mártires de la UCA, uno de los pensadores, teólogos y filósofos más significativos de nuestro tiempo. Discípulo y más íntimo colaborador de otro de los más relevantes filósofos de nuestra época, X. Zubiri, Ellacuría actualizó y profundizó lo más valioso de la historia de la filosofía, del pensamiento y de la teología. Lo hizo encarnado en la vida y realidad histórica, desde el Sur empobrecido y con los pobres de la tierra, inspirado por su fe en el seguimiento de Jesús y en su vocación de jesuita con su espiritualidad ignaciana.

Desde las claves o coordenadas anteriores que se manifiestan en Ellacuría y los mártires de la UCA, se nos presenta una filosofía desde la mística del principio-misericordia y la espiritualidad de la compasión. Una vida y sabiduría que asume el sufrimiento, la miseria e injusticia que padecen los otros, las víctimas y los pobres de la tierra. Para bajar de la cruz a todos estos pueblos crucificados y empobrecidos por la opresión e injusticia. Inspirado por su fe y en la línea de más hondo de la filosofía, Ellacuría muestra que el conocimiento y valoración de la realidad se realiza desde esta ética de la misericordia compasiva, que carga y se encarga de la realidad, de estos pueblos crucificados. En el compromiso y responsabilidad ante el dolor e injusticia que sufre el otro, los pobres y oprimidos. Es el encargarse de la realidad, en la praxis liberadora de bajar de la cruz a estos pueblos crucificados por la desigualdad e injusticia social-global.

Es una filosofía que tiene pues sus raíces en la espiritualidad, como es la cristiana e ignaciana. Cuya entraña es el Don (Gracia) de este amor compasivo y solidario que se hace justicia liberadora de todo mal, opresión e injusticia en la realidad humana, social e histórica. Una filosofía y espiritualidad que mira a toda la humanidad y el mundo, con sus alegrías e injusticias, para promover la liberación integral de la realidad e historia. Lo que se encarna en una existencia y civilización de pobreza solidaria en comunión fraterna de bienes, de vida y luchas por la justicia con los pobres de la tierra; frente a la civilización e ídolo de la riqueza que impone el mal e injusticia, que deshumaniza y lleva a la infelicidad.

De esta forma, religada a la espiritualidad, es una filosofía que promueve la vida y dignidad de las personas, de los pueblos en contra de estos ídolos que dan muerte como es la riqueza, el poder y el capital. Se realiza pues toda una mayéutica histórica que alumbra y da vida. Todo aquello que no proporcione vida, que no ponga la dignidad de la persona como valor-fin ya que el ser humano no es medio ni tiene precio-, no es ético ni justo. La realidad que no promueva el bien más universal, que no sea universalizable éticamente en la justicia y vida para todos, es inmoral e injusta. Por ello, nuestra civilización del capital y de la riqueza, que con su sistema económico-político del capitalismo impide la satisfacción de las necesidades de los pueblos, es intrínsecamente perversa. Debe ser la civilización del trabajo, la dignidad de la persona trabajadora y de los pueblos, con la erradicación de sus necesidades y la liberación de sus capacidades, la que oriente a todo progreso en un desarrollo humano e integral.

El bien común, los derechos humanos y la democracia se quedan en mera palabrería e idealismo, que encubre la verdad con la injusticia, si no se encarnan e historizan en la realidad de los pueblos crucificados y de los pobres de la tierra. La verdad real, en la realidad histórica, se nos manifiesta: desde la desigualdad e injusticia que padecen los crucificados de la historia; en la praxis de la justicia liberadora del mal con los sin derechos y pobres, a los que se les impide ser sujetos de la historia. Es así que los pobres y pueblos crucificados nos traen luz, salvación y liberación de todo mal e injusticia.

Los crucificados, pobres y oprimidos son sujetos protagonistas de su promoción, de la salvación y la liberación integral de los "crucificadores" (poderosos, ricos y élites) del mundo que dominan u oprimen la historia, que impiden la vida y la verdad. Ellacuría y los mártires de la UCA corrieron el destino de los crucificados y víctimas de la historia, en la entrega de su vida por los demás al servicio de la fe y de la justicia con los pobres de la tierra. Dando así testimonio de la verdad y de la luz que da vida. Es la verdad de la vida y de la autoridad de los crucificados-víctimas de la historia, de los mártires por la fe y la justicia, que nos traen vida, humanidad y esperanza de que es posible revertir la historia y lanzarla en otra dirección más liberadora.


Es la fe y la esperanza de que el mal e injusticia no tienen la última palabra, que hay futuro y vida para las crucificados, pobres y víctimas de la historia. Esa fe y esperanza, en la santidad del amor y la justicia con los pobres, que tenían los mártires de la UCA y que con la autoridad del testigo, el mártir por la justicia, muestran que es razonable y bueno que exista el Dios de la vida. El Dios la salvación liberadora tal como se nos revela en Jesús Crucificado-Resucitado. El fundamento (entraña) y ultimidad de lo real, para Ellacuría y los jesuitas mártires de la UCA, estaba en el seguimiento de Jesús y en la conversión a la propuesta de su Evangelio. Esto es, el Reino de Dios y su justicia liberadora con los pobres que se va realizando ya en la historia, en el dinamismo y trascendencia de la historia. Lo que culmina en la humanidad nueva, en los cielos nuevos y en la tierra nueva.

La contemplación para alcanzar amor en la acción y servicio por la justicia solidaria-liberadora con los pobres, el buscar a Dios en todas las cosas para su mayor (magis) gloria, se hizo carne en estos hijos fieles de San Ignacio. Como fueron Ellacuría y su compañeros jesuitas mártires de la UCA, que trataron de buscan el bien más universal, que nos trae Dios, en las mediaciones de la fe. Como son la razón y la cultura, las ciencias y la educación, la política y la economía, etc. Y de esta forma, como hemos expuesto hasta aquí, Ellacuría mostró una autentica filosofía inspirada por la fe e iglesia, como nos enseña el pensamiento social cristiano y la Doctrina Social de la Iglesia. Tal como nos está transmitiendo y testimoniando el Papa Francisco. Como sus queridos compañeros y amigos R. Grande SJ o Mons. Romero, Ellacuría y los jesuitas de la UCA fueron mártires de la fe e iglesia con su doctrina social, en la santidad del amor y la justicia liberadora con los pobres. Demos gracias a Dios para proseguir su testimonio.
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